El jueves 8 de julio del 2021, se celebró una vez más, a las 20:00h, Un paseo por la Málaga industrial: Huelin y sus personajes, pero una hora después, a las 21:00h, se reestrenaba en el verano del 2021, El origen en el Jardín Botánico de Málaga y yo participaba en los dos montajes.
Era un día especial, pues iba a hacer doblete. No era cuestión de broma, si algo fallaba podía liarse y bien. En Huelin no tenía claro dónde actuar y al jardín podía llegar tarde y dejar una función colgada, pero no era muy consciente de ello, me podía más la emoción, el morbillo de estar en dos sitios a la vez, de cambiarme de ropa en el coche, de pasar de un personaje a otro en una hora, de sentirme vivo como actor etc. Así que de cara a la galeria estaba como preocupado, pero por dentro estaba feliz y con ganas.
Sin prisas, pero sobre todo sin pausa a las 19:30 h, nos montamos en el coche, mi madre, mi padre y yo.
Pero al final exageramos tanto, que estábamos en el paseo marítimo, casi 15 minutos antes del inicio de la función, por tanto, aprovechamos para pasear un rato, en coche claro, porque la temperatura no estaba ni para hacerlo andando ni para esperar dentro del coche.
Mientras estábamos de paseo, Eduardo Nieto, me telefoneó, al final no actuaría en mitad del paseo marítimo, a la altura del monumento del copo, sino frente a la playa, en una especie de plaza, que hay a la entrada de una urbanización. Me pareció una genial idea.
Pero claro eso acarreó los constantes líos de, "¿ Paro aquí o allí?", " Me has dicho aquí", "¿Sigo para allá?", " Mejor paro aquí", " Es que me has dicho que...", etc., todo eso hizo que no disfrutara del paseo, ni del momento que estaba viviendo. Yo y mi vehemencia me impidieron disfrutar ese momento.
Finalmente llegamos al lugar de actuación, la hora se acercaba y no había donde aparcar, así que mis padres me dejaron en dicha plaza y se fueron a buscar un lugar. Me quedé allí solo, rodeado de gente y empecé a ensayar, quería adaptar mis movimientos a la nueva localización.
Y en ese momento aparecieron mis padres, en el coche, y aparcaron justo frente mía. Al acabar podría salir corriendo e iban a verme actuar. ¡¡¡ Todo perfecto!!!.
A partir de ese momento, me dediqué a ensayar, por cierto, había un señor con sus hijos sentado en la escalera donde yo estaba, que no me quitaban ojo y se les notaba en sus caras la idea de: "¿ Qué hace el tonto este en nuestra urbanización?" . Es cierto, que la sensación no era muy agradable, me llegó a provocar incluso vergüenza pero seguí a lo mío.
Al rato llegó la coordinadora y entre los dos decidimos como sería la actuación. Empezaría en una pequeña balconada mirando al mar. El público se coloraría en la acera, frente a mí y una vez que estuvieran allí, yo bajaría por unas escaleras hasta llegar a la acera. Tendría total libertad de movimiento.
Cuando ella se fue, volví a repasar el texto unas dos veces más y sobre todo lo llené de movimientos, realizando una nueva partitura, adaptada al lugar, al balconcillo, a la escalera, a la altura y totalmente distinta a la habitual.
Magistral sincronizacion.
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