sábado, 26 de octubre de 2019

" UN PASEO POR LA HISTORIA" Y OTRO POR SU CRÓNICA


Han sido: 5 pases realizados a 2 minutos por pase…. 10 minutos ( a los que leáis esto, os pido que ahora hagáis la fanfarria del programa Un, dos, tres) y tras recordar al conocido programa de televisión continuaremos  en nuestra infancia, bueno al menos en la mía, yo tampoco sé la edad de los que leéis esto, pero ahora nos vamos a un aula de nuestro cole a recordar una clase de matemáticas que dice: Si un actor hace 5 pases y en los 4 primeros, entre pase y pase, descansa unos 3 y en el último casi 6. ¿Cuántos minutos descansó en total? Descansó 18 minutos.

Pues si sumamos los 10 minutos de trabajo, más los 18 de descanso, el resultado es el tiempo total que ayer, jueves 24 de octubre del 2019, estuve en la tarima del centro de interpretación del Teatro Romano de Málaga, en plena calle Alcazabilla y junto a dicho teatro, haciendo de un actor divo, prepotente y un poco amanerado de la Roma Clásica, para el montaje de Eventos con historia, Un paseo por la historia. 

Fue nada lo que actúe, pero lo disfruté mucho, ese lugar y ese entorno. Cuando en un momento del texto, que miraba al público me volvía y de pronto veía ese teatro romano con ese alcazaba encima, con el juego de luces, eso era impagable y como el personaje que creé me permitía actuar libre, sobreactuado, teatralizado, o sea de un modo donde lo exagerado nunca estaba de más. Eso era un lujo pues era dejarte llevar, liarla, lucirme al estilo de una Gloria Swanson en El crepúsculos de los dioses o al de una Margarita Xirgu y a mí eso me gusta mucho.

Además al ser exagerado, mi voz también lo era. Sonaba muy grandilocuente, muy  engolada, muy proyectada y oír mi voz, que aunque suene  mal que lo diga,  es un poco torrente, retumbar en ese lugar y en plena calle, me elevaba a las nubes. Cuando empecé en el teatro, abusaba mucho de esa voz, súper engolada de actor antiguo o cantante de zarzuela, pero debido a los estudios, a la naturalidad que se me exige en el trabajo y demás, la tenía olvidada, pero el otro día en Proyecto Victoria la usé para un ejemplo y gustó, así que ayer decidí recuperarla para este personaje y vamos disfruté de lo lindo, sintiéndome un actor de los años 40.

Bueno antes de seguir, es más, esto  debería haber sido el inicio de esta entrada. Mi mayor preocupación del día anterior no tuvo consecuencia alguna. Una vez más esto me demuestra que no hay que preocuparse por las cosas hasta que no lleguen. Puesto que ayer, con dicha túnica casi transparente, con ese escote tan exagerando, las sandalias y las mangas cortas, no pasé nada de frío, pero nada, y cuando digo nada es nada, es más la temperatura era casi de una noche primaveral.

Es cierto que cuando salí de dar clases a las 17:00 no hacía frío, pero el viento era demasiado exagerado y desagradable, al igual que cuando salí del Museo Revello de Toro tras concluir la función y haberme cambiado, eran aproximadamente las 22:00, pero desde las 21:00 a las 21:25 que actué  la primavera fue la protagonista, pues la temperatura fue perfecta, el viento nulo y hoy mi salud sigue intacta.

Lo mismo que el viento se detuvo, también lo hizo un chaval que estaba tocando y cantando en plena calle Alcazabilla. Durante el tiempo de espera no paraba de tocar, pero fue irme a mi lugar de actuación, subirme en mi tarima y dejar de hacerlo. Volvió al empezar el cuarto pase, pero yo ya estaba calentito y ya no me paraba nadie y mi voz en esos dos pases sobrepasaba su música.

Recuerdo que en el previo Zumaquero repasaba su papel una y otra vez para recordarlo y centrarse, pero me confesaba que no estaba nervioso, en cambio yo  recordaba y  controlaba el texto perfectamente, pero si  estaba nervioso, pero no por inseguridad o miedo, tenia los típicos nervios del niño pequeño la Noche de Reyes o un día de feria, tenía nervios de ilusión, de ganas de empezar, de poner todo en marcha, de empezar a disfrutar y de que no ocurriera nada malo y que todo fuera perfecto. Tenía gana de soltar al toro que llevaba dentro y que no lo aguantaba más en el chiquero.

A última hora pensé que la primera frase la diría como un anciano, y después lo cambiaría al actor divo, y así haría como un actor ensayando su papel. Eso me llevó a estar emcorbado casi todo el tiempo, puesto que desde que el grupo aparecía por la casa hermandad de la Cofradía del Sepulcro, ya podían verme y yo me metía en la piel del anciano.

Y ahora unas crónicas muy breves por pases y no post-pase, porque donde estaba no podía tener el móvil para escribir:

1.-EL OLÉ: Fue el primer pase donde me dejé llevar, lo solté todo, lo pasé bien. Fue el pase del  empezar y soltar la energía, pero es cierto que no respeté mucho los gestos marcados, estos se me fueron con la emoción de empezar. Energía desatada. Por cierto, cuando me di la vuelta desde el público al teatro, oí un "olé".

2.-ESA BOCA: Me había marcado un personaje con una dicción exagerada y perfecta, que marcaba mucho las "s" y "r" pues al decir "ese escenario" dije un "eze" y pensé: "tierra tragamé", pero continué muy digno. Nos habían avisado de que los grupos serían grandes  y yo deseaba que así fuera para lucir mi personaje, pero este grupo era excesivamente reducido y no me moló.

3.-CREANDO: Este pasé lo preparé más, lo organicé más, y salió todo mucho más cuadrado y ordenado, hubo risas, aplausoss y caras de atención.

4.-NUMEROSO: Fue el primer grupo numeroso de verdad, donde de nuevo lo disfruté al máximo, donde hubo risas, aplausos y miré más directo al público y donde me salieron gestos improvisados que venían muy bien al personaje.

5. - DESDE EL BALCÓN: Mucho público pero no me pude lucir como quería porque se colocaron en un lateral y tuve que adaptar los movimientos a su posición, e hice todo el texto desde un pequeño balcón. Fue distinto pero me gustó. Vi mucha atención en el público y de nuevo risas y aplausos.

Como el público era muy numeros, aún metido en mi personaje de divo, bajé de mi tarima y me fui caminando por calle Alcazabilla, cuando ya no me veían fui a un paso más rápido hasta donde estaba Zumaquero, el show había terminado.

En cuanto a la retroalimentación; Del público sólo tuve sus risas, pero muchos de mis compañeros me dijeron que les gusté mucho, que les molaba mi personaje, que el público se había reído y lo había pasado muy bien con él.

Por cierto, que entre pase y pase se me acercó un muchacho y se  puso a hablarme como si yo fuera un centurión romano y luego en latín, a mí que me gusta tanto interactuar con el público reconozco que me quedé muy cortado. Pero fue por dos razones: Una, los grupos venían muy seguidos y no quería que me vieran hablando con gente de la calle y dos estaba trabajando y ese señor quería verme actúar para él, pues que pasara por taquilla.








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