Tarde del viernes 24 de julio de 2020, primera visita
teatralizada en el jardín botánico de Málaga y primera de este extraño verano
de la “nueva normalidad”.
Por todo ello decidí ir caminando. Pese a ir cargado con el
vestuario, el calzado, el maquillaje, el bocata, los accesorios y el calor, me
fui andadito. Según el Google Maps, de mi casa al jardín hay una hora y un
minuto de camino.
Como Soraya, la “jefa”, me había dado el visto bueno para
llegar a las 20:00, salí de casa a las 19:00, con tiempo más que suficiente,
pues bien, ahora que escribo esto son las 19:59 y aun me queda por caminar el último
tramo, o sea, el que hay desde la parada el bus al jardín. Ahora mismo estoy pasando
por la parada, pero como os dije antes no me he venido en bus sino a pie.
He pasado calor, sí mucha, pero os tengo que decir de
verdad, que tampoco he pasado tanta como esperaba.
El camino se me ha hecho relativamente corto, sobre todo
porque he estado pendiente al móvil. He pasado todo el camino, escribiendo, releyendo,
corrigiendo, mejorando y terminando entradas para el blog.
Esto ha hecho que me haya centrado en él y también me ha
permitido, inconscientemente, desconectar de todo, de quién se me acerca, quién
lleva mascarilla, quién no, cumplir distancia etc. He ido caminando, como digo,
pendiente al móvil y no me he dado cuenta de nada, ni del camino que andaba, ni
del calor que hacía, ni de las personas de mi alrededor. Esto es, he desconectado
de todo y me ha venido muy bien.
"El ultimo tramo hasta el jardín lo voy a hacer relajado y
oyendo musiquita". Esto fue lo que pensé antes de iniciar el camino, pero al
final la vida te da sorpresas, pues mientras caminaba, se paró una moto a mi lado, era mi compañero
Álvaro,que me invitó a subir, e hice ese ultimo tramo a moto.
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