Seis y media de la tarde, en una hora debo de estar en la esquina del Mercadona
de mi barrio, para irme destino a Casariche.
Hoy es nuestra tercera y última cita, con las jornadas
romanas. Hoy es la más light, pero quizá la que yo menos disfruto, la de la representación
teatral. Es la más sencilla pues solo realizamos la pieza, pero es la que menos
disfruto, porque ante esos monstruos de la Comedia
del Arte, yo me pierdo.
Hoy domingo 23 de agosto de 2015, voy muy bien de tiempo, o eso
creo, ya estoy vestido y con todo listo, solo queda acabar de escribir la crónica
del día de ayer.
Pues bien ayer sábado 22 de agosto de 2015, fue un día muy extraño,
ni el año pasado con un gran partido de futbol, yo juraría que un Madrid-
Barcelona ni el viernes , con un Málaga-
Sevilla he visto tan poco público en Ventippo. Una señora nos informó que podía
deberse a que en el pueblo había una boda muy importante.
Los viajes, tanto de ida como de vuelta se me hicieron muy breves. En el primero, fuimos charlando, de nuevo Juanma
y yo, aunque esta vez se nos unió a nuestra conversación, que no permitían a
Pani “resetear”, Coki. Y el de vuelta fue un festival de chistes, una hora
entera oyendo chistes, por cierto Coki contó alguno que no eran muy buenos pero
que los cuenta con un arte, que me hacían reír a carcajadas.
Pues creo que esas
fueron las únicas carcajadas que se oyeron en la jornada de ayer.
Llegamos sobre las 21horas, los puestos aun estaban terminando de montar, pero pese a ello, yo me dediqué a
dar un paseo, a ver tranquilamente la artesanía, hacer compras, disfrutar de un
relajado, solitario y tranquilo paseo por Ventippo
y realizar algunas fotografías.
En poco tiempo me vestí y me preparé. Ayer me maquillé la
barba de blanco, el día anterior no lo hice, porque la pastilla con el
maquillaje quedó bajo uno de los asientos del coche de Javi.
Una vez listo, hicimos el primero de los pasacalles, pero Ventippo aun estaba vacío, apenas había
nadie, las calles estaban desiertas y solo nos
encontramos a unas dos o tres familias, tal era la falta de público que
nos daba vergüenza acercarnos a la gente
porque podíamos hasta molestarlos.
Poco a poco fue viniendo más público y cuando acabó nuestro
horario, el mismo de todos los años,
Ventippo era un hervidero de personas. No sé por qué ayer, cuando no hacía tanto
calor, las personas del pueblo se animaron a subir tan tarde.
Si debo destacar dos cosas, la profesionalidad de Javier
Oliva, que aunque apenas había público, sacaba animación de donde no la había,
bien corriendo detrás de un árbol, haciendo juegos de defensa con los
pequeñines, realizando brindis, o buscando a la loba capitolina.
Eso si, como había tan poco público íbamos en grupo, algo
que no me gusta por eso creo que el viernes estuve tan bien y ayer más flojo. Cuando
vamos en grupo, o nos apelotonamos todos para hablar y parece una pelea de
gallinas o solo dos o tres actúan y el resto mira, en cambio por separado,
vamos a nuestro ritmo divertimos a la gente y tampoco las acosamos en un grupo
de seis.
Vamos esto último es mi propia y personal apreciación. Después
del primer pase y la cena estaba muerto, pero el camino de vuelta plagado de
humor me hizo que no pegara ni una cabezadita.
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