domingo, 29 de abril de 2018

(NO) DISFRUTANDO EL PREVIO DE " CERVANTES NOS VISITA".


Siempre os comento que  mi hermano me suele decir que: " No se puede tener expectativas, porque cuando esperas con miedo algo malo, al final no es tan malo, menos mal y por el contrario, cuando esperas algo bueno al final sale todo fatal". Como me pasó, ayer, viernes 27 de abril de 2018, en la Biblioteca Municipal de Málaga.

En nuestra mente y según nuestras últimas reuniones los miembros de Diantre Teatro lo teníamos todo muy claro, muy organizado y muy bien planteado para la actuación de Cervantes nos visita. Con lo cual, el ir a la biblioteca solo supondría, divertirnos, entretenernos y disfrutar de la preparación de todo, reírnos y pasarlo bien. De hecho habíamos llegado a la biblioteca a las 16:00 h. aunque la actuación no era hasta las 18:00 horas. Pero queríamos estar allí  tranquilos y disfrutar.

Pero al llegar, en un solo segundo, todo cambió. Aparcamos el coche y cargando con nuestras bolsas, comiendo frambuesas rellenas de chocolate que nos había comprado Anai y hablando, felices, de nuestras tonterías, a las 16:00, Anai, Salva y yo entrábamos a la biblioteca. Pues nada más entrar, Anai cogió el ascensor y subió a la segunda planta, como no le gustan mucho los ascensores subió sola y nos dejó a nosotros en tierra.

 Salva y yo esperamos al próximo ascensor. Mientras, Salva se puso a mirar el tablón de anuncio y ¡SORPRESA! había un cartel enorme, donde ponía que actuábamos a las 18:30. Eso cambiaba todos mis planes, ya no podría llegar a tiempo al ensayo general de Los clásicos en San Miguel. La quedada con mis padres para ir al cementerio debía cambiar. Ya nada sería como yo deseaba. Todo eso me puso de muy mal humor. Salva me dijo:" Pues cámbialo" y eso hice, le pedí un bolígrafo al bedel y el tres lo convertir en un cero.

Después subimos a la sala infantil de la biblioteca, donde otro enorme cartel nos  esperaba anunciando nuestro show a las 18:30. De nuevo cogí el bolígrafo y puse otro cerito.

Entramos y tras la sorpresita, empezamos a montar directamente. Había un señor que entró y salió varias veces de la sala, nos vio mover las mesas y las sillas para hacer un hueco a la alfombra que pondríamos en el suelo,  no nos dijo nada, solo nos miraba raro. Luego descubrimos que era  de la biblioteca, pero...
En ese momento fueron llegando  diferentes mujeres del personal de la biblioteca. Una  nos dijo que ella y sus compañeras nos cambiarían las sillas y las mesas que ese era su trabajo, pero nosotros le dijimos que no que lo hacíamos el grupo sin problema. Otra nos dijo que había colgado un cartel donde decía que nuestra actuación era a las 19:00 pero que ellas tenían folletos donde ponía que actuábamos a las 18:00, por tanto, actuábamos a tres horas distintas. Solo le  pedimos un cable/alargador, que por cierto, nos lo ofrecieron el día anterior, pero nos costó horrores dar con él.

Todos los que  llegaban se sorprendían de que estuviéramos  cambiando las sillas sin avisar. Es verdad, que no avisamos a nadie, pero como ya lo habíamos confirmado con dos responsables... pues...pensé que no era necesario insistir.

Y allí estaba yo, poniendo las sillas, decorando todo, sacando el vestuario, ordenando el atrezo, pero, la verdad, que cualquier cosa que hacía, aprovechaba y sacaba a relucir que lo de las 18:30 “Yo no puedo empezar a actuar a esa hora, porque llegaría tarde a Los clásicos en San Miguel”. 
Le había prometido a  Edu ir un poco más tarde, pero media hora más, era tardísimo y eso hizo cabrearme un poco y que en cada situación estuviera siempre tenso. Hasta Salva me llegó a decir: " Relájate disfruta de esto, si al final vamos a actuar a las 18:00, así que diviértete".

