El Viernes de Dolores, 23 de marzo del 2018, llovió poco,
pero llovió, de hecho algunas cofradías como la de Medinaceli tuvo que echar
mano del plástico y tapar los tronos.
Por cierto, que al Cristo de Medinaceli y a su Madre, fue lo
último que vi antes de irme a currar en Lluvia
fina. Los vi de lejos mientras organizaban su salida procesional.(como se ve en la foto de al lado) Esa fue mi última imagen cofrade de un Viernes Dolores nada normal.
Tras ver a los nazarenos que llegaban para la procesión, desconecté y preparé
mi cabeza para la otra Lluvia fina de
esa tarde, la del estreno de la versión de adultos en La Cochera Cabaret.
Parece una tontería, sé que muchos no lo entenderéis, pero
dejar los planes cofrades que tradicionalmente hago con mi hermano y con mi amigo Cisco,
para irme de estreno, no me hacía especial ilusión. Era como dar la espalda a
algo que llevas esperando todo el año, pero bueno no se puede ser egoísta, peor
era cuando no vivía los Viernes Dolores por estar encerrado en un zulo, en
Torremolinos, con un ogro y currando de contable. Así que me apreté mi mochila
que iba cargada y me fui para mi cita donde mis compañeros me llevarían a La
Cochera.
De nuevo el entrar en La Cochera fue como entrar en un Spa. Llevaba todo el día muy nervioso pero al entrar me sentí muy tranquilo, me
olvidé de todo y me dediqué a estar en lo que estaba.
Como era el estreno de la versión adulta, se había creado un nuevo diseño de luces, en el cual, el
lugar de actuación quedaba muy definido, cada
situación llevaría sus luces y donde
las luces eran casi un actor más, para organizarlo quedamos muy temprano. A las 17:00
estábamos citados y la actuación no era hasta las 21:00, quedamos cuatro horas
antes, pero todas esas horas se pasaron en nada de tiempo.
Realmente llegamos, Fernando, Pepa y yo, a las 17:15, por
cierto, el traslado desde La Roca a La Cochera, con mis compis, fue muy divertido.
Una vez que llegamos, Fernando se fue con Miguel a preparar
el tema de la iluminación y nosotros nos quedamos en el camerino,
donde tuvimos una, como siempre, muy divertida conversación con Pepa. Allí
estamos los tres, con nuestros móviles y hablando de nuestras cosas. Esos momentos
de espera donde se habla de todo, es otra de las cosas que me gustan del mundo
del teatro.
Al rato llegó Fernando y mientras los técnicos llevaban a
cabo sus indicaciones, comenzamos con un repaso completo de texto a la italiana. Otro momento que me gustó bastante.
No nos dio tiempo en hacer el pase completo porque nos llamó
Miguel. Los focos ya estaban listos y podíamos ensayar en el escenario y probar
luces.
Y ya nos fuimos al escenario, donde hicimos varias veces las
escenas nuevas, que eran las mías y vimos los efecto de las luces. Como digo en la entrada siguiente, las
dimensiones del escenario no eran las mejores para el diseño de luces que llevábamos
y hubo algunos problemillas, sobre todo porque el área de actuación quedó muy reducida.
Otro de los momentos sublimes de la tarde, fue ese ensayo. Mientras yo no actuaba, Fermando me pidió que bajara al publico para ver cómo iban quedando las luces
y él que es un gran actor y con una carrera muy dilatada me pedía consejos de cómo se veía todo. Como siempre digo: “¡Qué
chico son los más grandes!!”.
Cuando acabamos los ensayos de luces, nos dimos cuenta eran
las 20:15 pasadas, por tanto, rápidamente nos fuimos a los camerinos a
maquillarnos y vestirnos. Había que empezar a actuar. Como veis estas cuatro horas se pasaron en nada.
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