Bueno ya se sabe no todas las relaciones amorosas son
perfectas.
Las hay largas que duran toda la vida, sin un problema o las
hay otras como la nuestra, o sea, la de Marina, Álvaro y
un servidor, que para que duren tantos años necesitan un descanso, vamos, un tiempo de reflexión, de relax.
Nuestros cortes fueron algunos voluntarios y otros
obligatorios, os explico.
Las diez horas y media sin parar de trabajar, era físicamente
imposible, por tanto, hubo descansos obligados y otros voluntarios.
Veréis, n o nos dio
tiempo para inflar los ochenta y tantos globos en las dos horas iníciales de
preparación, así que hicimos turnos para ir de vez en cuando, al local a inflar
los globos.
Yo fui el primero que hice el parón, que bien me vino, que
tranquilito estaba , sentado en el suelo, sin mi corazón, inflando mis
globitos, por cierto, que inflé muchos, pero cuando le tocó el turno a Marina,
infló muchos más que yo.
El problema estuvo en que se inflaron todos muy rápido, con
lo cual ya no había excusas para más descanso, hasta que bien entrada la tarde,
Marina, me dijo que si quería entrar al local para ir recogiéndolo todo y lo hice.
Me puse y recogí casi todo. Lo mejor fue, que mis compañeros
tardaron mucho en venir a por mí y por
tanto, me tumbé un ratito y me quedé frito, que bien me vino, por Dios, esos
cinco minutos me sirvieron como horas.
Y el descanso obligatorio fue una horita, una horita muy
corta, para almorzar.
Lo hicimos en un buffet de un wok del Vialia donde una camarera, se empeñó en que yo había
robado mi propia chaqueta, por cierto, la chica no entendía mi idioma, era
oriental, ella solo sabía decir que la chaqueta no era mía, hasta que le pedí
la hoja de reclamaciones y desapareció de mi vista y ya el resto de mi almuerzo, no la vi más, pese a
que antes “no entendía nada de lo que le decía”.
Bueno pues esos descanso nos vinieron muy bien, para
continuar dando amor, un amor renovado.
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