Al llegar al teatro la cosa fue aun mejor, preparé, tanto,
mi ropa como la de mis compañeros, ordené el camerino y me fui al escenario y
allí estuvimos preparando todo, se hizo un pase técnico y ensayé varias veces el final del la pieza. Donde
hubo un cambio que yo no esperaba y me puso un pelín nervioso, pero poco,
porque lo solucioné pronto.
Llegó la hora, estaba expectante, deseoso de salir. Nos vestimos y el tiempo que
esperé, solo, para salir a escena, recordé a Lina
Morgan y me sentí el hombre más feliz del mundo. A la hora en punto salí y
comenzó la función.
Después de tanto tiempo de espera y trabajo. Todo lo que habíamos
estado acumulando, salía a la luz, delante de todos, para mí, fue como un
ensayo más, pero ahora con público y por tanto viviéndolo, sintiéndolo y disfrutándolo
aun más que las veces anteriores.
Lo del pie unido a que tras la ovación final, volvimos a
camerinos y la reacción de Nora no era la que yo esperaba, algunos problemillas
técnicos la hacían no sentirse a gusto con el resultado final del estreno y a
lo largo de la noche y la mañana siguiente, donde nos reunió a todos
urgentemente, fue sacando fallitos y problemas de la pieza. Pequeños detalles,
pero que no hicieron que el estreno saliera de diez. Entre ellos uno fue que estábamos tan emocionados que la energía se
nos desbordó y debemos administrarla
mejor.
Todo eso hizo que la noche acabará un poco oscura.
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