Os explico el por qué del título, mi personaje de Simón ya
está encontrado y más que encontrado, pero
digo a medias, porque he perdido el borrador de esta entrada, el cual escribí
el miércoles 13 de abril del 2016, cuando aun en mi pompa me tumbé bajo una de las chimeneas del Paseo Marítimo y frente al mar me puse a escribir todas mis sensaciones.
Llegué a mi cita puntual como un reloj. Había dado una
pequeña cabezada, en el bus, durante mi largo viaje de 40 minutos hasta La Térmica y llegué a la
misma que era un autentico zombi, medio dormido. Sin ganas ni de quitarme
las gafas de sol, me senté en un sofá del hall, acompañado por la mismísima Madonna.
Al poco tiempo llegó Nacho y nos fuimos directo a la sala de
ensayo.
Qué bien se queda uno cuando suelta todo lo que tiene dentro
y cuando digo esto no os asustéis que no fue “echar en cara”, ni “cantar las
cuarentas”, ni “dejar las cosas claras” al contrario, fue soltar todo lo que me
agobiaba, aclarar y resolver todas las dudas que tengo, pedir consejo y de nuevo repito,
aclarar TODO lo que dudaba de mi personaje.
Me quedé como limpio, como si me hubieran quitado una losa
de mil kilos de encima y así relajado y con el cuerpo y la cabeza libres,
comenzamos a trabajar.
Si el fin de mi cita era, encontrar a Simón lo primero fue
encontrarlo con el cuerpo y así lo hice porque me vestí, por primera vez, de
Simón. Con lo cual, ya podía verlo físicamente. Nacho me dio algunos consejos
sobre la ropa y complementos que me sirvieron de mucho.
Lo siguiente fue mostrarle su cuerpo, su forma de hablar y
moverse, todas le parecieron estupendas, menos
la forma de hablar que quiso suavizarla y castellanizarla un poco más.
Me dijo que él estaba contento con lo que llevaba y como lo
llevaba, pero el miércoles, lo oí sonreír, lo vi más contento, más a gusto y me
dijo que lo veía, que el personaje iba muy bien que estaba, ya, casi todo pillado.
Acabados los 45 minutos, solos, llegó Adriana, yo estaba ya
como una moto y deseando de hacerlo todo.
Repasamos el cuadro uno y nos metimos
de lleno a trabajar varias veces el dos.
Pero yo estaba eufórico, por primera vez pasé los cuadros
sin pensar, sin analizar, sin reflexionar, fueron surgiendo cosas, el personaje
estaba ahí y cobraba vida solo y me
hacía sentir muy feliz. Acababa cada repetición con miles de mariposas
revoloteando por mi barriga, y esa sensación no es una metáfora, es cierta,
sentía esa ilusión que sentías la noche de Reyes cuando eras chico.
Después trabajó Adriana, algunos monólogos de la pieza, me
encantaron, por cierto que ahí, me senté en las sillas y me hundí en ellas,
satisfecho, orgulloso y contento. Estaba desconectado del trabajo,
cuando Nacho dijo de repetir todos los
cuadros.
Estaba realmente frio, pero me encantó porque pasé de cero
a cien en nada. Algo que me sirvió para asegu-
rarme que ya tengo a Simón entre
mis manos, ya es mío. De nuevo disfruté mucho los pases de dichos cuadros.
Cuando Nacho me
preguntó, le dije que hoy si me iba seguro, satisfecho y contento.
Salí del
ensayo muy pronto sobre las 19,00 y de nuevo me fui a pasear por el paseo marítimo
flotando en mi nube e incluso pensando entonaciones y movimientos del personaje
porque ya está, ahora hay que alimentarlo. OLEEEEEE.
Oye lo de llegar puntual lo pones mucho ultimamente.
ResponderEliminarTe estas haciendo viejo, es mentira o que?
Cuenta, cuenta.