“¡¡Ay qué bien me lo he pasado‼. Gracias don Luis Mejía por darme, después de casi 5 años, la oportunidad una vez más, de meterme en tu cuerpo”.
Esto era lo que escribí el pasado sábado, 2 de noviembre del 2019, tumbado entre dos sillas de la primera planta de la Casa de la Juventud de Monturque, Córdoba. Acababa de terminar mi primera escena en Las cenas con el Tenorio, la de la apuesta entre don Juan y don Luis, una vez que la acababé, me subí a esa habitación, completamente blanca y vacía, que fue nuestro "camerino" . Llegué, me tumbé, saqué mi móvil y me puse a escribir lo que había sentido. Esa fue la primera sensación que me vino a la mente y de la que quise dejar constancia.
Aunque ahora que pienso, esa reflexión no es muy correcta, pues no me metí en el cuerpo de don Luis, sino en las páginas del texto escrito por José Zorrilla. Últimamente me meto en pieles de personas reales que existieron y eso conlleva una documentación previa y la responsabilidad de honrar a dicha persona, pero esta vez fue un personaje puro y duro.
Nada tenía que ver ni con la realidad, ni con un monólogo que últimamente es lo único que hago. Además era un personaje típico y archiconocido del teatro clásico español y no sé por qué pero mi sensación fue como, de estar haciendo "teatro de verdad" pues era una vuelta a los orígenes de este arte.
A ese personaje lo amo con locura, él me acompañó durante un curso en "Técnica Vocal II" en segundo de la ESAD, fue casi el protagonista de mi TFG, de hecho rodé una secuencia sobre él, con él me subí, por primera vez, a las tablas de la sala grande del desaparecido Teatro Alameda, también enfundado en dicho caballero celebré mis primeras cenas teatralizadas e incluso, cuando viajé a Mérida con Diego, en plan amigos y haciendo el tonto, interpreté su monólogo en el teatro romano de dicha ciudad y recuerdo que los turistas, como yo, que andaban por allí de viaje, comenzaron a aplaudír. Creo que entendéis ahora por qué fue tan entrañable, volver a decir esos versos que comienzan con un :" Buscando yo como vos.."
Además el teatro en verso nunca lo entendí, me parecía carente de sentido, eran como palabras sin lógica, escritas para sonar bonito. Hasta que en primero de la ESAD, comencé a trabajarlo con la gran profesora Blanca Nicolás y ella me enseñó a amarlo. Desde entonces el teatro clásico me apasiona y el verso aun más.
Comprendí que los versos estaban llenos de sentido, de emociones, de aventuras y de chistes. Lo importante era saberlo decir bien para que llegara al público de una forma clara y entendíble. El intentar decir el verso como si fuera prosa, darle sentido, aunque a primera vista es complicado de decir y de entender y luchar para que le llegue el mensaje al público, para mí siempre ha sido un reto y un lujo, además, esto te permite hacerlo de una forma más grandilocuente y eso me gusta. Todo ello también me ayudó a tener tantas ganas de don Luis.
Estaba cansado de tanto realismo y de tanto Halloween, por tanto mi mejor recompensa fue acabar la fiestas de todos los Santos, como bien manda nuestras tradiciones, con el clásico Tenorio.
Por todo lo dicho salí a actuar con muchas ganas. Si se supone que el mundo es un 71 % agua y un 29% tierra, mi cuerpo en ese momento era 50% nervios y 50 % ganas. Estaba deseando salir, meterme en don Luis, pregonar con prepotencia sus hazañas, pero a la vez estaba muy nervioso, pues en los ensayos anteriores nunca lo di todo y en los previos de hoy, no estuve muy lúcido y si a esto le sumamos que el tener tantas ganas de salir tampoco es bueno, pues puedes salir como un caballo desbocado, con energía de más, sin la concentración necesaria y que se te vaya el texto o lo que es más común en mi caso, la dicción.
