No ha sido nada fácil este trabajo, los “zancos” me tenían
muy nervioso.
No me gustan nada las alturas, la sensación de ponérmelos y
no poder sentarme, ni tener independencia era lo peor de todo. Tenía que estar
al cien por cien, para no despistarme y caerme.
Además solíamos irnos al escenario diez minutos antes de
cada función y mientras mis compañeros iban y venían yo me tenía que quedar en
un rincón quieto y en silencio.
Esto hacía encerrarme en mi mismo y no hablar con mis
compañeros, es más los veía como si estuvieran en mi contra.
Al principio me sentía con ese miedo del principiante, que
siente que todo el mundo lo mira y no sabe como colocarse, o sea, he sentido
que perdía la presencia escénica aprendida durante tanto años.
Me sentía que había retrocedido diez años.
El poder cogerme de la mano de un compañero o apoyarme, fue
el bálsamo para olvidar todo esto de pronto y al final casi andaba y bailaba
levantando los pies del suelo.
Gran merito el tuyo pa lo cagon que eres)
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