domingo, 14 de mayo de 2023

VICTOR FERRARA Y LA CAPITAL DEL REINO.


Una ovación impresionante, así ha sido la entrada de mi personaje, Víctor Ferrara, en La cena de las emociones celebrada el sábado 13 de mayo del 2023, en el Hotel Catalonia Gran Vía, en nada más y nada menos que en la Gran Vía de Madrid, sí de Madrid, de la capital de España, del centro neurálgico del mundo del espectáculo.

A ver, suena de maravilla, 28 personas que te reciben con palmas, gritos de "Viva", " Bravo", etc. pero también os puedo asegurar que aunque sonaba de lujo la emoción era nula, pues tal recepción forma parte del espectáculo y son incitados por mi compañera para ello. Fue demasiado, abrumador, pero pensé: " Este público va a ser duro de roer, porque están demasiado arriba y van a demandar mucho, además son madrileños, esos españoles que suponemos que están acostumbrados a ver de todo y que son más exigentes, pues nada Lolo a dar el máximo".

Antes de empezar os contaré que el espacio donde tuve que realizar la introducción era muy reducido. Por un lado me quitaba un poco de intimidad a nivel individual con los comensales, pero también hacía que todo fuera mucho más rápido, con lo cual se acortaban tiempos de espera. Todo era más ágil,  pero más visible, debía mantener el personaje en pie siempre y no podía tener descanso alguno. 

En la parte con Lila la noté más en un segundo plano, se apartó en una esquina y me dejó hacer. No sé si ella fue consciente o fue como yo lo vi, pero  eso solo lo hacen las que son muy grandes. Como siempre un honor.

Es cierto que confundí una "s", con una "z", con todo el lio que hay con el acento andaluz y yo voy y fallo en Madrid y luego improvisé una palabra que no me salía. Empezaba bien.

Lila se fue y empezó mi momento, y yo me dejé llevar.

Ahora debía dar el máximo, porque ellos ya lo habían dado. No podía defraudarles.

El espacio de actuación no era especialmente acogedor. Un cuadro frente a mí, a la derecha unos ascensores, a la izquierda una escalera, al fondo un gimnasio con una chica haciendo elíptica, y a mi espalda 4 escalones, un minúsculo pasillo, un burro plagado de perchas y la entrada a la cena. Todo blanco, mucha luz clara y una solería un pelín antigua.

Esos factores hacían que yo tuviera que poner todo el glamour y carácter festivo a un espacio que no lo era. Además, al ser tan reducido, tenía a los 28 comensales en semicírculo expectantes y encima mía pendientes a todo.

Era mi momento, había silencio absoluto,  yo dominaba, marcaba el ritmo y los tiempos, ese espacio era mío y yo mandaba, pero subiendo una escalera y andando menos de 10 metros estaba en la Gran Vía de Madrid. Allí donde la fiesta, la vida y la cultura bulle, ese lugar donde están los mejores teatros de España, los grandes musicales, donde todo es luz, sonidos y colores, porque esta cena era en ¡¡¡ Madrid!!.

Estaba en Madrid. La primera vez que fuimos me provocaba orgullo y satisfacción, esta vez me reportaba nervios e inseguridad. Esa vida de la Gran Vía me provocaba vértigo. ¡¡ Menos mal que conseguí no centrarme en dicho pensamiento y seguí. !!

El dejarse llevar y reaccionar de forma cómica  e improvisar ante cualquier cosa que ocurra, son los elementos esenciales que hacen que esta parte, más repetitiva, sea un éxito. 

Tengo muchas bromas ya aprendidas de otras veces que sé que siempre triunfan, pero prefiero dejarme llevar y solo usarlas en casos extremos.

Aunque era un grupo apañado,  no surgía nada, hasta que de pronto nombré a una comensal llamada Camila, ¡¡¡ Nada más y nada menos que CAMILA!!!.  Hacía 7 días de la coronación del Rey de Inglaterra y los medios nos martilleaban con el nombre de su esposa, Camila, casi a diario, puse caras, le dije que su nombre estaba de moda y ella me respondió que no sabía por qué.

Ese fue el hilo de donde tirar. Ya pude bromear, preguntar al público, meterme con ellos y para más INRI minutos después le tocó el turno a Letizia y a Carlos. 

Y ¿ Qué pasó? Pues que ya todo giró en torno a bromas monárquicas, preguntas de historia al público, juego con ese tema etc. 

Jamás hubiera imaginado que esa parte de la cena pudiera versar sobre reyes. Ahí esta la esencia de la improvisación y la naturalidad. Tirar de lo que de dan y de ahí montar todo. 

Me resultaba muy excitante y emocionante estar hablando de los Reyes de España y saber que su casa estaba solo a 12 km de allí, solo 22 minutos en coche, separaban su casa de mi actuación. 

¿ Quizá alguien trabajaba para ellos? o ¿ Quizá estaban de incognito en la Gran Vía? Y yo haciendo chascarrillos sobre ellos. Personas que siempre están tan lejos ahora estaban cerquita. Me sentía contento actuando en el meollo de todo.

La monarquía relajó el ambiente y como era un grupo impresionante, que se prestaban a todo, fueron surgiendo los temas.

Como cuando dije que la hermana de Raúl me caía mal, el juego con la familia que venía con 3 hijos adolescentes a cuyo padre llamé el "rey" durante toda la noche, pues respondía a todas las preguntas monárquicas, la muchacha que intenté buscar novio, la señora mayor  y elegante que venía con sus 2 hijos y dejé sola para que entrara la última y de mi brazo porque los grandes divos de la noche éramos ella y yo.

Creo que si ellos me dieron tanto al principio, yo se lo devolví con creces porque en palabras de Elena, la jefa, parece que triunfé: " Conquistas a todo el que entra, pues todos dicen que eres maravilloso, que lo haces super bien y que lo dejé a todos encantados. Todos entran hablando maravillas de Víctor y felicitándolo".

Ha sido maravilloso, porque he estado improvisando constantemente, el publico era realmente magnífico y entré a la cena con una satisfacción enorme. Todo el público es igual de importante, pero impresionar a los de Madrid, es como revalidar tu titulo como actor. 


 




 





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