viernes, 13 de septiembre de 2024

¡¡ QUÉ BONITO TODO!!.

 

Los nervios me impedían ver lo bonito que era todo. Se auguraba que todo iba a ser bonito, siempre y cuando mi lengua no estropeara el auto sacramental.

Ese patio, ese escenario tan pequeño, los árboles, y tantas sillas, anunciaban que cuando llegara la noche, ese claustro de San Francisco en Vélez Málaga, se iba a llenar de encanto, se iba a volver muy bonito.

Y así fue. Qué bonito fue cuando salía y veía ese suelo antiguo de piedras, que te recordaba que estabas actuando en un lugar cargado de historia, y más cuando lo pisé descalzo. 

Luego subías al escenario, un escenario muy bajito, coqueto, seguro, limpio, con la suficiente altura para que te vieran bien, pero además, sin dar inseguridad y con la longitud justa para poder moverte sin tropezar, pero tampoco para  quedar desangelado. Qué bonito.

Las sillas tan cerca y en forma de “U”, hacían que pudieras ver perfectamente el rostro de los asistentes. El actuar para 3 frentes era un lujo, y si a todo eso le incluyes: Los árboles que rodeaban todo, el fresquito, el olor, los balcones del claustro, el cielo plagado de estrellas como techo. Lo dicho muy bonito.

Y bonito fue, que al ser el protagonista, interactúe con todos los compañeros: Los que te caen mejor, peor, los que son amigos, compañeros, los que estás muy acostumbrado a trabajar con ellos, los que actúas por primera vez y a cada uno, de los 20 compañeros con los que interactúe, les di algo.

A todos les daba una entonación diferente ( amistad, colegueo, indiferencia, fiesta, admiración, compañerismo, miedo, temor, amor, súplica, fortaleza, humildad…) Creo que mi personaje, San Francisco, era una paleta de emociones y pasé por todas o al menos lo intenté.

Fue muy bonita la sensación, una vez acabada la pieza, de verlos y comprobar como yo había pasado por cada compañero y cada uno de ellos me había ayudado a qué mi personaje crecería y  todos me dijeron, y a todos les dije, el texto bien. Que eso fue otra cosa que quedó bonita, pero que me tenía malo, el texto.


Yo me lo sabía. Por fin, me logré aprender ese texto tan, tan, tan difícil, poético y metafórico.

Conseguí hasta darle significado, pero en mi casa, claro está, porque era empezar a ensayar y el texto se convertía en un batiburrillo de palabras sin entendimiento. 

Nunca lo dije sin tratarme. Excepto en la función, que fallé en una rima casi al final, pero ya me dio igual. 

Pues ese día salió perfecto, tal como yo quería que fuera, con sus pausas, sus vaivenes y sus intensidades. 

Lo jugué, lo mecí, lo dominé, lo controlé, la embellecí y lo lucí. Al menos yo lo vi así. Además, sin miedo, alto y claro. 

El foco que me daba en la cara, que te cegaba un poco, también fue bonito. Cuanto tiempo actuando sin focos. 

Es que repito fue todo bonito.

Cuando tú a algo no le dices, bello, ni precioso sino bonito. Pues así fue BONITO.





Vélez Málaga, viernes 13 de septiembre de 2024.



No hay comentarios:

Publicar un comentario