Antes de continuar con la noche de Halloween y contar lo que ocurrió a lo largo de los pases, debo hacer un inciso para hablar de dos cositas, mi camerino y mi caja, este segundo elemento lleva consigo apareado hablar de mi amigo y gran compañero Dani.
El camerino creo que será noticia y lo pondré a bombo y platillo en el blog cuando tenga un camerino propio y en condiciones, porque lo normal es actuar en cualquier parte y cambiarte en un lugar idem.
Que si un baño privado, que si un baño público, en un comedor de un hotel, en una cocina, en una antigua sala de duelo, en una sala de junta de una casa hermandad, en un campo, en la misma calle y hasta en una sacristía, pero esta vez quiero destacar el del pasado Halloween en el Jardín Botánico de Málaga, nada más y nada menos que me cambié en la antigua casa del jardinero, actual museo de las Barbies.
Pude cambiare en otro lugar más cómodo pero como mi visita acaba en dicho lugar, decidí dejar mis cosas ahí, para que cuando terminara de actuar, no tuviera que andar medio jardín hasta llegar a donde tenía mi ropa y seguramente sin luz, porque los vigilantes en cuanto acaban las funciones no respetan que hay que cambiarse y recojer ( Eso pasó tal cual, mi camino hasta la salida era mínimo pero lo realicé en total oscuridad).
Esa noche tenía un motivo para celebrar, muy externo al rollo de las brujas y los fantasmas, quería irme a celebrar tras la actuación y así lo hice. Fue una noche de juerga impresionante, pero mientras tanto, colgué mi camisa de fiesta en una cerradura de la vitrina del museo, como se ve en la foto, para que no se arrugara, sobre la vitrina mi botella de agua para beber un buche tras cada pase ya que el tiempo de descanso era breve y así la tenía a mano.
En la mochila metí mis cosas más personales, en la bolsa mi chaqueta y zapatos y por último la caja, la cual merece su propio apartado.
La caja.
Mi personaje necesitaba pocas cosas. El vestuario era mío, sencillo, pantalón de pinzas y camisa de cuadros porque era un científico un poco friki, tenis porque suele andar por el jardín y debe ir cómodo, mis gafitas redondas y casi sin maquillaje pues yo era el bueno y por tanto nada fantasmagórico.
Todo estaba argumentado y pegada al personaje pero también lo usé porque era más cómodo y lo más idóneo para mí plan de fiesta posterior.
Así que lo único que necesitaba más especial era un candil para la parte más oscura del jardín, que este año, sin saber por qué fue mucho más corta, pues toda la zona terrorífica y siniestra del puente la iluminaron como si fuera una verbena y así nadie podía motivar el miedo.
Pues a parte del candil, necesitaba una bata y unas semillas de glici, de las cuales hablaba en el texto, pues cuando llegué le pregunté a Dani por ellas y iii SORPRESA!!!.
Me dijo que por supuesto estaba preparado y tenía una caja solo para mí.
Pues así fue, me hizo mi propia caja con mi nombre y todas mis cosas perfectamente organizadas. ¿ Se puede ser más grande?
La propia organización del trabajo y la estructura de la función en sí, me hizo pasar muy poco tiempo con él, pero su cariño, su mimo y su extrema atención con respecto a los demás impregna todo lo que toca como esa caja y por supuesto sin faltarle su humor y su arte.
Eso sí, el último paseo desde la casa palacio a su lugar de actución, muy pocos minutos antes de empezar las visitas, lo hice con él, no estaba planteado que andara por la casa palacio, pero vino a encender unas luces y me fui con él, de ahí esta foto.
Málaga, martes 31 de octubre del 2023.
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