El viernes 10 de julio
del 2020, en el mismo sitio y a la misma hora como bien decía la famosa canción
de Chiquitete, el actor divo de la Antigua Roma estaría en su pequeño
escenario, frente al teatro romano de Málaga, para realizar su monólogo de minuto
y medio.
Un día más se iban a
llevar a cabo Las rutas Excéntricas, organizadas por el Ayuntamiento de Málaga
y yo participaba con el elenco de actores de Eventos con historia.
Por tanto, el viernes,
todo se repitió como si de un ritual se tratara, tal cual había ocurrido 24
horas antes.
Bueno igual, igual, no
fue, puesto que yo ya tenía el proceso mucho más controlado. De hecho, todo lo
hice con mucha más seguridad, por ejemplo, el maquillaje. Se realizó en un plis
plas, además creo fue tan rápido porque cambié la forma de hacerlo. Eso dio
lugar a unos mejores resultados y me evitó retocar.
Bueno al principio la
caracterización fue toda una hecatombe, incluso pensé que tendría que lavarme
la cara y empezar de nuevo. El viernes, me di primero con el maquillaje en crema
de color blanco y en menos de 2 minutos este se extendió con total facilidad
por toda mi cara, cráneo orejas y cuello, pero tanto se extendió que al verme,
estaba tan blanco que pensé que más que un actor de tragedia o comedia parecía
un personaje de Halloween.
El quitármelo y volver a
empezar era un engorro además perdería mucho tiempo y me daba pena pues me
había quedado muy bien difuminado, así que lo maticé con la base clara y me quedó
de 10. Luego me oscurecí cejas y barba. Los rabillos exagerados me quedaron muy
bien. El viernes incluso me hice, en casa, los pequeños y ridículos coloretes.
Ya estaba listo y el maquillaje me encantaba. Ese día había quedado de 10.
De nuevo me maquillé en
el salón de casa para estar más rato con mi madre, pero vaya estaba todo tan
controlado que cuando llegué de un ensayo del grupo nuevo, me desinfecté, me
duché, me tumbé, me comí un helado que me acababa de comprar, preparé la
merienda de todos, me fui con mis padres al patio a un ratito de tertulia, a pasear
con mi madre y luego comencé el proceso de preparación del personaje. Estaba
tan seguro de todo que fue una parte más de mi día ya no era nada excepcional.
Con todo acabado y esta
vez sí, con tiempo suficiente, me fui al museo Revello de Toro, lugar de la
cita. El camino fue tan engorroso como el día anterior, pero al no tener prisa
y no ir cargado con el vestuario lo fue un poco menos la verdad.
Esta vez si se cumplió mi
sueño pues, tachan, tachan, no llegué el último. Este puesto se lo cedí a mi
amigo Javi Zumaquero. Además cuando llegué, todos mis compañeros actores, Edu
y María José, estaban aún en la puerta del museo esperando que les abrieran, lo
cual quiere decir que llegamos todos casi a la vez.
Una vez dentro del museo,
el proceso a seguir fue el mismo del día anterior, pero esta vez, también, fue mucho más fácil, rápido y sencillo, puesto que no era la primera vez. Bueno
el proceso fue igual de incómodo, pero ya lo conocía y estaba acostumbrado.
Ángel de nuevo me
prestó sus joyas, además de un cinturón chulísimo que evitó ponerme la tela de
color oro viejo tan poco estética que usaba como cinturón. Con él y charlando
de mis problemas con los relojes me pasé todo el previo. Javi me puso el mantolin,
aunque debo confesaros algo que le confesé a él.
El día anterior mi gran
amigo me lo había puesto con todo su amor, cariño, interés y tacto, pero yo no
me quedé muy convencido. Esta vez me lo puse yo. Pero me lo puse sin exagerar
unas 6 veces y me convencía aun menos. El tiempo pasaba, mis compañeros ya
vestidos iban saliendo al patio, para marcharse a actuar y yo seguía con mi
mantolin, así que tuve que abdicar y pedirle a Javi que me lo pusiera y así lo
hizo.
Ya listo, empecé a
retocar todo, cuando oí a Edu llamarme y decir:” Lolo venga ya tienes que irte
a tu lugar de actuación.” Y así lo hice.
Javi y yo nos fuimos
camino al lugar de actuación a comenzar el período de espera, primero con él y
luego solo.
Mala cara
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