El previo de la última jornada de las visitas teatralizadas, La noche del recuerdo, fue en cuanto a sentimientos y sensaciones muy similar a la del día del estreno, pero muy diferente en cuanto a hechos, incluso hubo un acontecimiento totalmente inesperado.
La sensación de miedo al Covid y las pocas ganas de socializar fueron idénticas. Los compañeros que trabajaban en esa visita teatralizada eran estupendos, pero quitando a mi Luisa, con el resto no tengo una especial intimidad, así que una vez más, opté por ser independiente y buscar mi soledad. Además eso era más seguro.
Cuando llegué no me encontré a mi Luisa en la plaza del Patrocinio, ni a ningún otro compañero y aunque sabía que estaban en las distintas salas que se habían habilitado como vestuario, yo decidí, discretamente, abrir la berja del camposanto, entrar en él y sin llamar la atención, diriguí mis pasos al mismo sitio solitario donde me cambié la semana anterior. Solté mis bolsas y cuando iba a proceder a vestirme, miré el móvil y comprobé que aún era pronto, así que me senté en un escalón, mandé un audio a mi Luisa por si ya andaba por ahí y continué escribiendo para este blog.
Es que antes de salir de casa, sobre las 19:00, empecé a escribir una entrada. Fue lo único que hice antes de salir, pues ese día no me maquillé, ni en casa ni por supuesto en el cementerio.
Esa tarde/ noche actué con la cara lavada, bueno y casi tapada.
Conozco a muchos actores que no se maquillan antes de actuar. ¿ Para qué? Pero no sé, yo cuando me maquillo me veo distinto, como que no soy yo y me ayuda a meterme en los personajes y a sentirme menos Lolo, pero esta vez entre el sombrero y la mascarilla solo se me veían un poco los ojos, para qué me iba a maquillar.
Esa entrada para el blog, también la seguí escribiendo mientras caminaba tranquilamente desde casa a San Miguel, por cierto, que hubo una parada en Aparicio para comprarme un dulcecito.
Mi Luisa seguía sin aparecer, yo seguía enfrascado en mi escritura, de hecho estaba excesivamente tranquilo, como si eso de tener que actuar ahora no fuera conmigo, pero el móvil me indicó que ya eran las 19: 47, que en 45 minutos empezaba la visita y aunque tenia tiempo aún para vestirme y calentar, decidí no hacerlo con prisas y empecé a ello.
Cuando acabé que por cierto, me costó horrores ponerme el pantalón y los tirantes, pues los estragos de los dulces y los helados eran muchos, grabé, siguiendo los consejos de mi amigo David, un video para colgar en mi Instagram, según él si combino fotos y videos puedo llegar a promocionarme más.
Una vez vestido y con el video colgado, fui a las sala/vestuario y solté mis cosas. Me encontré con mi Luisa y ya no nos separamos más.
Cuando estaba con ella, en su lugar de actuación, montando su escenografía, ¡¡¡Sorpresa!!! Sentí algo raro al caminar y era que parte de la suela de mi zapato se había despegado. Rápidamente fuimos en busca de Edu para que nos diera alguna solución y fue, dar dos pasos, y la suela se despegó por completo. ¡¡¡ Así no podía actuar el pie estaba en el suelo y el zapato deshecho.!!!
La única solución fue usar cinta de embalar y con ella hacer un apaño, la verdad que quedó bien. Para evitar males mayores, Eduardo me dijo que tuviera el rollo toda la noche por si volvía a pasar.
Y no pasó. Es más, quedó tan bien que no se despegó, ni me acordé de eso en toda la noche.
Arreglado el desastre, me fui con mi Luisa y ya juntos de conexión, chistes, conversaciones y anécdotas pasamos los minutos previos a la visita. A las 20: 30, me fui a mi lugar de actuación.
Esta vez no había ni coche, ni chófer, así que tuve que creé una nueva forma para presentar y despedir a karpis.
Y poco más, seguí escribiendo en el blog, hablando en una intermitente conversación por WhatsApp con Zumaquero, grabando videos, haciendo fotos y buscando un lugar seguro y discreto donde dejar mis cosas mientras actuaba.
PD: El sombrero ya había vuelto de su casa rural y el que se ve en estas fotos era el de Eventos con historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario