Más que la crónica de un actor
haciendo El Quijote, esta semana os voy a contar la crónica de un “madru-
gador”.
Os contaré como se lleva, el levantarse una semana entera, a las siete menos
diez de la mañana o se dice la noche o de la madrugada, porque mañana no era, yo salí
de mi casa de noche y se me hizo de día
por el camino a la parada del autobús.
Estoy en la parada del autobús de
El Corte Ingles, esperando a Juan Luna, que se estrena, o reestrena después de
casi dos años sin hacerlo como Don Quijote en el Teatro Bus.
Pero vamos, debo de confesaros, que el primer día de
madrugón dentro de lo malo, no ha sido tan malo.
Ayer por la tarde, pensaba con “odio
“ que hoy tenía que madrugar, pero la verdad que el primer día no ha sido nada
malo, no ha habido mis típicos, dolores de cabeza, de estomago, ganas de
vomitar, etc., que sufro cuando madrugo de forma exagerada.
No quiero que al leer esta entrada esto se me llene de
indignados, pero desde hace mucho tiempo no estoy acostum-
brado a madrugar y si
elegí se actor, entre muchas cosas, es porque se suele trabajar por las
tardes o por las noches y las mañanas son para dormir.
Dicen que en el cine se
madruga mucho, pero por ahora, por desgracia, no es mi problema.
ciones hacia el Parque Tecno-
lógico, cogimos el bus muy temprano y llegamos a Campa-
nillas, a la
sede de la empresa de autobuses, a las 8 de la mañana y hasta las 8,30 no
llegaron los empleados así que allí estuvimos Juan y yo, andando por el local,
sentado en las escaleras etc...
ñines, que son más fácil de
impresio-
nar, aunque impre-
sionados ya entraron ellos desde el momento en que se
subieron en el bus, “ anda que chulo”, “ mira que bonito”,”ohhhh”… fueron
algunas de las frases que oí cuanto entraron.
La pieza fue perfecta, quizá
menos jugada que en otras ocasiones, porque los niños aunque no paraban de
hablar en todo momento, de hecho hubo que relajarlos o pedir silencio en algún momento,
pero a la hora de interactuar con ellos o sacarlos a actuar eran muy
cortadillos y no nos dieron mucho juego.
Por
cierto, creo que es la primera vez que el texto se ha respetado tanto, Juan, el
monstruo, lo llevaba a rajatabla, pero pese a ello también ha jugado mucho y ha
metido morcillas o sea, que muy bien.
Lo mejor ha sido que al bajar los
pequeños, hemos oído decir a una niña, “Autobús no
te vayas, no te vayas”.
Los niños hacen lo que sean por tal de no volver a clases.
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