Tramite, sí lo que leéis, la actuación del
jueves 21 de abril de 2016, de Teatro
Bus, era un puro trámite. Ya estaba
todo controlado, todo en orden, el Quijote, Juan, es un monstruo y la conexión entre ambos
total.
Por todo lo dicho
antes y porque ese mismo día, por la
tarde, a las 19,00 horas tenía el estreno de Lluvia Fina y tenía que llegar al conser-
vatorio María Cristina a
las 17,30, cuando salgo del colegio, de dar clases, a las 17 y eso con suerte, porque si se retrasa una mamá salgo más tarde, pensando en eso y en si era conveniente llevar el
vestuario de Lluvia al teatro tras
el Teatro Bus o no, todo eso, hizo que el pase de Don
Quijote de ese día lo sintiera como un mero trámite.
Pero como dice
mi hermano, no se puede tener expectativa de nada o quizá yo puedo transformarlo
y decir que no se puede tener nada
seguro.
Un inciso, sé
que muchos me considerareis un hortera, pero
me he aficionado a Máster Chef.
El miércoles me enganché y lo vi entero,
por tanto, me acosté más tarde de lo normal.
Esto acarreó que me despertara bien, pero me pusiera a
tontear en la cama y se me hiciera tarde… o sea, de pronto el Quijote ya no era un trámite sino una
carrera contrarreloj. Pues bien le gané
al reloj y llegué a tiempo.
No así mi compi
que llegó tarde, con lo cual, el trámite se complico más que los de una boda de conveniencia, porque ya no
dependía nada ni de mí, ni de él, ahora dependíamos de las retenciones para que llegáramos o no a tiempo.
Perdí un autobús, al próximo le quedaban 20
minutos… Pero de pronto los 20 minutos se transformaron en 8.
La verdad, que
me preocupé, pero el sueño y lo poco que había dormido pudo conmigo y me quedé, lite-
ralmente,
dormido en un hierro de la puerta del bus y Juan en el suelo, pero nuestro
idílico sueño se rompió cuando una señora que iba a los Asperones, se puso a
contarnos, a voces, sus inquietudes
sobre la parada del bus.
Íbamos tarde, la
entrada a Campanillas estaba colapsada, pero aun llegamos más tarde, porque
me lié y nos bajamos en una parada anterior a la nuestra… Biennnn.
Pero pese a toda
la tardanza, llegamos, nos vestimos y puntuales como un reloj estuvimos en la puerta
del colegio.
Yo que llevo
menos accesorios de Juan acabé de vestirme antes que él y de nuevo se me cerraban los ojos en los
asientos del autobús, que sueño por favor ¿Cómo la gente puede madrugar a
diario?, ¿Cómo lo hacía yo antes?
Ambos éramos zombis
y como tal comenzamos el pase, ¿veis lo del puro trámite.?
Pero de nuevo
fueron niños buenos, de los que oyen, atienden, juegan, se meten y disfrutan y
eso te hace disfrutar a ti y meterte al cien por cien en tu trabajo.
Fue un buen pase,
donde una profesora, que llevaba los pantalones rotos por las rodillas nos dio mucho juego al decirle que era
un caballero que se había caído del caballo y otro profesor que nos hizo una
preciosa definición de “solidaridad”.
Nos desmelenamos
mucho, porque ya lo tenemos todo tan cogido que nos dio libertad para jugar e
interactuar y meter muchas morcillas, según nos sugerían los niños, me encantó.
Hicimos todo muy
nuestro y lo disfrutamos mucho. Esto estuvo muy bien, porque en ese pase iba el
director del colegio y se fue muy contento y felicitándonos.
Acabamos
contentos felices y lo dicho no se puede
prever, porque el puro trámite, estuvo lleno de miedos, aventuras con el reloj,
prisas, felicitaciones y mucha
diversión.
La solidaridad esta sobrevalorada.
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