miércoles, 30 de septiembre de 2020

SUBIDAS Y BAJADAS, UN PORTÓN LLENO DE CONTRASTES.(LA BAJADA)


Con Lola Flores me acosté el domingo, 16 de agosto del 2020, y con ella me levanté el lunes, 17 de agosto del 2020, puesto que en el trayecto en bus, desde Málaga a Alhaurin de la Torre, que hice con Dani esa mañana, para realizar el primer ensayo in-situ de Alhaurín magico, Lola, el programa Hormigas Blancas y todas las mentiras que contaron sobre ella fue el tema de conversación. 

Este era mi primer madrugón en meses y mi primer viaje en bus desde marzo. Tenía mucha aprensión y miedo, pero el hecho de que el bus estuviera prácticamente vacío y que Dani iba muy seguro, me ayudó mucho y me llenó también de seguridad. 

Para poder estar a las 11:30 en el lugar del ensayo, tuvimos coger el bus que salía de Málaga a las 9:30, con lo cual llegamos a Alhaurín muy temprano, concretamente a las 10:20, o sea, casi hora y media antes de la cita. 

Teníamos mucho tiempo libre y nada que hacer. Nos bajamos del bus y cruzamos la plaza más grande y más despierta del mundo, donde pese a ser tan temprano el carlor ya era horrible. Esta afirmación sé que va a ser polémica, porque todo el mundo odia el calor, pero a mí ese tortazo me llenó de vida, pues entendí que vivía el verano de verdad por primera vez en este año. 

Llamé a casa y cuando me dijeron que todo andaba perfectamente comencé a disfrutar al máximo la mañana.

Bien por motivos cofrades, personales, festivos, teatrales, pero sobre todo familiares y gastronómicos llevo visitando Alhaurín de la Torre desde que tenía prácticamente 3 años pero eso sí, nunca había ido caminando. Siempre me he movido acompañado por alguien del pueblo y en auto. Pero esta vez iba a pie y le tenía que demostrar a Dani que la tierra de mis antepasados la conocía bien, así que yo hice de cicerone.

Desde la parada del bus, a las afueras, teníamos que llegar a la plaza del pueblo, concrectamente a la oficina de turismo, por cierto, antigua casa de la tía de mi padre, y lugar que había visitado de niño mil veces, allí nos esperaba nuestro jefe y amigo Emilio.

Por tanto, iniciamos nuestra ruta. Ruta que estuvo llena de muchas paradas, la primera fue frente al monumento de la torre, donde ambos nos hicimos una foto para demostrar oficialmente que ya habíamos llegado a Alhaurín.

La segunda, no sé si tirando por el camino más corto, fue visitar a Emilio. Ahí vivimos la gran bajada de la jornada. Emilio es un tío con mucho arte, este está constantemente feliz, es muy artista, vamos muy folclórico, pero ese lunes, cuando lo vimos, más que a mi Lola Flores, como es habitual, me recordó a Vanesa Martín, estaba triste y desganado, fue entonces cuando nos confesó que los miembros del ayuntamiento estaban reunidos de manera urgente para decidir, debido al virus, el futuro del pueblo y sus actos culturales, por tanto, nuestra visita teatralizada pese a estar los dos pases completamente vendidos, podía ser suspendida. 

Pues pese a los malos augurios, nosotros seguidos nuestra ruta, parando en la iglesia, y posteriormente en un bar para desayunar.

Yo deseaba desayunar en un bar con toda mi alma, pero como el tema del virus me asusta tanto no dije ni mú. Pero fue salir de la iglesia y Dani me dijo :" Ahora lo que pega es un café". 

Y a desayunar que nos fuimos. Por consejo de este lo hicimos en el interior del bar, yo quería fuera, por eso del aire libre y porque la terraza estaba preciosa, era una calle peatonal con un toldo hecho de colchas de croché. Pero acertadamente este me hizo ver que no se cumplían mucho las distancias y en el interior estaríamos solos. También me hizo ver que entre los camareros no había muy bien rollo. 

El bocata integral mixto debo deciros que me supo a gloria. 

Tras el desayuno la hora del turismo acabó y nos fuimos con Emilio hacia la finca El Portón a iniciar el trabajo.  (Cómo fue el ensayo en la próxima entrada). 



SUBIDAS Y BAJADAS, UN PORTÓN LLENO DE CONTRASTES.(LAS SUBIDAS). )


Bueno, pues el lunes 17 de agosto de 2020, sobre las 11:30h, Emilio, Dani y un servidor, entramos en la finca El Portón, de Alhaurín de la Torre, para nuestro primer ensayo in-situ de Alhaurín Mágico y así fue este ensayo:

Como Rebeca nos avisó que venía con retraso, tras echar una pequeña visual al jardín, nos pusimos directamente a ensayar. 

