Madrugón de campeonato, sueño a discreción, mal cuerpo y
dolor de pie, el maldito dolor de pie seguía constante, todo esto fue lo que definió mi camino hasta el Teatrobus.
Tanto Diego, con el bus, como Andrea, mi compañera, como yo, llegamos puntualísimos
a la cita y en comisaria nos reunimos los tres .
Nos subimos y nos fuimos camino a nuestro destino, Alora.
Por cierto, que nos citaron a las ocho menos cuarto de la mañana, y antes de
las ocho y veinte ya estábamos en un descampado del pueblo, esperando nuestra
hora para entrar en el mismo.
Y a la hora en punto, todo listo que técnicamente funcionó a
la perfección, comenzamos la actuación.
Aunque eran unos niños algo mayorcitos y pensamos que se
podían aburrir durante la función, estuvieron pendientes en todo momento,
riendo, participando, jugando y contento con todo lo que ocurría a su
alrededor.
Temíamos que los niños protestaran o bromearan con que Don
Quijote fuera una mujer, pero no es que respetaron a mi compañera, es que
además ella lo hizo tan bien, que nadie dijo en ningún momento nada, es más
estuvo actuando de una manera impresionante, yo la miraba porque estaba
realmente impresionado, no hubo ni un fallo de texto, ni perdió una intención y
la hora pasó volando.
Yo como estaba con el pie regular, quizá estuve dándolo todo
pero me recorté un poco en cuanto a movimientos, a saltos y demás, pero Andrea
lo suplió todo porque hizo un Quijote enorme.
Por tanto, al acabar
ya estábamos en Málaga, nos cambiamos y Diego muy amable nos dejó cerca de
nuestras casas.
Hasta la próxima Teatrobus y quizá el próximo sea especial.
Extrañabamos ya al chino Quijote...
ResponderEliminar