Ayer, jueves 9 de julio del 2020, a las 17:20, llegué al
jardín Botánico de Málaga con las manos vacías y con expectativas de nada. Este
año, entre la crisis sanitaria y mi agenda laboral, auguraba que iba a visitar
pocas veces ese mágico lugar. Más que como un currito camino a una reunión
laboral, con sus temas para negociar, sus expectativas y sus notas, iba como un
acompañante de mi compi Juampe y a despedirme de mis otros colegas, puesto que
este verano no iba poder actuar allí.
Una hora y pico después, sobre las 18:40 salía de allí, de
nuevo acompañado de Juampe, pero esta vez llevaba las manos cargadas de fechas,
de actuaciones, de trabajo y, además, que también es muy importante, de risas,
de buenos momentos, de cariño y de la buena energía y la magia que nos regala
ese lugar encantado.
Como os comenté en anteriores entradas, este año con todo el
tema de la crisis sanitaria no me planteé trabajar en el jardín botánico, pero
luego y casi por arte de magia, me llamaron y me convocaron para una reunión,
ya que un año más, el proyecto, aunque fuera de forma muy especial, se iba a
poner en marcha. ¿Recordareis que después tuvimos una reunión por videollamada
y que esta no fue muy halagüeña?
Desde esa reunión por videollamada a hoy, me han surgido
muchos trabajos, con distintos grupos y en distintos lugares. Fue entonces
cuando pensé que como las visitas del 2020 las iba a compartir con Juampe y ahora yo tenía tanto trabajo, le
cedería todas mis visitas del jardín a él. Además, los días que se habían
programado inicialmente las tenía ocupados.
Llamé a Juampe para comunicarle mi despedida y
posteriormente pensaba llamar al jardín para informarlos de que no actuaría
este año, pero Juampe me pidió que fuera con él y eso hice.
Como digo llegamos juntos, pues me recogió y me trajo a
casa. Muchas gracias.
Es cierto que llegamos un poco más tarde de lo inicialmente
planteado. Nos esperaban, en la entrada del jardín, todos los compañeros, iban
con sus mascarillas y cumpliendo todas las normas de distanciamiento. ¡¡Qué alegría!
Tras un brevísimo saludo, parecía que todos teníamos las mismas ganas de ser
eficientes y acabar la reunión cuanto antes, yo quería acabarla entre otras
cosas porque a las 20:00 tenía trabajo.
Entramos, nos sentamos, la jefa me hizo una pregunta
personal antes de empezar, que le agradezco mucho e iniciamos.
No me dio tiempo comentar nada. En un principio nos habían
dicho que el jardín este año estaba libre para nosotros y por ello eligieron
todos los sábados de julio, esto es; el 18 y 25, y el 1, 8, 15,22 y 29 de
agosto. De estas 7 fechas solo podría trabajar 2, por eso, decidí ceder mis
fechas. Al empezar la reunión todo fue diferente. La organización del jardín ya
había ocupado fechas y nos dejaban libre los viernes.
Y de todos los viernes que se planteaban como posibles
actuaciones, menos 1, podía hacerlos todos.
Tras las fechas, expresamos nuestras disponibilidades y de
las 6 fechas planificadas, las que yo no puedo hacer, las puede hacer Juampe y viceversa. Por tanto, yo hago las 3 primeras y él las 3 ultimas. Además, voy a volver a meterme en Rafael Echevarría. Vamos todo un lujo.
Si se compara con otros años, estaría muy enfadado por tener
solo tres fechas de actuación en el jardín, pero este año con lo mal que está
todo, me siento feliz de ser una vez más el dueño de ese maravilloso lugar.
Este año, las actuaciones son más que un trabajo, una especie de muestra de amor al lugar, una forma de decir: "Pese a todos los pesares aquí seguimos un año más, honrando a las personas que han pasado por aquí, enfatizando este lugar malagueño para darlo a conocer y hacer a la gente pasarlo bien."
Este año, las actuaciones son más que un trabajo, una especie de muestra de amor al lugar, una forma de decir: "Pese a todos los pesares aquí seguimos un año más, honrando a las personas que han pasado por aquí, enfatizando este lugar malagueño para darlo a conocer y hacer a la gente pasarlo bien."
Acabada la reunión, Celia necesitaba comprobar su vestuario,
y subió con Dani a la escuelita, yo los acompañé y al rato se nos unió Juampe.
El paseo por el jardín, tranquilos, mirando, observando todos esos tonos de
verde, todos juntos, charlando, sanos y comentando cosas. Hizo que nuestras cabezas
volvieran, aunque solo fuera por unos minutos, a la normalidad real y ya
pasada.
Por cierto, que Dani me hizo reír como hacía tiempo que no
lo hacía. ¡¡¡ Gracias Dani, que grande eres!
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