Tras una presentación de Cuitti y un baile, la primera escena como tal era la mía con Javi. Ambos estábamos en la puerta de la sala, pidiendo silencio a los camareros, que se hicieron una foto con nosotros,estos eran súper amables y encantadores. Pues muy atentos para poder oír nuestro pie que desde fuera no se oía mucho esperábamos mi compi y yo.
Y llegó el momento, salimos, entramos en la sala y fue todo tan rápido que no fui consciente que entraba a escena, hasta que lo estuve dentro, pero no me puse nervioso al contrario pensé, : “Lolo por fin estás aquí”.
Lo primero es un monólogo de Don Juan, donde pude disfrutar del arte de Javi de primera mano, fue un lujazo ver su presencia y su saber estar.
Lo he visto actuar antes, pero su presencia como don Juan y sobre todo cuando se presentaba abriendo la capa fue impresionante. Yo, mientras él hablaba, actuaba pero a medio gas para no quitarle foco y entonces terminó y empezó mi monólogo, no sé como estuvo, lo mismo fue exagerado, gritado, sobre actuado, no lo sé, pero yo y según mi crónica escrita post-pase lo viví así:
“Cada vez me sentía más dentro del personaje, pues me movía a mis anchas y lo pasaba genial. Creo que me he lucido, me he gustado y me he oído a mi mismo, eso no es bueno, pero en un personaje tan egocéntrico como este es un punto a su favor, y sobre todo me he dejado llevar, pues hice cosas que no estaban ni planteadas. Lo he entonado como nunca, con pausas, con descansos, dándome tiempo, mirando a la gente, hablándoles a la cara, en una palabra disfrutando.
El momento ha sido muy bonito de verdad, la actuación no lo sé porque no me he visto, pero lo he gozado de verdad, cero nervios y cero inseguridad pues el texto salía solo, las entonaciones solas y todo lleno de vida.
Una vez juntos en el escenario lo he disfrutado como jamás lo había hecho en los ensayos, también es verdad, que ha sido la primera vez que se ha hecho con el reparto entero y actuando. Me ha parecido que ha estado lleno de vida. Yo lo he pasado bien y lo he disfrutado mucho. Ha sido una fiesta.”
Al salir de escena, no ha habido ni un aplauso, cosa que con el resto de escenas sí, pero creo que ha sido porque nos hemos ido de forma escalonada y el público no sabía que era ya el final.
Tras mi escena, vinieron casi cuatro platos del menú con su consecuente tiempo de espera para que el público comiera, más los tiempo de servir y recoger los platos, más por supuesto cinco escenas más. Eso en minutos fueron casi hora y media de espera.
Tiempo que se me hizo en algunos momentos eternos.
Pude: Cenar un bocadillo de queso de untar y jamón cocido que me hizo mi madre, escribir para el blog, descansar tumbado, relajarme, aburrirme, cansarme, hablar, estar con todos los compañeros, estar solo con Javi, solo con Cristina, solo con las bailarinas, que por cierto, fueron el gran descubrimiento de la noche, porque no pude reírme más con ellas, de probar el requesón con queso junto a Edu, de hablar un poco con los camareros, de sentarme solo en la escalera, de hacerme fotos, de trastear Instagram y después de todo eso, por fin llegó la segunda escena.
Esta fue la crónica que escribí:
“Ahora si ha habido aplausos y muchos, quizá la lucha ha sido lo más espectacular, aunque creo que ha estado sucia, pero si en la sala no había ningún experto en lucha escenica o esgrima ha salido bien. Me ha encantado el porte que Javi al coger la espada.
Este texto siempre me dio miedo y la verdad es que me he trabado, pero como el personaje estaba triste lo he justificado y creo que no se ha notado.
Es una escena muy corta y como tal se me ha pasado. De nuevo lo he disfrutado, ahora era un personaje cabizbajo y lo he intentado hacer.
