Vuelto de espalda y metido en los antecedentes del personaje, esto es, repetir la misma frase con
distintas entonaciones, distintas voces y diferentes estructuras corporales como
en bucle, inicié mi actuación, en la segunda noche de Las Rutas Excéntricas, la
del viernes 10 de julio del 2020.

Durante la mañana me
marqué unos pequeños movimientos y una gestualidad. Esto lo repasé varias veces. Quise ponerlo en práctica por la tarde. Y la verdad que lo hice.
Como dije antes, empecé de espalda al público, repitiendo en bucle la misma frase de distintas formas. Al
principio a un volumen inaudible y luego, cuando supe que el público estaba
delante, mucho más alto. Por cierto, no sé si porque me vio actuando, pero el
guía no me dio la entrada para empezar o yo no la oí, así que me volví por intuición cuando noté
la energía, el calor y la presencia del publico.
Esta vez metí dos
cambios: Uno fue que al volverme, aún no presenté al personaje, sino que hice lo que se llama, meta teatro, o sea, teatro dentro del teatro.
Lo primero que el público veía era un romano duro, tosco y guerrero (esto era el personaje que
hacía mi personaje), y tras percatarse de la presencia del público si llegaba
el actor, divo, creído, soberbio y amanerado. A mí me gustó el cambio, no sé si
el público lo entendió, porque fue todo muy rápido pero creo que sí, y lo segundo, fueron dos palabras que no estaban en el guion,
pero con las que reté al público.

Esta vez no me trabé,
hice pausas, cambios de sentidos, cumplí los desplazamientos y gestos marcados y
me sentí mucho más cómodo jugando con el mantolin.
En resumen. Mientras que el jueves vi que el personaje y la escena pasó por mi, esta vez fui yo el que la guie, la llevé y y el que mandé.
Creo que soy muy analista porque de un minuto de actuación poco se puede sacar y yo lo he hecho. Je je je.
Tampoco puedo analizar
mucho la retroalimentación del publico, puesto que mi monólogo acaba de una forma que no
permite y corta los aplausos del publico, así que…
Tras la actuación, me fui
con Javi al patio del museo, donde tuvimos, guardando las distancias, una
maravillosa conversación de verano, hasta que llegaron los compañeros para
realizar el saludo final.
En dicho saludo no se por qué me sentí muy torpe, bueno si lo
sé, el lugar era pequeño y salía sin mascarilla y eso me agobió.
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