Quedaban todavía unos....42 días para el estreno del cortometraje Interludio, ese del que no podía contar nada por la muy expresa indicación del director y del que tampoco os conté mucho porque he tenido el blog mil años atrasado, pues bien, por fin se estrenaba.
¿ Dónde? Pues nada más y nada menos que por el parque de Huelin en el estudio de un muchacho amigo de Alex.
También es verdad que habíamos sido los mas complicados para quedar y esa tarde nos hizo como una especie apaño para nosotros, pues necesitaba esas fotos.
Aunque a las 21:00 horas había un evento en el barrio al que quería asistir con mis padres, lo primero era la obligación y allá que me fui a la sesión de fotos.
Llevaba por solicitud de Alex parte del vestuario de Antonio, mi personaje.
Ya sabéis que como en Palacio, las cosas de audiovisual van despacio y seguro que todo se alargaría hasta las tantas, esa era la opinión de mi madre y la mía en mi interior, pero por lógica y horarios no debíamos tardar.
Para hacernos unas cuantas fotos a los 3 no se necesita mucho tiempo. ¿ Lo malo? Lo de siempre: Se me ha olvidado el foco, no tengo el ángulo, espera que el de la luz viene tarde etc. Y una sesión que está prevista a las 20 comienza a las 21:30 y vivir eso no lo quería la verdad.
De hecho cuando llegué al lugar de la sesión y me encontré a Ana Mate con su marido Miguel se los hice saber:" Yo no me voy hoy de aquí a las tantas, como la cosa se ponga rara, no creo que aguante". Venía de dar clase en el Puerto de la Torre desde las 15:00.
No llevábamos nada esperando cuando apareció Alex con Adela, comenzaba la sesión.
Le pregunté donde era, en un principio, al comentar que era un estudio de un amigo, me imaginé un local, pero mientras iba de camino me dijo que era en la casa del chaval.
A ver los bloques donde quedamos no eran muy altos, 5 pisos y una de entreplanta, no iba a tener la mala suerte de que fuera en la última.
Alejandro no me hizo mucho caso cuando se lo pregunté, pero al marcar en el telefonillo pegó muy alto. ¡¡¡ Sí, la sospecha se cumplió!!! Íbamos al último piso, al 6.
Menudo elenco, pobre Alex, qué paciencia. Yo no quería estar en un 6º piso, las alturas me dan fobia y a Ana no le van los ascensores, así que entrábamos por el portal, Alex, Adela y Miguel súper felices y Ana y yo haciendo mil planes para no subir ( subimos andando, yo espero abajo y subo cuando me toque etc.).
Me planteé muy en seriamente no subir, pero cuando Ana se enfrentó a su miedo y se metió en el ascensor, yo lo hice también, nos vamos para arriba. Subí con ella y su marido. ¡¡ Venga los 2 somos muy valientes!!.
Charlando, para no pensar, llegamos a nuestro destino, la puerta de la casa estaba abierta y entramos sin tener que esperar y eso me hizo no ser consciente donde estaba.
Nos esperaba un chico muy amable y muy joven, que nos condujo rápidamente al interior y por unos pasillos, donde no se notaba la altura, nos pasó por un salón.
El balcón estaba abierto, qué susto y qué fatiga, porque ahí se encontraba toda la familia sentada viendo la tele, un señor mayor, casi acostado. Con un nivel de amabilidad extremo, o sea, no podían ser más hospitalarios, nos dieron la bienvenida, pero realmente nos estábamos metiendo en su intimidad y me dio mucha vergüenza.
Llegamos al estudio. Una pequeña, muy pequeña, habitación. A la derecha el set donde íbamos a posar, una tela blanca que ocupaba toda la pared, hasta el suelo, cogida con unos hierros negros.
Todo muy profesional y a la izquierda, Alex, Adela y 2 chicos, uno más joven y otro más mayor, con sus cámaras, probando enfoques, ángulos, focos etc, y unos cuantos muebles muy clásicos, amontonados en una esquina. Desde la puerta, entre las cortinas blancas, se veía la calle, visión que intenté evitar.
¿Cuantas veces me invitaron a entrar a la habitación ? Pues unas 500 veces, pero yo preferí quedarme en la puerta, apoyado en el quicio y con la mano sobre esta. Si entraba me iban a poner pegado a la ventana, ahí sería muy consciente de la altura y eso no me molaba, así que me quedé en ese sitio. Allí controlaba mis movimientos.
Nos esperaban, la sesión sería llegar y topar, es más Alex nos comentó que con unas 5 o 6 fotos de cada uno tendría suficiente, pero los chicos, que por cierto eran muy silenciosos, hacían pruebas, tras prueba, tras prueba... Aquello empezaba a ponerme un pelín nervioso.
Entonces les pedí que si podían adelantar un poco la sesión y me dijeron que estaban con las pruebas, que empezarían cuando pudieran...
Gracias a Alex por su paciencia, porque aunque yo gastaba bromas o guardaba silencio y tal, solo con ver mi cara y mi postura debí ponerlo un poco nervioso. ¡¡¡ Qué gran niño era, es y será!!!.
No me preguntéis el por qué pero en el tema audiovisual siempre suelo ser el último, el que más espera, para rodar, para grabar, para lo que sea. Esta vez no quise dejar las cosas en manos de la fortuna y le pedí a Alex que, con la autorización de mis compañeras, fuera el primero en hacerme las fotos y todos me dijeron que sí.
Llegó el momento, me cambié de camisa, me puse la del personaje. Debido a su personalidad y a qué quería fotografiar al personaje no me llevé maquillaje, hice las fotos al natural.
Alex tenía muy claro lo que deseaba ver. Una cualidad que ya trabajé con creces en la grabación del corto, así que, en pocos segundos conseguí lo que quería, me hizo unas 4 o 5 fotos y listo.
Antes de irme, me pidió que me hiciera unas cuantas con Ana Mate. Fueron también muy fáciles y sencillas, De nuevo con unas 4 o 5 estábamos listos.
Ya me podía marchar.
No soy muy de hacerme fotos. Me cuesta mucho posar, pero como esta vez como era el personaje el que posaba no me costó nada, pero nada, era otro el que hacía esa sesión y lo tuve fácil.
Ana me pidió que la esperara, como ya me sentía libre de irme, estaba relajado, y la esperé sin problema, es más bromeamos, ya no había tanta aprensión.
Una vez Ana hubo acabado, nos despedimos del resto de los presentes y nos fuimos. De nuevo el chico amable nos acompañó. La verdad que hubo un trato muy correcto.
Esta vez bajamos las escaleras caminando. No me importaba, además era una muestra de agradecimiento a Ana que estuvo toda la sesión pendiente a mí, hablándome, bromeando y siempre muy cariñosa.
Ya en la calle, pensé irme andando, pero tanto Ana como su marido me dijeron de llevarme en coche. Viven como muy lejos a 5 calles de mi casa. Acepté.
El aire acondicionado del coche de Miguel me vino de maravilla y muy pronto llegué a mi casa.
Lo más deprisa posible, me fui a donde estaban mis padres y de forma improvisada disfrutamos de una maravillosa velada primaveral llena de recuerdos, sonrisas y amor. Un reencuentro de emociones en la nueva Peña Trinitaria.
Miedo no superado pero si vencido en esta batalla.
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