Ayer, viernes 27 de abril del 2018, como todos sabéis y como
he anunciado mil o más veces, bien por Instagram o bien por aquí, don Miguel de Cervantes visitó la Biblioteca
Municipal de Málaga y despejó todas las dudas que teníamos, pues demostró que
tenía oficio, experiencia y recursos, puesto que supo o mejor dicho, supe, adaptarme a la
perfección a las condiciones y a las respuestas del público.


Pues pudimos con todos esos contratiempos. Porque pese a la confusión horaria, vinieron unas 28 personas. El espacio que acotamos para ellos, estaba casi lleno y no dio la sensación de soledad en ningún momento. Teníamos a niños de unos 6 hasta 11 años, sus madres y algunos adultos que venían solos, pues bien, a todos o casi todos los sacamos a jugar o intervinieron en algún momento en la pieza y adaptamos las bromas, juegos o comentarios a las edades que tenían.

show los solucionamos con oficio. Llevamos muy poco atrezo, algo de música en momentos muy puntuales, pero música
clásica, dos personas mayores, vestidas de calle y el protagonista, yo, es
un señor mayor, antiguo, serio, escritor y vestido de negro, con lo cual contábamos
con pocos adornos, la única arma que teníamos para enganchar, era nuestro saber
hacer como actor, o sea, nuestro oficio y lo conseguimos, porque los tres, con
la única arma de nuestro saber estar
como actores, conseguimos mantener a esos niños y a los adultos enganchados en todo
momento a nuestra historia.

La actuación empezó un poco pasada las 18:00 horas, porque
yo oí a Salva decir; “Son las seis, pero debido al problema con el horario de
los carteles esperaremos unos minutos más” y cuando yo salí de escena que era
el primero en irme, pregunté por la hora, a uno de los trabajadores de la biblioteca, y me dijeron que eran las 19:08 y aun Salva y Anai se tiraron un rato más
despidiendo a los asistentes.



Como digo el show duró una hora así que, tampoco tengo mucho que
contar, solo que me sentí muy feliz, yo era el protagonista, pero debía sentirme
arropado por mis compañeros y en todo
momento me lo sentí. Como Salva me dijo, en algunos momentos
acortaba las historias o me cortaba los parlamentos, pero lo hacía para cuadrar
el tiempo, porque íbamos muy lucidos y por tanto, no corríamos.
Ya sabéis que la pieza consta de tres partes:

-Mi monologo, en cuanto salí triunfé, aplausos, cara de ilusión de los niños, participación. ¡ Vamos una gozada!, el primer juego igual, participaron todos y cuando digo todos es todos, hasta los mayores querían y luego empezó la historia de Cervantes y vi como dos niños, pedían a sus madres sus dinosaurios y empezaban a jugar con ellos y pensé:” Lolo esto está decayendo hay que levantar la pieza como sea”. Entonces empecé a hablar de la guerra, muy rápido, saqué a algunos niños a jugar y a otros les hablaba directamente mirándolos a los ojos y llegó el momento de vivir la aventura del secuestro y ahí ya me dejé llevar, saqué mi vena más juguetona, no paraba de jugar, improvisar e interactuar con los niños, creo que ahí fue donde Cervantes conquistó a la audiencia. Tras eso, vino la parte más literaria pero ya tenía a todos a mi favor y utilicé ese tiempo, para ganarme a los nuevos, con comentarios constantes dirigidos a ellos.
En ese trozo solo actuábamos nosotros, los niños se convirtieron en meros espectadores, ya que no había interactuación alguna y la verdad que estuvieron siguiendo el hilo de la historia al cien por cien y no se oía nada, solo comentarios sobre la misma.

Yo siempre hablo de la retroalimentación pues bien en el momento de recoger, los niños se quedaron por
ahí y recibí la felicitación de la supervisora de la biblioteca, Anai vino a
buscarme porque un niño quería despedirse de mí, al volver vi como una niña se llevaba
de la biblioteca el libro de Don Quijote y había padres que querían venir a
verme al Botánico, pues Salva les hizo publicidad de mí y ya por la noche me
escribió Anai, por Whatsapp, para decirme que Don Miguel había triunfado porque
un adulto que tuvo que ausentarse del show, yo pensé que por aburrimiento,
volvió al final para decirnos que él era escritor y que yo había sido realmente
Cervantes, que le había encantado. Luego se le acercaron dos madres más
para decirle lo mismo. ¡Qué guay qué buena retroalimentación!
Yo solo acabo diciendo que me lo he pasado genial, que se me
hizo muy corto y que disfruté cada momento. Es más la mano izquierda no podía
moverla y temíamos que en algún momento la moviera o se me notara incomodo,
pero para nada, la incorporé tan bien que, según palabras de Salva, luego no se
notaba que estaba actuando usando solo una mano.
¡OLE!.
Que pereza lo de egocentrico, triunfalista y demas.
ResponderEliminarSi haces bien el arroz caldoso pues lo dices y listo, y el que tenga problemas en oirlo, pues que ponga el telediario y escuche malas noticias.