Aparcamos donde siempre, a la puertas de nuestra casa familiar en Granada, el hotel Urban Dreams. Esta vez no nos esperaban las chicas de apoyo.
Rosa acababa de sacarse el carnet de conducir, y venía junto a Silvana en coche y por tanto llegaban retrasadas.Eso de la merienda antes de descargar y montar, se ha convertido ya en tradición. Al igual que lo es, no hacerlo en el bar del hotel, sino en el comedor donde actuaríamos.
Recuerdo que había una muchacha fregando el suelo y yo por más que quería evitar pisarlo, más lo pisaba, la pobre, decía que no le importaba, pero es lógico que sí.
Cogimos los cruasanes y empezamos con nuestra reposición de fuerzas, poco a poco se fue incorporando el resto del elenco a la merendola.Las conversaciones no iban muy en mi línea, menos mal que Elena y yo fuimos hilando conversaciones y riéndonos.
Repuesta la energía, nos pusimos a descargar, debo decir que no recuerdo el motivo, pero esta vez descargué bien poco.
Después, monté la entrada y ordené el atrezo de cada actor en su silla correspondiente.
Lo monté solo, pero claro está, con la ayuda inestimable de Dipi. Eso sí, Rosa se acercó como mil veces para preguntar si necesitaba algo o para intentar enmendar algo, acercamientos que amablemente respondía con un no.
Cuando estaba enumerando unas piezas de la cena que se estrenan en cada función, noté que falta gente. "Si no esta todo montado por qué faltan" Pensé.Parte del elenco, concretamente Chiara y Elena, se habían ido a una sala contigua a ensayar, bueno a repasar el texto, a recordarlo, Elena lo solicitó.
En una mesa, vestida con un mantel negro, estaban mis compañeros sentados, haciendo un pase a la italiana. Me uní sin rechistar, previamente me pidieron ir.
A algunos compañeros no les gusta repasar antes de empezar, porque los descoloca, pero a mí me gusta, y en esta ocasión mucho más.
En primer lugar me gusta, porque me da seguridad, y segundo porque estaba solo en mi habitación y como no me mola mucho estar solo, ese repaso acortaría el tiempo de soledad.
Fue un poco caótico. Más que ayudar, produjo el efecto contrario, pues se hicieron las escenas sin orden, se paraba mucho para leer texto, para confirmar cosas, para repetir, etc.
Acabado volví al salón para ultimar todo con Raúl, otra forma de alargar el inicio de mi soledad.
Creo que fue en ese momento, pegado a la barra del bar, donde recibí un mensaje por WhatsApp, un poco perturbador. Ya os lo contaré en la entrada siguiente, porque eran las 19:40 horas y no podía atrasar más mi soledad.
Granada, sábado 2 de marzo de 2024.
La conversación no iba muy en tu linea? Que bien sales en estas fotos hio..
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