Es viernes 12 de febrero del 2016, y la prueba de los monólogos de Cervantes ya ha acabado.

Son las dos menos veinte y hasta las dos no acaba sus clases el maestro con el que me vuelvo para Málaga.
Ahora iba a escribir sobre "mi Cervantes", pero es que hace tan buen día y estoy tan a gustito sentado al sol, en las escaleras del colegio, que no sé si escribir o cerrar los ojos y pasar de todo.
Pues he decidido hacerlo, cerrar los ojos, apagar la mente, absorber el sol y olvidarme de todo. Ya llega el buen tiempo que bien.
Me ha venido muy bien, pero me ha durado muy poco, es la hora del comedor y han comenzado a salir y entrar mujeres, que vienen como monitoras. Han interrumpido mi relax, así que vuelvo a escribir.


Uno era el tiempo del show, quería controlar que fueran unos cincuentas minutos y no menos pero en todos los pases, tenía el móvil escondido y en todos he llegado a los 50 minutos mínimo y el otro era el cansancio y la voz, pero el teatro como tiene ese veneno o ese algo mágico ha sido vestirme y estar al cien por cien.
He estado muy a gusto y muy bien en todo momento. El colegio es impresionante, bonito, limpio, claro, nunca he visto un colegio más bonito, más moderno.
Mientras me maquillaba oí música y me encantó, porque resulta que antes de comenzar las clases ponen canciones para animar a los niños y al irse salieron con un orden y una educación extrema.
Yo imaginaba un salón de actos oscuro y feo, como en mis tiempos, donde se mezclan cosas de gimnasio, teatro, mesas etc., pero no, era muy luminoso y con colores vivos.

Cuando acabaron los dos primeros pases, mientras los chicos estaban en el recreo, salí a descansar y me sentí un poco frio, no ha habido una retroalimentación muy fuerte de aplausos o comentarios.


buena dos profesoras y una de ellas, la coordina-
dora hasta se ha acercado a mí para despedirse y decirme que le ha gustado mucho todo, que ha estado muy bien, que hago de todo, Cervantes, Rinconete, etc... La que me ha pagado me ha dicho que los niños están como locos, al salir una mamá decia que el niño no paraba de hablarle del teatro, al final todo ha ido muy bien.
La verdad es que me han tratado como un rey, hasta bizcocho me han dado, je, je, je, je. Además me he sentido muy arropado, porque me he encontrado en el colegio con mi compañera de párvulos y amiga Manoli.
Qué curioso Manoli y yo compartimos colegio de niños y ahora de mayores también.
Me ha gustado eso que dices de absorver el sol.
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