Esta entrada empieza mal, pues lo hago de una forma que no es políticamente correcta. Solo espero que no hayan muchos “indignados", ya que os voy a confesar algo muy fuerte y ahora mismo: No me gusta mucho viajar.
Pero por otro lado soy tan curioso que cuando viajo, soy como un ratoncito y me gusta investigarlo todo, fijarme en cada cosa, hablar con la gente, preguntar y no dejar un detalle por ver o un plato típico por probar. Los viajes por trabajo suelen darme una pereza enorme pero luego cuando ya estoy en ello, mi curiosidad es superior a mi pereza, esto me hace ver y descubrir cosas nuevas que me enriquece un montón.
También el hecho de actuar en lugares nuevos es muy interesante, pues llegas a sitios donde nunca has estado, a veces son sitios inverosímiles y tienes que modificar tu actuación a ese lugar, probando tu capacidad de adaptación y otras llegas a sitios impresionantes donde quieres conocer cada rincón y empezar a ensayar en dicho lugar, pues deseas verte ¡¡ya!! actuando ahí. Ese momento de entrar a un nuevo teatro es como la emoción de un niño pequeño cuando abre un regalo de cumpleaños, pero por otro lado todo lo nuevo es salir de tu zona de confort y eso provoca un poco de inseguridad, de miedo y de descontrol o al menos a mí.
Por todo ello veréis ahora, como el previo del pasado sábado 2 de noviembre del 2019, antes de Las cenas con el Tenorio en Monturque, Córdoba, fue una montaña rusa.
Lo mejor fue el horario, a Eduardo Nieto no se le fue la olla, como le suele pasar a los directores cuando salen fuera, y llegamos a Monturque a las 19:15 aproximadamente. Por lo que se ve Edu no veía necesario irse 4 o 5 horas antes a Córdoba, y la verdad que yo tampoco.
Llegamos a Monturque y buscamos aparcamiento, lo encontramos rápido, para los tres coches que íbamos y muy cerca de la plaza del Ayuntamiento. Lo malo fue que no lo estaba de la Casa de la Juventud, que era donde actuabamos y tuvimos que andar unos 8 minutos. La verdad, que no estaba tan lejos pero si no conoces el lugar, las distancias se multiplican. Lo mejor fue cuando llegamos a la sala, y la chica del ayuntamiento, encargada de recibirnos, nos comentó que justo en frente de la Casa de la Juventud, había tres aparcamientos reservados para nuestros coches. ¡¡¡Olé!!!.
Pues a lo largo de ese mini trayecto, fue donde mi pereza murió y salió mi vena ratontico curioso, pues mientras mis compis caminaban, yo me iba fijando en todo, que si una curiosa cafetería donde las mesas eran de camillas redondas, para que los parroquianos pasarán las tardes de invierno de tertulia pero calentitos, un garaje que por dentro estaba decorado de mil cosas curiosas y unos escaparates con vestidos de señoras de los años ochenta. Eso sí ese trayecto se hizo entre bromas, chistes y comentarios. Íbamos bajando una cuesta enorme casi a oscuras, cargados, cada uno a su ritmo, pero haciéndonos bromas a voces. Eso reflejaba el buen ambiente que había entre todos.
Y por fin llegamos al momento de abrir el regalo de cumple, o sea, entrar al lugar donde íbamos a actuar. Lo que más me sorprendió, nada más entrar, fue que había una fuente para beber, me pareció muy curiosa allí en la entrada y también me pareció muy curioso, otra cosa que descubrí más tarde, que no había en toda la Casa de la Juventud un espejo, pero ni uno. Menos mal que las bailarinas llevaban y me prestaron que si no...
En cuanto entré a la sala de actuación, esta me resultó más pequeña que en las fotos que nos mandó Edu, pero desde el primer momento me gustó, me pareció muy acojedora, el escenario molaba, las mesas tenían muy buena disposición, distinta a como se nos plantearon en un principio, pero mucho mejor y la decoración de estas era muy chula. Ahí fue donde establecí mi primera "amistad", y fue con una camarera con la que hablé de dicha decoración.