No me cabreé con mis compañeros, ni con nadie, pero estaba revenido.

Ayudé a Salva y Anai en todo lo que pude. Anai,  por cierto, estaba genial, estaba muy graciosa, ya que no se enteraba de nada y ese despiste a mí me hacía reír constantemente y a Salva lo sacaba  un poco de quicio, porque debía repetirle todo. “Esta tela es para la bruja" decía Salva y Anai la ponía de mantel en la mesa, "Estas sillas van ahí detrás" y Anai las colocaba en otra parte para coordinar los colores de las mismas. Hasta Salva la mandó a su coche por un cable y cuando volvió dijo que no lo traía pues se había liado. Esto último fue una broma, pero yo me meaba de risa.

Lo que si fue real, es que había olvidado su neceser de maquillaje en casa y se tuvo que maquillar con el mío, que más malo no puede ser.

Sobre las 17:00 ya estaba todo listo y empezamos a hacer algunas pruebas. Salva se dio cuenta que no podíamos poner música, puesto que el cable  se había quedado en casa de Anai, así que, Salva decidió que fuéramos a un bazar a por uno. Él no tenía ganas de ir y  fui yo.

Eran las 17:05 aproximadamente y entre que me fui, llegué al bazar que estaba cerca, pero no tan cerca, llegué, miré los cables, no había, pedí ayuda al dependiente, me enseñó uno, lo fotografié, lo mostré por Whatsapp a los compis, Anai me dijo que no servía, me fui a otro bazar, luego me llamó Salva me dijo que si servía, volví a dicho bazar, volví a pedir el cable, el chico con mala cara me lo buscó, me lo dio, lo pagué y volví a la biblioteca. Llegué, cansado, sudado, mal oliente, agobiado y algo nervioso, puesto que ya eran las 17:35 faltaban veinticinco minutos para empezar y yo aún andaba en la calle.
Cuando llegué, ya estaba todo colocado y la verdad que todo tenía un aspecto muy curioso, coqueto y gracioso. Me encantó.

Le dije a Salva que iba a vestirme y me dijo aún había tiempo, pero le dije que prefería irme ya.
Y menos mal que me fui, porque tardé mucho. A las menos cinco me llamaba Salva, al móvil, para decirme que donde estaba, que quedaba poco tiempo y para avisarme que al final estaría desde el principio con ellos en escena. Había modificado mi entrada a  última hora, pues perfecto. De hecho me quitaba el problema  de esconderme hasta entrar.

Cuando Salva me llamó, estaba maquillándome en el baño de minusválidos. Previamente, había estado cambiándome en el baño de caballeros.  Imaginaros las medias y el cinturón colgados en una puerta, los zapatos en el suelo, el jubón sobre una pared, en otra puerta los pantalones, el maquillaje sobre el lavabo.  En eso, entró un chico y se asustó, luego  un trabajador de la biblioteca que me invitó a irme al otro baño y menos mal.

Allí más tranquilo, pero con mucho calor pude vestirme. ¡Qué calor pasamos todo el día en dicha biblioteca!

Me costó arreglarme, porque: el maquillaje que llevaba no era el mejor, no me salía bien las arrugas, el blanco para las canas era en polvo y se me iba. Estaba sudando tanto, que apenas me corría bien el maquillaje y sí a todo esto le sumamos que el pantalón era excesivamente ancho, la camisa larga y estrecha, las medias muy estrechas...la verdad que cómodo no estaba y el momento de vestirme y maquillarme no fue muy bonito.


Vino Anai a recogerme. Ya había un niño en la sala, pensamos que era público, así que solté mi ropa de Lolo, puse el móvil a cargar, cogí un libro, Salva me hizo señas y me metí, sin calentamientos, indicaciones o  fotos previas  en el cuerpo de don Miguel de Cervantes y Saavedra.


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