Me hacía mucha ilusión actuar en un cole, tenía muchas ganas de ser anfitrión o presentador en Eventos con historia. Por fin después de mucho tiempo, tenía un papel largo y relevante en la empresa, ese mismo día comenzaba la semana blanca y tendría vacaciones, era un reto el hecho de actuar sin un texto aprendido, sin tener todo organizado al dedillo y tener que dejarme llevar por la situación.
Todo era muy bonito, ¿ Verdad? Pues no, porque era una actuación matinal y otra vez debía madrugar.
De nuevo falta de ganas, cansancio y pena absoluta para levantarme y encima no tenía el despertador animador que es mi sobrina.
Por tanto, puse el mio con tiempo más que suficiente, luego me puse a remolonear y como siempre, a toda velocidad, me vestí, me preparé, hice la cama, cogí los bártulos y me marché.
También es cierto, que por el camino recuperé minutos, como decía Willy Fog, ese león caballero que recorrió el mundo en 80 días cuando adelanta jornadas de su viaje, pues eso me pasó a mí, aligeré el paso y pude hacer la segunda mitad del camino hasta la meta, tranquilo y oyendo música.
Llegué, nos pidieron puntualidad inglesa y yo entré al cole, con 2, 3 minutos de retraso. Inma que esperaba en la puerta me encaminó hacia mi destino.
Una habitación en la planta baja del cole que ya contaré en la entrada siguiente.
Entré y había bastantes compañeros pero quedaban muchos por llegar.
Debo puntualizar, que 2 días después fui a la celebración de un cumpleaños y me comentaron que el tipo de bolsa que llevaba con el vestuario, no era la más adecuada, para mí prestigio dijeron, es cierto. Debo buscar una solución.
Málaga, viernes 23 de febrero de 2024.
La puntualidad inglesa esta sobrevalorada.
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