Quiero dar las gracias públicas a Isidoro.
Un mago sevillano. Cuyo papel en la pieza, era el de un
juguete que se escapa y con su magia intenta romper el hechizo que tenía a
nuestros personajes encerrados en una caja.
Es un gran mago, con poca experiencia teatral, pero
con mucha pasta, porque el tío poco a poco ha ido integrándose en la obra y sacando
más y más partido a su personaje.
Desde un primer momento estuvo muy cercano a mí y a Álvaro,
o sea, a los chicos de los “zancos”.
Los solía poner muy apretados, lo cual, a mi me encantaba, pues me daba seguridad,
por tanto, desde el primer día que me los puso, le pedí ya siempre que me los pusiera.
Luego me ayudaba a
vestirme y desnudarme. Cuando decidí que necesitaba apoyo en las
representaciones ahí estaba él y en los pasacalles era mí también mi bastón de
apoyo.
Es un tío genial, siempre ayudando, atento y pendiente a mí,
en ningún momento puso mala cara o estuvo serio.
Debo decir que gracias a su forma de ser y de comportarse he
podido realizar este trabajo, porque sin su ayuda o su apoyo, no lo hubiera
podido hacer o lo hubiera abandonado antes de tiempo.
Tanto tiempo junto ha hecho que tenga muchos recuerdos de
él, nuestros paseos y charlas a casa,
nuestras cervecitas, nuestros pasacalles donde nos lo pasábamos bomba con las chicas que vendían los pijamas o las
de las tienda de deporte o con la chica
que hacía las chapas.
Igualmente lo pasé genial en la penúltimo pase, donde
comencé a aburrirme y acabamos gamberreando, sin salirnos del personaje.
También destaco sus
bailes al final de cada pieza, sus abrazos, comprando una tetera para su novia o sea, su todo.
GRACIAS ISIDORO
ERES UN GRAN TIO Y BUEN COMPAÑERO, GRACIAS POR TODO, SIN TI NADA HUBIERA SIDO
IGUAL.
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