Esta vez sí, Claudio acudió a la cita, el día, en el lugar y en la hora precisa, bueno realmente el que asistí fui yo, pero presté mi voz y mi cuerpo a ese divo capitolino.
Llegué a tiempo y hay poco que hablar o comentar.
No me hice ni foto, fue todo muy rápido. Es más, cuando venía ya, con el ensayo terminado, de vuelta a casa, me hice la que acompaña esta entrada que nunca la publiqué en Instagram ni nada, porque estaba borrosa y carecía de significado, pero aquí si la pongo para que quede constancia de dicho ensayo.
Pero tampoco voy a contar mucho más.
El texto recordado y repasado, el personaje más que pillado, los movimientos, poses y tonos muy practicados y todo controlado y fresco porque lo había hecho hacía 2 semanas, así que había poco que probar, asegurar, demostrar o afianzar.
Salí cuando llegó mi turno, lo hice, dándolo todo pero tampoco al cien por cien y listo.
Digo mi turno, porque en Málaga Ciudad del Arte, yo siempre he sido el primero en actuar, puesto que se ha seguido el orden cronológico y el imperio romano es el más antiguo, pero esta vez por la logística de la propia visita, que era muy extensa actué el tercero.
Por tanto, llegué oí la charla introductoria de Edu y vi los monólogos de mis compañeros.
Recuerdo la buena dicción y el porte de la compañera que hacía de la reina Isabel y el papel tan chulo de la niñera de Picasso. Aunque en mi mente me generaba muchas ideas.
Esta vez iba tan asegurado que ni repasé y me quedé sentado viendo a los compis, salí hice lo mío y volví a mí asiento. Creo que quedaba un compañero o dos más, no lo recuerdo, pero me quedé, porque no tenía prisa, Edu había dicho días antes que no le gustaba que nos fuéramos y como quedaba poco, me quedé.
Nos citó para la recogida de vestuario al día siguiente y para casa.
Málaga, domingo 4 de febrero de 2024.
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