sábado, 25 de enero de 2025

DE ACÁ PARA ALLÁ PERO FELIZ.

 

Como la falsa "monea" de mano en mano. Recuerdo cuando participé en la serie La Peste, sobre todo el primer día de rodaje, que entrabas por la puerta y ya te llevaban de un lado a otro. Todo estaba organizado, tu voluntad se anulaba y era: "Ponte aquí, haz esto, te toca aquello, ahora espera aquí".¡¡ Ofú.!!

Pues hoy en el previo de la visita teatralizada de La infancia de Picasso, me he sentido un poco así. 

Cuando actuo, me gusta llevar todo organizado,  controlado y hoy  ha sido improvisación, tras improvisación, iba de un sitio a otro, haciendo todo lo que tenía que hacer y era necesario pero sin planificarlo, ni pensar. Ha sido: "hago esto aquí y ahora me voy allí y hago lo otro y luego allí".

Pero bueno ha ido  bien,  sobre todo gracias a mi madre que casi me echa de la casa a patadas.

Como siempre tuve mi visión positiva del tiempo y como empezaba a actuar a las 12:15 y en el Museo Revello de Toro, pensaba salir de casa a las 12:00 ( no lo pensaba realmente, pero mi biorritmo de tranquilidad, lo parecía) y sentía que siempre era pronto. 

Bueno, a las 11: 39 entraba en el Museo Revello de Toro, lugar donde debería cambiarme y transformarme en Martínez de la Vega. 

Este no era el lugar donde debía hacerlo. Mi lugar de actuación fue el conservatorio María Cristina, pero era materialmente imposible, empezar a las 12:45 h, hacer el monólogo, cambiarme, irme a Renfe y subirme al tren antes de las 13:24 h. Cuando caminando del conservatorio a la estación había 26 minutos. ¡¡ Imposible!!.

Pues como me  adelantaron el orden de actuación, modificaron también la ubicación. Ahora lo haría todo en el Revello de Toro.

Entré y me sorprendió muy agradablemente las personas que allí estaban. Guardia de seguridad y chicas de recepción. 

Normalmente, suele ser como un atraco a mano armada, no saben muy bien lo que queremos, les pillamos de imprevisto y no suelen responder muy allá. 

Pero hoy el chico lo dio por hecho y la chica fue muy amable, ofreciéndome el baño o la sala audiovisual  que yo le solicité para cambiarme. 

Además cuando al acabar le pedí que me guardara mis cosas tras su mostrador, me ofreció un cuarto especial para ello. Ya digo amabilidad absoluta. 

Pues bien, pasé directamente a la sala del vídeo. Un vídeo sobre la vida de Pedro de Mena con un lenguaje muy retórico me acompañó todo el rato. Qué mareo de video, hay que saber castellano antiguo para entenderlo. 

Qué si no hacía cristos, sobre todo hacía dolorosas, qué si se puso malo, qué si quería que la gente pisara su tumba etc. 

Bueno eso en bucle. 

Yo llevaba muchas cosas; las mías, las de  Martínez de la Vega y las de Víctor. No podía permitirme el lujo de mancharlas, perderlas o mezclarlas. 

Lo primero que hice fue desvestirme y vestirme, allí mismo en la sala, con las puertas de par en par y con el museo abierto. Me podían ver pero no iba a arriesgarme a ir al baño, mezclar, manchar o perder algo. 

Bueno, ya vestido del pintor o mal vestido. Me voy, todo arriesgado y valiente, porque podía entrar alguien y mangarme, al baño, donde dejé cargando el móvil y empecé a maquillarme, o sea, poco, ojeras, raya roja en el ojo y la nariz rojilla también. 

Listo en menos de un minuto, otra vez a la sala de video, a terminar de recoger y vestirme y en eso aparecen un conjunto de señoras mayores que vienen de visita y a descansar, viendo el vídeo. Si llegan a venir 6 minutos antes ven otra cosa que no es el vídeo, algo más real.

Recojo rápido y me salgo para no molestar y que no haya quejas. 

Una vez en el pequeño patio que separa los baños de la sala, hago videos, recojo todo, me perfumo de vino blanco y me salgo.

Disfruté mucho el momento de vestirme, de buscar la forma de ponerme la camisa medio metida y que no sonará a falso o forzado, las maneras de arrugarla con las manos para que quedara mal, la forma de mal ponerme la chaqueta y llevaba en un bote de spray con vino blanco que usé como perfume e incluso me eché dentro de la boca. 

Dejé las cosas a la chica, con bastante fatiga, pues mis pintas y sobre todo porque apestaba a vino, me dio un poco de corte y me salí al patio. 

Y no sabía ní cuanto me quedaba, ní si iba bien de tiempo. No tenía ganas de grabar y me puse a repasar, pero no me salía bien, tenía el cuerpo como tenso. 

Estaba feliz, contento, eufórico. Tenía muchas ganas de hacer este personaje y el hecho del cambio de lugar me hacía sentirme feliz. Nada nervioso ni por la actuación, no por el viaje posterior que siempre me pone nerviosillo, pero eso me sacaba del personaje. 

En medio del ensayo y sobre todo del calentamiento del cuerpo, se abrió una puerta y apareció Inma que me dijo:" Ya vienen". 



Málaga, sábado 25 de enero de 2025. 






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