Este no era el nombre original de la entrada, lo que tenía
pensado poner era, los dos piropos con los que el gran Nacho
Albert, dramaturgo y director, muy premiado tanto a nivel nacional como
internacional (de eso me he enterado hoy, miercoles 16 de noviembre del 2016) se ha despedido de mí. Pero tras
decírmelo, he llamado a casa, he hecho planes, he hablado con el técnico de
luces y se me han olvidado, pero era algo
como: “enhorabuena, has estado estupendo,
enhorabuena, has estado muy bien”,
no sé algo así.
En la actuación anterior, el pasado mes de abril, no se despidió de mi así, por tanto, está vez si lo ha dicho es porque lo ha sentido de
verdad y sin ser egocéntrico, hoy yo
estaba muy seguro, con muchas ganas y realmente no he estado nada mal.
Como dice mi amiga Luisa:" Yo no soy Concha Velasco" ni jamás llegaré a ser como ella, ni
a actuar así. Pero creo, que con paso
más firme, seguro y confiado con el que yo he pisado hoy el escenario y me he movido por él, no lo hace ella.
Es que estaba deseando salir, estaba deseando que el texto avanzara
y llegara mi momento de actuar.
Antes de empezar, estábamos, los chicos del grupo, Nacho, Fernando y un
servidor, esperando entre bambalinas, es decir, tras unos paneles negros, a que entrara el
público y la decana hiciera nuestra presentación. Ahí me puse muy nervioso, pero grandes profesionales como esos, se pusieron a
hablar de otros temas y me relajaron.
Había muy poco
público, pero justo antes de empezar, la sala, de unas 150 butacas, se llenó
hasta la bandera.
Se apagaron las luces y salimos.
La realidad acabó ahí y comenzó el sueño, 60 minutos de
magia e irrealidad.
Se estrenaba la versión "
lectura dramatizada" de Lluvia
fina y mi primera lectura dramatizada.
Yo soy un gran defensor del teatro entre el público, del teatro
sin tarima. Pero hoy he vuelto, después de casi nueve meses, a realizarlo en un teatro a la italiana. Pero esta vez, sin
vestuario, sin movimientos, solo con gestos e interpretación, o sea, actuación en estado puro. Y me ha encantado.
Estaba deseando que Nacho terminara la introducción, para iniciar mi primera intervención, que es
casi un monólogo. Y desde el segundo cero, he enganchado con el público. No sé
si ha sido mi actitud, mi forma de colocarme, no sé, pero ha sido salir y notar
los ojos de los alumnos clavados en mí, pero con buen rollo, con aprobación.
Había conexión entre nosotros. Es más casi al final he provocado algunas risas.
Acabada esa intervención me puse nervioso, mientras mis
compañeros leían, me temblaban, un poco,
las manos pero al segundo estaba relajado y deseando salir otra vez.
En la segunda intervención el público ha reído de verdad. La
obra es muy dura y he notado que mi salida ha sido recibida con ganas, como si
fuera un soplo de aire. Esa es la misión de mi personaje y lo he conseguido con creces. De nuevo
miradas amigas y risas.
Y mientras esperaba la cuarta y última intervención, me ha dado
mucha pena, porque estábamos acabando y se me había hecho muy corto.
El final ha sido la caña, la gente se ha reído mucho con Simón
y han estado muy pendientes a mí.
Gracias Adri por ayudarme a actuar con tus miradas, gracias
Fernando por tus miradas cómplices cuando te volvías hacia mí, gracias Pepa por
ese guiño en el escenario y ese humor en bambalinas y gracias Nacho por tus
piropos.
No quiero acabar sin mencionar al público, estudiantes de
magisterio, yo esperaba a los típicos estudiantes que íbamos a esos eventos por
saltarnos, legalmente, horas de clase. Pero para nada, estaban entregados en cada momento, reaccionando con
gestos a cada cosa, riendo en los momentos ligeros y silencio sepulcral en los
duros. Y lo mejor de todo, al acabar, los aplausos poco a poco se fueron convirtiendo en ovación
y bravos.
Y luego ha habido una conferencia, donde al filo del
escenario hemos participado como actores, otro sueño cumplido. Eso lo vi en el Teatro Cánovas y ya lo he hecho.
SATISFACCIÓN, HE DICHO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario