Estaba plácidamente sentado, cuando oí aplausos. Eso era un indicativo de que mi compañera había acabado su actuación y me tocaba a mí, pero la consigna para yo empezar es: "Edgar, Edgar" y eso no lo había oído. Además eran las 21:33 h, o sea en media hora se habían hecho ya 2 de las 3 partes de la pieza. Era imposible, si aún era de día.
Ahí empezó mi dilema:" ¿Empiezo a gritar que es como inicio mi actuación y empiezo, me asomo solamente y veo si mi compi ha terminado?, ¿ Mejor me quedo quieto y espero a ver que pasa, vaya que el aplauso haya sido por algo chulo que ella ha dicho y le corte su actuación?..."No sabía que hacer, hasta que me armé de valor, grité y empecé.
No tenía claro si era el momento de salir o no, pero no quería esperar más, bueno yo no, era Rafael Echevarría el que no quería esperar más. Tenía como una extraña sensación, como si cada vez fuera menos Lolo y más Rafael y este me estuviera diciendo: " Lolo por favor, cállate ya, vete ya, quédate un ratito quieto y préstame tu cuerpo a mí para que vuelva a pasear por mi jardín".
Sé que al leer el párrafo anterior, pensaréis que estoy loco o que esto se parece más a una sesión de espiritismo que a la reflexión de un actor, pero os prometo que no he visto Ghost en exceso, sino que siempre me pasa eso con este personaje. Lo tengo tan mío, tan interiorizado que vive solo, improvisa y hace lo que le da la gana, su texto no es aprendido, sino que él habla.
Así que casi impulsado por él y por mis ganas de sentirme un año más ese vasco, rico, chulesco y fanfarrón empecé la actuación.
Tardé tanto en empezar y en decidir si salía o no, que cuando lo hice, el grupo, de unas 25 personas, ya venían hacia mí.
No los pude recibir en la gran araucaria. Allí es donde los deja mi compañera y me reciben, haciendo un semicírculo, y hago mi presentación. Luego los invito a entrar a la finca. Esta vez me los encontré en un camino estrecho y casi en fila india, ahí no podría presentarme.Pero ya no era yo. Lolo se hubiera ahogado en un vaso de agua y se hubiera puesto a pensar y calibrar las cosas, pero como ahora era ese "echaillo pa lante", seguí como si nada, hice una mini presentación, moví al grupo y los puse cerca de la ninfa, ahí me presenté y ya todo siguió según lo establecido.
Fue un grupo muy variopinto, con todo tipo de perfiles y formas de ser, pero con un interés común, las ganas de cachondeo. Todo esto dio lugar a que Rafael sacara todo su repertorio de chistes y de bromas y que todas fueran recibidas con ánimo y humor.
Como lo tenía todo tan asimilado y tenía tantas ganas de ser Rafael, al principio fui un poco comedido, usé los primeros minutos para tomar el pulso a los asistentes. Mi total estado de euforia podía dar lugar, más que aun personaje gracioso a uno "graciosillo" por tanto, al principio fui un poco de puntillas.
En mi primera pregunta, un chaval de unos 13 años, me dijo un "sí" pero sin mucho ánimo y ya Rafael le soltó una de las suyas, todos empezaron a reír y listo, ya fue el blanco de todo el camino. Además venía con su familia, una familia gallega, bastante amplia que lo pasaron bomba, respondían a todas mis provocaciones y juegos y siempre con mucho humor.
Después recuerdo el momento en el mirador. Era el primer verano que estaba en dicho lugar y aún hacía sol. Es verdad que sin la oscuridad de la noche no es tan mágico, pero yo me sentía el amo del mundo. No solo creía que ese mirador era mío, sino que dominaba al público, a Málaga y al mundo. Los quería hacer feliz, que olvidaran sus vidas diarias. Yo estaba disfrutando y haciendo disfrutar. ¿Hay algo más bonito?.
Y por último el final, donde pese a que apenas se veía nada, pues al llegar al último tramo se hizo de noche y no habían puesto luz artificial, no quería dejarlos, saboreaba cada frase, cada minuto, lo extendía todo lo más posible y eso que no nos veíamos, pero no quería acabar ese sueño.
Fueron un grupo tan bueno, que como se hizo un solo pase, los dejé un rato en el mirador para que se hicieran fotos, luego hubo bromas que repetí varias veces para que todo el grupo pudiera oírlas, en el momento que doy una voz, para asustar al público, algunos se asustaron. Vamos que fue todo magnifico, respondí con rapidez a todo lo que me decían. Mi amigo Emilio, que venía en el grupo, no paró de tener conversaciones conmigo con mucha vitalidad.
Son muchas las sensaciones que me llegan de esa magnífica tarde/noche, de ese broche de oro de personajes relacionados con Málaga, prisas y dobletes, del jueves 8 de julio del 2021.
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