Yo nunca vivo el ahora, siempre estoy en el mañana,
preocupado por el qué pasará y sé que eso está muy mal, pues preocupado por el “luego”,
no disfruto el “ahora”.
¡¡Uy acabo de caer!! Esta entrada ha empezado casi como una
clase de yoga, pero es totalmente cierto, yo soy así, paso de puntillas por
lo que me sucede y muchas veces por ello, me pierdo vivencias o sensaciones.
Esta reflexión de gurú viene a cuento porque el jueves 9 de julio
del 2020, a las 21:00 horas, me estrenaba como actor después de 3 meses de
parón obligatorio y lo hacía dentro de las visitas organizadas por el ayuntamiento
de Málaga llamadas: Las rutas Excéntricas y mi previo, al igual que el título
del espectáculo, fue muy excéntrico, muy raro, puesto que en cuanto llegué a mi casa
aproveché cada momento al máximo, me quedé con cada olor, con cada sensación... Escribo esto tres días después y lo veo perfectamente en mi cabeza como si fuera
una película.
Pero vamos a lo que vamos, entremos en materia. Volví tan
arriba y tan feliz de la reunión en el Jardín Botánico de Málaga, por las
buenas noticias, por el paraje, por el buen rollo con los compis y por mis
conversaciones con Juampe durante el trayecto en coche que me mantuve en ese
nivel a lo largo de toda la tarde/noche.
Además, los horarios se habían cumplido muy bien, por tanto,
iba muy relajado.
Cuando Juampe me dejó en casa, entré y saludé a la familia.
En 2 horas volvería a subirme a las tablas para actuar y nunca mejor dicho, porque el lugar donde yo actúo es como un escenario de madera
Estaba deseando volver a actuar. Además con un personaje tan breve, tan controlado, con tan poca responsabilidad, donde yo controlo todo y con el que me lo paso genial, por tanto, no había ni un ápice de nervios, solo ganas de volver y pasarlo bien, así que empecé a disfrutar.
En 2 horas volvería a subirme a las tablas para actuar y nunca mejor dicho, porque el lugar donde yo actúo es como un escenario de madera
Estaba deseando volver a actuar. Además con un personaje tan breve, tan controlado, con tan poca responsabilidad, donde yo controlo todo y con el que me lo paso genial, por tanto, no había ni un ápice de nervios, solo ganas de volver y pasarlo bien, así que empecé a disfrutar.
Tras el largo, pesado y tedioso proceso de desinfección, subí
a ducharme y tras la ducha, me bajé a maquillar al personaje. Para extremar al máximo
la seguridad, preferí maquillarme en casa, así evitaba usar los
baños, colocar las cosas en los lavabos etc. Además, para aprovechar al máximo
el tiempo que estaba con mi madre, me maquillé en el salón, con el aire
acondicionado puesto, viendo televisión y charlando con ella, que además de
ponerlos al día me servía como consejera.
Estaba lleno de ganas, de ilusión, de aprovechar el momento,
de charlar, de sonreír, en una palabra, de ser feliz. Tenía casi una hora para
hacerlo todo, así que bien. Una vez acabado el maquillaje, me fui al baño para
hacerme los rabillos de los ojos pues allí me vería mejor.
Quería hacerme un maquillaje muy pálido, con los ojos, cejas
y barba muy remarcados en negro, para ello me puse una base de maquillaje claro
y luego me di con maquillaje de crema blanca, pues bien, cuando me vi en el
baño con más luz, el maquillaje blanco estaba muy mal difuminado y tuve que arreglarlo.
Entre el arreglo, recoger todo, preparar lo que me tenía que llevar y
tomar mis medidas de seguridad, me fui de casa, pero ya no iba tan pronto como
yo había planificado.
El traslado de casa al lugar de la cita, fue un desastre, la tarde perdió todo su encanto. Hacia calor, iba cargardo, no me salía ninguna foto bonita, intentaba no sudar para que no se me cayera el maquillaje y lo peor de todo, entre la distancia de seguridad y la mascarilla no podía ir relajado y oyendo mùsica como hubiera querido.
Al llegar, pensé que estaba viviendo un sueño, pues el
museo Revello de Toro, lugar de la quedada, estaba cerrado a cal y canto y en la terraza del bar de al
lado, estaban Ángel y Blas de charla y pensé: “He llegado el tercero y antes que
Edu. ¡¡¡No me lo creo!!! ¡Por fin, y como pensé el martes, podré comerme un heladito antes de empezar!”
Pero no fue así, pues ellos me informaron que era el ultimo en llegar pues ya
estaban todos dentro.
Corrí, entré en el museo y como me dijeron que la función
empezaba a las 21:00 y aún quedaban unos 55 minutos, le pedí a Edu que me dejara
comprar un helado y lo hice. Me lo comí en la terracita junto a Ángel y
Blas, pero con un poco de prisa pues Edu me marcó un ritmo rápido.
Luego ya todo pasó muy veloz, entré al museo, me vestí, me
enjoyé, gracias a Ángel que me prestó sus joyas, Javi me puso el mantolín, me retoqué
el maquillaje en el baño, donde me puse unos pequeños coloretes y salí rápido al
patio pues Edu me reclamaba. En el patio
nos hizo unas fotos al elenco completo y a la calle a esperar al público.
Comentar que ese tampoco fue un momento agradable, pues nos teníamos que cambiar 4 personas en una sala bien pequeña, así que no me quité la mascarilla en ningún momento y siempre que podía me salía a una zona sin techo para estar al aire libre. No fue comodo, más bien un poco estresante.
Comentar que ese tampoco fue un momento agradable, pues nos teníamos que cambiar 4 personas en una sala bien pequeña, así que no me quité la mascarilla en ningún momento y siempre que podía me salía a una zona sin techo para estar al aire libre. No fue comodo, más bien un poco estresante.
Edu nos comentó que ya podíamos marcharnos a nuestro lugar de actuación y así lo hicimos.
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