A las 16:00 debíamos partir, la tarde del viernes 12 de mayo del 2023, desde el polideportivo de Ciudad Jardín hacía la ciudad monumental de Antequera.
Al punto de partida llegamos puntuales Edu, Enrique y yo. Los 3 sabíamos y teníamos más que asumido que tendríamos que esperar y mucho, pues los 2 compañeros que faltaban, son enemigos acérrimos del reloj.Pues a las 16:01 llegaron. Nos parecía mentira. Todo un sueño, así que con solo un minuto de retraso partíamos hacia Antequera.
Siete personas formábamos el elenco. Paula viajaba con su familia, Maricarmen sola pues venía de lejos, María José llegaba más tarde, Edu, Enrique y yo íbamos en el coche de Edu y los 2, mencionados anteriormente, en su propio coche.
Me senté en la parte de atrás, solito, relajado, no muy fresco, pero sí muy tranquilo. Al día siguiente me esperaba un viaje largo, intenso y sin mucha organización. Como eso me provoca mucha inseguridad, este viaje me parecía un simple paseo. ¡¡ Lo que es relativizar las cosas!! En otras circunstancia este viaje me hubiera parecido ir a Australia.
Y entre nazareno y nazareno y broma y broma de Edu, llegamos a Antequera.
Cuando nos bajamos del coche esta ciudad no nos recibió con su mejor cara, ya que lo primero que vimos fue un descampado lleno de coches, solares, espaldas de edificios, obras a medio acabar y residuos, eso sí, lo hizo con su más típica y conocida temperatura de verano, ya que, hacía mucho calor y cuando subimos la cuesta que nos llevó a la parte civilizada, el sol quemaba al contacto con la piel. No era calor sino fuego.
Subimos la achicharrante cuesta y de pronto, la parte bella de la ciudad, que es prácticamente entera.
Rápidamente se encendió el Lolo cofrade, culto, curioso y turista y me uní de nuevo a mis compañeros de viaje, las dos enciclopedias con patas, a Enrique y a Edu para escuchar toda la información histórica y capillita que me daban del lugar.
Salimos por la cuesta de la Carrera Madre Carmen, hasta la plaza de las Descalzas y ahí se despertó otras de mis caras, la nostálgica, pues me fueron llegando miles de recuerdos de la maravillosa y magna tarde que pasé con mi hermano, a finales del año pasado, en la procesión magna de dicha localidad.
Entre el último de mis recuerdos de esa jornada inolvidable, en el principio de la calle de la Encarnación, y de los primeros de esa tarde, al final de esa calle, estaba mi destino, el Museo de la Ciudad de Antequera.
Ahí el grupo se dispersó, cada uno subió hasta la puerta del museo a su ritmo, nos unimos con el resto del elenco, nos fuimos saludando unos a otros y fueron entrando.
Yo me hice algunas fotos, que me salieron fatal y entré al museo el último. Comenzaban 2 horas de previo.
PD: En ese viaje, Edu nos informó que en vez de los 4 pases previstos serían 5.
Gran e inolvidable tarde aquella. Que buenos recuerdos.
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