La visita la abría Dani, por tanto, este empezó con su monólogo y fue en ese instante cuando por la puerta, cargada de sonrisas, luz, ilusión y buen rollo apareció Rebeca. Parece que la estoy viendo tan feliz con sus brazos abiertos entrando por esa puerta. 

Conozco a Rebeca desde hace más de 9 años pero nunca la había visto tan ilusionada con un trabajo. Creo que no la veía con esas ganas desde que hicimos primero de Arte Dramático. 

Esa fue una de las subidas de la mañana pues fue llegar y llenarnos de vida. Desde que ella apareció, se nos quitaron las nubes negras de una posible suspensión, y empezamos dos horas de ensayos, aprovechadas al máximo, con un buen rollo tremendo, con mucho juego, muchas aportaciones, muchas improvisaciones y muchas risas. 

Estas dos horas de curro estuvieron divididas en varias partes: 

La primera fue la de buscar las localizaciones. 

Rebeca no conocía el lugar y lo primordial era mostrárselo. Tras verlo y quedar encantada, le enseñamos su lugar de actuación. Donde haría su baile, su presentación y su interactuación con el público. Me quedé alucinado porque se enamoró desde el segundo uno del lugar y rápidamente le sacó mil ideas y mil posibilidades al mismo. 

La segunda parte fue la técnica. 

Esa es la parte más aburrida de mi trabajo, no puedo con ella, por tanto, como la que tenía más necesidad en este sector, en cuanto a luces como a música, era Rebeca, ella fue la que se encargó del negociar el tema con Antonio, que era el técnico y un tío genial, mientra yo, charlaba con Dani.

En ese momento Emilio se fue, y tras otra parte de localizaciones, la tercera, para definir y mirar el final. Empezamos la cuarta y última parte.

La parte artística, esta fue mi favorita. 

Empezó Dani, iba muy bien, pero lo vi inseguro en cuanto a movimientos, y por ello, le di algunas indicaciones, posteriormente se unió Rebeca indicado otros asuntos. Dani puso estas indicaciones en práctica rápidamente, porque para eso tiene un arte natural que sólo tiene él. 

Desde ese momento, creamos un ambiente maravilloso, es un gusto cuando curras con gente así, tan abierta, tan artista, con tan buenas ideas y sin malos rollos. Todos aportábamos, pero estas aportaciones eran para mejorar y ninguno se las tomaba a mal, ni se hacían con maldad. Éramos como 3 niños chicos que juegan y van creando las reglas de la partida. 

Uno estaba actuando y al otro se le ocurría una cosa, la decía y se ponía en práctica. Entre todos queríamos crear un todo guay, y no había ni egos, ni envidias, ni escaqueo. 

Después vino mi parte. Me sabía el texto, pero el personaje aún no lo tenía, ni marcado, ni trabajado. Lo hice todo tal cual estaba planeado, pero no me gustó nada mi personaje. 

Era el duende del jardín, debía ser un personaje potente, entrañable, pero no era absolutamente nada atractivo.  Hablaba mucho.

Luego le tocó a Rebeca. Era la ninfa del jardín y tenía una característica muy concreta. Sin tener nada preparado, se montó un baile y una presentación, totalmente improvisada, con una impronta del personaje súper chula, tanto, que los 5 o 6 minutos que estuvo actuando, me tuvo con la boca abierta y pensando:" Vamos a triunfar, entre esto tan bello y Dani que va tener a la gente enganchada y riendo desde que aparezca. Triunfamos". 

Después vino una escena entre Dani y Rebeca. Mientras actuaban, se me ocurrió una broma, gustó y se puso en práctica. Bueno pues la cortamos como mil veces porque los tres no podíamos parar de reír. 

Seguimos con una parte que solo marcamos pues, por decisión propia, quería que fuera una parte sin texto donde el público se sintiera el protagonista, creando ellos esa parte. Y nos fuimos directamente al final. 

Este lo pasamos 2 o 3 veces para afianzarlo bien. 

El texto original era mio, pero se lo pasé a Dani que lo puso muy bonito y muy romántico y luego Rebeca lo llenó de movimientos muy chulos.  

Vamos que cuando acabamos yo pensaba:" Que venga el público ya que yo esto, estoy deseando hacerlo". 

