Nada, lo dicho que a mí no me saldrá, él no llegará a mí,
pero yo voy a hacer que a este hombre le guste la playa por obligación.
El pobre Rafael Echevarría que se compró la Finca de la
Concepción para descansar. Seguro que pasaría los veranos en su finca, relajado y no habrá
pisado la playa en su vida y yo lo llevo, por narices, a la playa todos los días.
Bueno, hoy el Sr. Echevarría no ha llegado a la arena,
simplemente me ha acompañado por el paseo marítimo hasta mi destino. En cuanto
pisé la arena, lo dejé a él fuera.
Pues si, hoy miércoles 8 de junio del 2016, mientras iba de
camino a la playa, desde casa a la Misericordia, para pasar una tarde de charlas, risas y confidencias, con
esas cuatro “personajes” llamados Marina, Ana, Fani y Félix, he ido repasando
los monólogos de mi Rafael de mi alma.
Bueno, lo mismo que he hecho esta mañana, cuando me vine
andando desde el Puerto de la Torre y los mismo que he hecho, ahora, antes de ducharme. Pero ahora he visto
algo de luz, porque el primer monologo
me ha sonado medio bien por primera vez.
Aleluya, quiero decir que he cambiado un poco la forma de colocar la boca, más natural y parece que suena mejor. Además como resultado; siento menos dolor de mandíbula.
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