Existen dos tipos de actores, los muy "respetuosos" que son un poco más de la vieja escuela, pues entran de tapadillo a los sitios y siempre esperando órdenes y los "activos". Yo soy más de los últimos. Los "activos", somos los que cuando entramos a una sala nueva nos vamos directos al escenario y comenzamos a probar la voz, a observar, a marcar movimientos, a comprobar que estas cómodo en el sitio etc y el sábado creo que fuimos activos casi todos, como bien refleja la primera foto de esta entrada, pues fue llegar, soltar las bolsas de vestuario en el suelo y comenzar, Olga y Eva a bailar para ver su colocación, José a probar la voz y por último Javi y yo a ensayar y adaptar al sitio la lucha de espadas.
Eran las 19:33 en dos horas actuábamos y había que vestirse y demás, así que yo por si acaso repasé lo que llevaba peor, que era la lucha de espadas. Marcamos posiciones, salidas y la hicimos unas tres veces. Después me puse a ensayar mi monólogo para afianzarlo, crear posiciones según la colocación de las mesas y proyectar la voz. Pero fue en entonces cuando nos dijeron de subir a la primera planta, donde dos salas blancas, completamente vacías, bueno con algunas sillas grises, otras con palas y no sé por qué unas cuantas pelotas, fueron nuestros camerinos.
Nada más subir, en un rinconcito y junto a un enfuche, puse dos sillas, en una coloqué mis cosas; mochila, maquillaje, agua, móvil etc y en otra todo el vestuario de don Luis, como se puede ver en la foto, con ello creé mi propio espacio, mi lugar, donde intento perder ese descontrol o esa inseguridad que comentaba que tengo cuando actúo fuera, pues ya tengo mi lugar.
Ahora empezaba un tiempo muerto, breve, pero muerto, así que, como al último ensayo, ensayo extraordinario que no estaba programado inicicalmente, no fui, nunca había dicho el texto con Javi, sin que llevara el guión en la mano y para acostumbrarnos el uno al otro, empezamos a repasar texto y fue ahí donde me puse muy nervioso, pero mucho. Estábamos solos en esa sala blanca y me puse muy nervioso pero tanto, que el texto empezó a fallarme, a bailarme y me lié un montón.
Acabado eso, bajamos, esto lo escribo muchos días después, así que no recuerdo si lo hicimos porque nos lo pidieron o lo decidimos nosotros solos, pero la cuestión es que nos fuimos a la sala. Allí estaban ensayando Ángeles con José y Olga con Eva y ahí que nos metimos también nosotros a ensayar los nuestro. Hicimos un pase completo de todo y al acabar, pero justo al acabar, Edu nos informó que se iniciaba un pase completo de la pieza.
Y ahí que volvimos a repetir la primera escena, que por cierto la acabábamos de terminar. Viendo que era tarde, me subí al camerino con las chicas. Ellas habían terminado de ensayar pero a mí aún me quedaba una escena, pero eran las 20:33 y decidí adelantar y empezarme a maquillar. Estábamos cada uno a lo suyo hasta que Eva pidió consejo a Olga sobre el tono de su maquillaje y ya no pude parar de reír más, que tía más graciosa, más artista, más interesante y sobre todo con una familia muy apasionante.
El tiempo seguía pasando, todos seguían ensayando, nadie me llamaba para mi segunda escena, quedaban 25 minutos para abrir las puertas y fue en ese instante cuando nos anuncian que se suspende el ensayo y que a vestirnos.
Y ya todo fue coser y cantar, vestirnos, ayudarnos unos a otros, Ángeles nos supervisó estrictamente el vestuario a todos, nos hicimos fotos, nos contamos nuestras impresiones antes de salir, nos hicimos más fotos, nos presentaron a la alcaldesa, vestí dos veces a doña Inés, algo que me encantó y ahí entre una cosa y otra, ya no tenía pereza, ni nervios, ni curiosidad de nada, ya estaba enfundado en el traje de don Luis y ya estaba empoderado por él y me comía el mundo y en esa estábamos cuando con 10 minutos de retraso comenzaron Las cenas con el Tenorio.
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