En ningún momento tuve duda de mis compañeros pero después de ese ensayo, supe que haciamos un equipazo y que podíamos con lo que nos echaran. 

Con deciros que Rebeca que es más despistadilla, de remarcar y ensayar todo, nos dijo que ya nos podíamos ir, puesto que ella lo tenía muy claro. 

Antes de marcharnos por cierto, visitamos a Emilio que nos dio otra subida del día, ya que nos confirmaba que el show se haría y que quedaban solo unas 4 o 5 entradas por vender.  

PD: En mitad del ensayo me llamó Edu, de Málaga Dulce, para decirme que ya tenía la autorización y mi personaje granaíno podría hablar con acento granaíno. Pasé la censura. Otra subida del día. 










domingo, 27 de septiembre de 2020

COMO EL QUE LAVA A LA "MÁLAGA DULCE".


Como el que lava. Esa expresión es de mi profesora, la gran profesora, que me enseñó verso en la ESAD de Málaga, María del Mar Peláez, creo que ya he hablado antes de ella y de su expresión. El significado de esta es el siguiente: “Actuar sin ninguna entonación,  sin ninguna naturalidad, sin meterte en el personaje y sin nada, o sea, como un autómata, sin sentir, ni actuar. Lo que haces es  soltar el texto, diciéndolo y haciéndolo como se supone que hay que hacerlo, pero sin ningún significado, ni sentido”. 

Esa expresión nos la dijo durante un ensayo de la pieza El desdén con el desdén en la ESAD y como no sabíamos su significado nos lo explicó. 

Y una semana más esa fue mi actitud durante el ensayo de la pieza Málaga dulce en el cementerio de San Miguel. 

El domingo 16 de agosto del 2020, fui al ensayo, hicimos un pase completo y a tiempo de real de la pieza, con lo cual representé cuatro veces mi monólogo, pero en mi caso lo hice, “como el que lava”. 

¿Por qué? Pues porque quedaban 2 días para ir a recoger el vestuario, 5 para el ensayo general y 6 para la actuación y yo seguía sin conseguir el beneplácito para poder hacer mi personaje. 

Esa persona, totalmente externa a la pieza, que debía darme su permiso y su autorización para que mi personaje, natural de Granada, hablara en acento granadino, fuera un hombre campechano, bonachón y simpático, seguía sin pronunciarse y yo seguía esperando y sin poder trabajar. Por tanto, como sin previa autorización no me iba a poner a hacer nada, fue otro ensayo donde estuve en presencia pero no en esencia, pues no tenía nada que ensayar, que afianzar, que hacer o que decir. 

En el primer pase de ese ensayo, me sentí como doña  Concha Piquer antes de estrenar un espectáculo, donde el censor estaba pendiente de cada palabra, cada prenda y cada cosa que ocurría en el escenario, para dar el visto bueno y que pasara su filtro. 

Pues a lo que voy, antes de hacer el primer pase, se me acercó el director y me dijo, que con mi permiso, iba a grabar un audio con el inicio de mi monólogo. Este sería la prueba necesaria para conseguir o no la autorización. 

Vamos de película y yo como doña Concha fui muy cuco, puesto que suavicé el acento granadino al máximo, para así conseguir pasar la censura y ya en la función Dios diría. 

¡¡¡Ay quien hace la ley hace la trampa!!!. 

Y los minutos fueron pasando, las anfitrionas también y yo fui haciendo el monólogo, como me apetecía o Dios me daba a entender, unas veces más bonachón, otras menos, unas veces con el texto completo, otras no, algunas veces más rápido, otras más lento, no sé. 

Solo lo hice un poco más serio cuando me vio mi amigo Javi Zumaquero y mi Luisa, y cuando Caro y mi Rebelde. Estos son los más críticos conmigo. Javi que dijo que al suavizar más el acento granadino y hacerlo menos de pueblo el personaje era menos divertido pero más natural. Le dije que quería hacerlo así pero como no pude trabajarlo en estas semanas… 

En resumen, el ensayo fue ese lapsus de tiempo que hubo entre las tres partes verdaderamente importantes de la tarde/noche que fueron: El antes, el después y el después del después. 

El antes y el después fueron mis desplazamientos al cementerio, a pie y de la mano (no literal, por el tema del Covid y porque no da lugar) de esa divertida, artista y cargada de arte que es Caro. Qué bien me lo pasé en ambos trayectos. Uno hablando de cosas nuestras y teatro y el otro de cofradías. Por cierto llegamos 6 minutos antes a la cita, fuimos los primeros. 

