Pues volvimos, volvimos a La Cena de las emociones, y nada más y nada menos que en Granada, en nuestra plaza segura, a ver ha habido allí noches más buenas, otras menos, pero siempre son éxitos, pero de los grandes, Granada nunca defrauda y encima actuando en nuestra casa, porque caminar por el Hotel Urbans Dreams es hacerlo en tu propia casa.
Esa noche fue buena, todo salió como tenía que ser, ni faltó, ni sobró nada. El público era maravilloso, el sitio, o sea, el hotel y sus camareros y cocineros ni os cuento, nosotros lo hicimos todo, pero faltó algo. No hubo magia.Fue una noche muy buena, una cena aún mejor, pero no fue de esas en las que acabas diciendo :" Guau hoy ha sido especial,vaya noche me voy ahora de fiesta super satisfecho, hoy me lo he currado".
No, no fue esa la sensación fue la de : " Trabajo listo, ahora a otra cosa". " Fin". Está frase es un poco fea pero fue como, cumplir el expediente. Al día siguiente cotejando con Elena, tenía mi misma impresión.
Como siempre digo y repito y no sé cuantas miles de veces he repetido ya, durante los previos, debemos dividir a los comensales en zonas y cada uno trabajar en la suya.
Se suele hacer, pero luego no se cumple y en esta ocasión fue mayúsculo, por indisponibilidad física, por estar en otras cosas del proyecto, porque sí o por dispersión, no se cumplieron las zonas, o al menos yo lo sentí así y ¿ Cuál es el resultado de eso?
Pues que estaba pendiente a lo que pasaba e indignado en partes iguales y eso hizo que no pudiera crear el ambiente y la conexión energética que se suele hacer entre tú y tus comensales asignados, cosa que cuando se consigue es preciosa, pero... no sé por qué no se lucha por eso.Quedó bien, lo hice todo, pero sin ese "entregar el alma" y se notó.
También creo que hubo una potencia de voz muy bajita en general. Más de una vez, en las escenas que no participo, me acerqué a mis compañeras a levantar la mano en claro gestos de :" Proyectad más que apenas se oye, o sí se oye pero bajito y los comensales no pueden estar tantos minutos completamente atentos, el sonido les debe llegar solo".
Otra cosa que creo que tampoco ayudó fue que, aunque un compañero actuó en una silla porque tenía el pie bastante mal, puso la silla muy alejada de los comensales y esto creaba más frialdad. De hecho creo que fue en la escena 5, le dije que se levantara y puse su silla más metida en el meollo.
Y sabéis por qué pienso que pasó todo esto. Porque faltaba alguien.Faltaba nuestra compañera Lila, y creo que la energía siempre a un nivel de 9 sobre 10, los nexos de unión que genera entre nosotros, la conexión de la pieza con la cena, su brillo, su luz, su carisma y su buen "rollismo", faltó y se notó en el resultado final de la pieza.
El cocinado del menú fue perfecto, pero nos faltó esa guinda, ese emplatado y esa vengala que remata al plato y lo hace que brille, o sea, Lila.
Y eso que Elena que es la nueva Lola, estuvo de lujo. Hizo una escena 9 que es un poco tensa de auténtica maravilla.
Es una escena larga, con un texto extenso, muy similar y muy picado, pues quedó, ufff, de maravilla, con un nivel de naturalidad impresionante, una conexión tremenda y el poso de los años que llevamos conociéndonos Elena y yo se notaba en escena y venía de lujo para los personajes.
En esa escena estamos solos los dos y me sentí de maravilla. Orgulloso de ella y nuestro trabajo.
Acabé y abracé a Elena, porque sé que sabe hacer esas cosas, pero no pensaba que esa noche me iba a hacer un regalo así, tan impresionante.
Granada, sábado 2 diciembre 2023.
No hay comentarios:
Publicar un comentario