Hay una frase lapidaria de mi personaje donde me encanta oír mi voz y en esa sala ha sonado genial o al menos yo lo he sentido así. Creo que de nuevo he hecho matices, pero en mi momento más dramático he dado un golpe a una mesa y la gente se ha puesto a reír y comentar. Creo que no debí hacerlo.
También creo que es casi el final y el público ya está más animado o más cansado puesto que en mi escena lo han ido comentando todo, creo que ha ido muy bien y para muestra el gran aplauso. "
Y una vez terminada la escena mi participación, en Las cenas con el Tenorio acabó.
En cuanto a la retroalimentación debo deciros que no tuve una directa, a nivel de enhorabuenas o críticas por parte del público, también es verdad, que como siempre, no las busqué pues en cuanto terminé de actuar me quité de enmedio.
Hasta que no viví la obra en su totalidad, no fui consciente de lo poco que particaba mi personaje y después de escenas fuertes, pensé que don Luis quedó un poco en el olvido, pero cual fue mi sorpresa que al saludar, por cierto, lo hice solo, cosa que en principio no era así, pero que me gustó pues me ayuda a evaluar mi trabajo.
De pronto Edu me llamó y al cruzar la sala para subir al escenario, oí un pequeño "bravo" y tras este fueron muchos más. De hecho al pasar por la mesa donde estaban miembros del ayuntamiento, creo que fue un muchacho de esa mesa me dijo un bravo, muy bajito, que me lleno de orgullo. Así que por lo visto Luis Mejía caló en Monturque.
De pronto Edu me llamó y al cruzar la sala para subir al escenario, oí un pequeño "bravo" y tras este fueron muchos más. De hecho al pasar por la mesa donde estaban miembros del ayuntamiento, creo que fue un muchacho de esa mesa me dijo un bravo, muy bajito, que me lleno de orgullo. Así que por lo visto Luis Mejía caló en Monturque.
Después nos pasó algo que jamás me había ocurrido y que para mí ha sido inolvidable y fue el momento de cruzar de nuevo la sala desde el escenario a la puerta de salida, al otro extremo de la sala, pues no había otra forma de salir.
En ese momento el público ya estaba en pie, poniéndose las chaquetas, hablando con los amigos, los camareros recogiendo y nosotros empezamos a caminar, cada uno a su ritmo, yo iba el primero y de pronto, sin esperarlo, de forma totalmente expontanea, y saliendo del corazón parte del público se volvía y nos aplaudía, nos daba la enhorabuena, nos felicitaban, nos sonreían.
Fue precioso, ya había acabado todo, ya no era hora de aplaudir, pero ellos lo hacían de corazón como agradecimiento por nuestro trabajo y eso fue muy bonito, especialmente para mí que fui el primero en salir de la sala y el que me pilló esa reacción totalmente de imprevisto. INOLVIDABLE ESE MOMENTO.
En ese momento el público ya estaba en pie, poniéndose las chaquetas, hablando con los amigos, los camareros recogiendo y nosotros empezamos a caminar, cada uno a su ritmo, yo iba el primero y de pronto, sin esperarlo, de forma totalmente expontanea, y saliendo del corazón parte del público se volvía y nos aplaudía, nos daba la enhorabuena, nos felicitaban, nos sonreían.
Fue precioso, ya había acabado todo, ya no era hora de aplaudir, pero ellos lo hacían de corazón como agradecimiento por nuestro trabajo y eso fue muy bonito, especialmente para mí que fui el primero en salir de la sala y el que me pilló esa reacción totalmente de imprevisto. INOLVIDABLE ESE MOMENTO.
Gracias Monturque pues sois un público maravilloso, a Edu por estos momentos y al Restsraurante Los Faroles por esas riquísimas gachas.
Me alegro lo pasaras bien, que de eso se trata esta pelicula llamada vida.
ResponderEliminarY felicidades por trabajar con Carmen Abenza.
Me alegro por todo lo que haces que sé de buena tinta que cualquier personaje que hagas lo bordas. Mi enhorabuena por toda tu trayectoria teatral. un abrazo.
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