Cuando el jueves 2 de septiembre del 2021 iba para casa tras la representación de El origen, sabía que era la última vez que lo haría en el verano de 2021. Con este comentario no quiero ahora echarme flores, ir de visionario o de esas personas que tienen sensaciones, o perciben indicios o algo parecido, para nada, a mi vena energética, que por cierto últimamente y vividos algunos hechos creo que tengo, le hago poco caso, en cambio a la economista si le hago y mucho.
Cuando estudié económicas no fue por vocación, ni mucho menos, pero se me quedaron muchas cosas marcadas, como la retroalimentación, el gusto por hacer balance de todo, las probabilidades y las estadísticas.La visita teatralizada del jueves 2 de septiembre, no era la ultima de la temporada, aún había otra programada para el día 16.
En los buenos años, cuando se hacían 5 o 6 pases semanales, era llegar septiembre y suspenderse la visita que había prevista para la primera semana de ese mes y en los últimos años con todo este lio, ya, ni se programaban. Viendo esos datos, estadísticamente hablando, era muy poco probable que la función del 16 de septiembre se hiciera. El pase de este jueves ya fue todo un regalo.
Como solo hubo un pase, acabamos muy pronto, sobre las 22:45 aprox. El compi que me acerca al barrio no pudo hacerlo, pero una compañera me dejó en la parada del bus. Es más, el bus llegaba a la vez que me bajaba del coche, iba a cogerlo, pero por el tema de la pandemia y como era muy pronto me dije: " Lolo no lo hagas" y empecé a caminar.
Poco a poco ese camino era más y más mágico.Lo primero fue la música. Con mis auriculares al máximo y dejándome llevar por la música de Raphael, Rocío Durcal, especialmente su duo de la canción, Qué sabe nadie y mi descubrimiento de este verano el A ver que pasa de Rigoberta Bandini, me iba generando una sensación especial de júbilo.
Lo segundo la soledad, no había nadie por la calle y si iba solo y el nivel de contagios era muy bajo, me pregunté que por qué no me quitaba la mascarilla y eso hice.
Fue mi primer paseo en años sin mascarilla. Sentir el aire en la cara, el aire de una noche de verano y caminar ensimismado por la música fue impagable, pero si encima lo llenas del olor del verano se vuelve MÁGICO.
Pasé por el jardín de una casa mata que estaba plagada de jazmines, arranqué uno y ese maravilloso olor me acompañó todo el camino. Jazmín que luego me sirvió como regalito para mi madre.
Música + olor a jazmín + soledad + verano+ noche+ sin mascarilla + libertad = FELICIDAD.
Escribo esto casi 4 meses después y esa sensación está aún en mi sentir.
Ya cerca de casa me pasé un buen rato sentado en un banco, hablando por el móvil. Todo en mí era positividad.
Es que todo lo relacionado con el Jardín Botánico de Málaga y el verano, siempre simboliza, desde el primer día que lo pisé para el casting, plenitud.
Por si se cumplían las probabilidades, no había mejor forma de cerrar el verano del 2021.
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