Esta entrada es una oferta, dos en una. Sí os voy a hablar de dos ensayos de Lluvia fina y de cuál fue mi impresión. Os hablo de los celebrados los días, domingo 17 de abril y lunes 18 de abril de
2016.
Si el sábado tras la comu-
nión iba sin fuerzas, ni energías al ensayo, el
domingo que tuve que madrugar iba aun con menos ganas.
Pese a ello, durante el camino fui ensayando o preparando un
poco el personaje y lo que iba a ofrecer,
como novedad, a Nacho ese día. Iba buscando la tan esperada energía,
comicidad y ritmo.
Cuando llegué venían todos en conjunto. Venían de una
cafetería cercana, que estaba cerrada y comenzamos el ensayo directamente.
Lo primero que hicimos fue montar el último cuadro, que aun no estaba montado. Y la verdad, que el poder interactuar con
todos mis compañeros, me sirvió para mucho, porque pude sacar la esencia
divertida, gamberra y cómica de Simón, que tantas veces me demanda Nacho,
haciendo ese cuadro estaba en mi salsa.
Los otros cuadros, especialmente
el primero, los hago solo, porque mi compañera a penas interactúa conmigo.
Entonces no estoy gracioso, voy “ de
gracioso” y eso nunca queda bien.
El domingo 17, tras un pase, nos volvimos a preguntar, todos, por qué el primer cuadro no funciona.
Yo, de nuevo, les di mi razón, porque no me sentía a gusto en ninguno de los
pases porque tenía muchas cosas que
hacer y coger y soltar. El poner en marcha cada cosa, diábolo, cariocas,
malabares, era un tiempo y un corte constante
del ritmo del personaje.
Al final vimos que esa podía ser la solución, acortar todas
las cosas que hago, a lo que Fernando, sabia-
mente, pensó que lo mejor era
quitarlas todas, hacer referencias a ellas, pero no hacerlas. Y así se hizo y a mí me pareció una idea genial.
Durante todo el domingo y parte del lunes, ensayé mi texto,
ya sin tantas cosas que hacer y ganó en
ritmo, fuerza y energía.
El lunes 18 de abril del 2016, pude poner todo lo nuevo en
marcha y quedó muy bien, por primera vez, me sentí a gusto en el primer
cuadro y lo pasé genial.
Al estar más tranquilo, aproveché, por primera vez, el hecho de estar mamando de
grandes actores y un gran director. Sus
indicaciones, cómo las seguían, como parábamos para seguir lo que Nacho nos
decía, la espera del actor, el cambio de registro si así lo dice el director,
sus opiniones, no sé, fue como una clase de teatro pero con buenos profesionales y yo allí desde mi silla, desde
mi lugar, contento por fin, tampoco
mucho, por mi trabajo realizado, mirando y empapándome cual esponja de esos
profesionales.
Me sentía afortunado de estar allí, en ese momento y en ese
lugar.
Ya eres un afortunado de ser consciente de que lo eres.
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