Este viaje a Granada con Saborearte lo viví como un sueño,
estaba tranquilo y relajado en todo momento, hasta los últimos días que recibí
una información que aunque esperada o muy esperada no me libró de sorprenderme
o más bien caerme como un jarro de agua fría.
Un cambio voluntario y tremendamente positivo pero, que se
iniciaba ese mismo día, en Sevilla, y le imposibilitaba acompañarnos a esta cena.
Yo no podía sentirme más nervioso, pues a su lado no sólo siento una tremenda compañía y seguridad, sino que además es mi compañero de
preparativos, confidencias, miedos, aventuras, locuras y de habitación.
La verdad, que no me apetecía el momento de prepararme solo y lo que es peor, tras la función, estar solo en mi habitación, dormir solo y no salir puesto que mi amigo David no andaba muy animado.
Así que cuando esa mañana, por falta de tiempo y ganas, preparé todo planchado,
limpio y colgado en mi lámpara habitual, no solo puse mi ropa interior, mi ropa
de vestir, mi mochila, mi cartera, los cruasanes o todo el vestuario de Víctor sino
que también colgué en esa lámpara media tonelada de nervios y digo solo media
porque la otra media o tonelada y media la llevaba yo encima desde hacía días y
agudizada esa mañana.
Grande Jose....
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