Ayer, domingo 13 de noviembre del 2016, llegué el primero a Urte Teatro, saludé a Charli, el propietario del local, de lejos. Estaba fuera, preparando la terraza del local y yo fui directo al escenario. Estuve un rato solo. Tiempo que aproveché para observar y mirar cada lugar, cada rincón, cada elemento del atrezo, tuve un momento para recordar los buenos y malos momentos pasados en esa sala.
Han sido solo seis días, pero han sido estupendos, Charli,
Javi, José, Carlos y Alba, la jefa, se me vinieron a la cabeza.
Fue un ratito de reflexión, pero muy pequeño, no sé cuándo
volveré a esa sala, lo veo difícil y eso no me mola.
Lo dicho, el rato de reflexión, fue pequeño, porque entre
otras cosas, el domingo la sala abre a las 18,30 y la pieza empieza a las 20:00 h. Con lo cual,
no íbamos mal de tiempo, pero tampoco íbamos sobrados. Así que, rápido empecé a revisar mi atrezo y preparar
el atrezo general de la pieza y en eso llegó Alba.
Y ya empezamos a prepararnos, arreglarnos, maquillarnos etc.,
las horas pasaron rápidas y comenzó la
pieza.
Esto es siempre Lo que Lola quiera, pero ayer me sorprendió,
me mostró una imagen que yo no conocía y era la de la bipolaridad.
Ayer Lola se despidió de Urte, pero ya digo, para mí y hablo
de mi sensación, todo tuvo dos caras.
La cara de la alegría de que ya habían pasado los seis días,
hay que ser positivo e irse contento pensando que todo ha ido bien, todo ha
salido bien, la gente se ha ido contenta
y ha estado muy bien de público.
Recogía cada elemento del maquillaje, una vez usado y
mientras lo iba metiendo en mi neceser, estaba satisfecho y feliz, pero a la vez, veía cada vez más vacía mi
parte del camerino y me iba dando pena, tristeza de que todo acabara y no sé,
si lo he aprovechado como debía.
Luego empezó la pieza y siguió la bipolaridad, por ejemplo
en mi momento solo, que ya digo no quiero desvelar nada ni dar más datos, hubo
aplausos que cortaron mi actuación, risas, voces y toda clase de halagos, pero
a la vez me vi más perdido que nunca, tenía muchas ganas, pero el atrezo y el
vestuario, por primera vez, se pusieron en mi contra y aunque al acabar, Alba
tuvo que esperar, para hablar, debido a los aplausos, yo no acabé contento.
Luego acabó la función y continuó la bipolaridad, muchos
aplausos, público muy contento, abrazos, besos etc. Todo era júbilo éxito y
alegría, pero yo me sentía vacío.
En la sala había muchos conocidos todos, según nos escribieron,
nos dijeron o nos comentaron, se fueron muy contentos pero yo no lo
estaba. Yo tenía la culpa de que no les
di lo que merecían, que mi personaje no estuvo al cien por cien, acabé muy
contento por ellos, pero muy disgustado conmigo, pero mucho. El ¿por qué? No
sé, pero fue así, como dice la Pantoja.
Quizá esperaba más reacción durante mi actuación, quizá mi
ego de actor...
Todos los actores, tenemos uno y bien gordo y yo también y ayer estuvo muy presente,
creo mandó en mí, no sé esperaba otra
retroalimentación, no sé, ya digo y tripito, no sé. No lo sé pero ayer no
estuve a gusto en la despedida y después me sentía frío, vacío, ya digo
disgusto, muchos abrazos y felicitaciones pero yo.... Frío.
PD: El reencuentro con Elena fue genial, qué de tiempo,
cuantos recuerdos. Pero lo mejor lo que no cambio por nada, ni siquiera por estos seis días de función
son, los besos y abrazos de Francis. Qué ilusión me hace verte siempre
me llenas de tu energía. Además
hiciste que me reencontrara con tu hermana Nieves, qué ilusión y qué cariñosas
sois y gracias por ir siempre donde yo voy. Te debo una visita a Marbella.
Por cierto, de vuelta a casa me encontré con Manuela, una señora que nos vio actuar el viernes
pasado y ayer, mientras volvía a casa, cargado con el atrezo, reconoció el cuadro de Marilyn Monroe que
usamos en la pieza y cruzó la calle, me
paró, para saludarme y felicitarme. Gracias Manuela me fui lleno de orgullo y
muy feliz.
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