Y el después del después, fue que tras el ensayo, el espacio de Telecinco Hormigas Blancas, estaba dedicado a Lola Flores, fue un programa lleno de mentiras, pero si Lola está en la tele hay que verla. 

Y Lola fue la pronta, también, de nuestro ensayo, con deciros que la mascarilla de Caro esa tarde fue, en su honor. roja con lunares blancos. Y que esta y yo nos dedicamos toda la tarde a meter bulla y a obligar a todos a no perder el tiempo porque había que irse pronto a ver a nuestra Faraona o que cuando acabé mi parte me fui con ella a seguir el recorrido y fue justo acabar y casi sin despedirnos, la chica del baile, María José mi rebelde, mi Luisa, Caro y yo salimos en estampida cada uno a su casa para ver a la Lola.

Y a tiempo llegué, me desinfecté, me duché y acabé el día de la mejor forma posible, cenando, comentando y viendo a Lola Flores con la mejor compañía, mi madre. No se puede pedir más. 






viernes, 25 de septiembre de 2020

Y NOS "VAMO PA LA FERIA" O "PA" EL JARDÍN.


Podría haber ido repasando el texto, podría haber ido pensando en mis cosas, podría haber ido actualizando el blog, que lo tengo muy atrasado, pero no, el sábado 15 de agosto del 2020 decidí ir al jardín oyendo música.

Ahora mismo no recuerdo qué canción o qué música concreta fue la que escuché, pero fui enlazando una canción con otra y creo que me oí el repertorio completo que cada año bailo, canto y disfruto con mi amigo Jorge, durante la feria de Málaga, entre los bares de El Carmen y el Orange

Ir al jardín botánico para despedirme, por este año, de mi participación en el espectáculo El origen podría haber sido algo triste, pero para nada, sin querer fue todo un homenaje a la Feria de Málaga y una maravillosa y divertidísima fiesta privada. 

Con esa música no sólo me acordé de Jorge, sino que también me acordé de Emilio,  de Dani y de lo bien que lo pasamos el año pasado en la feria de noche junto a la cantante Maika, del maravilloso concierto de Rosario con David, el de Marta Sánchez también con él y con Lynton y José, las grandes fiestas con Juanma y con Andrés, pero sobre todo de las tonterías que hemos hecho Jorge y yo cada año por feria. En la última parte del trayecto oí a los Gipsy King y me acordé de las juergas que formaba en las clases del cole Santa Rosa de Lima. 


Con deciros que la hora que se tarda en llegar desde mi casa al jardín botánico me parecieron 10 minutos, ya que me lo estaba pasando bomba.

Es más, cuando pasé la parada de autobús  que hay antes de llegar al jardín, donde el camino se convierte en algo absolutamente solitario y pegado al campo, no solamente escuché la música, creo que la canté y algunas hasta las bailé. 

Al final sobre las 20:20 h, llegaba a las puertas del Jardín Botánico de Málaga. 

Había vivido un camino tan divertido que sentía como si una legión de personas vestidas de flamencos, amigos y algunos de mis niños del cole Santa Rosa de Lima tiraran de la espalda de mi camiseta y de mi mochila para así impedir que entrara al jardín, además estos gritaban toda clase de argumentos para intentar convencerme de que me quedara con ellos de fiesta en la calle, como ese día grande de la feria de Málaga merecía.



EL ÚLTIMO PREVIO, CON RECUERDOS Y OSCURIDAD.


El sábado 15 de agosto del 2020, estaba a punto de cruzar el umbral del Jardín Botánico de Málaga cuando un pequeño Lolo vestido de diablo, se posaba en mi hombro con un enorme cartel que ponía “fiesta y pereza”, pero no le hice caso, en cambio sí se lo hice al otro pequeño Lolo, vestido de angelito, que desde el otro hombro y muy sutilmente, me invitaba a cumplir con mi obligación y a entrar a trabajar.

Un poco refunguñando al Lolo angelito, por su consejo, entré en el jardín, directamente me fui a la casa de los administrativos y saludé a mi compañero, cogí todo el vestuario, el atrezo y este me dijo que me habían dejado una bolsa con velas para poner en el museo. Cargué todo y me fui al interior del jardín.  

Ya había que dejarse de tonterías y empezar a trabajar.

Debido a la "nueva/falsa normalidad", como un autómata y sin pensar, me fui al museo a buscar en qué lugar podía colocar mis cosas, que fuera seguro, para después poner las velas. Buscaba un lugar que no hubiera sido frecuentado recientemente por un ser humano y lo conseguí en el interior del museo. Una vez todo guardado, me puse a colocar las velas y decorar las escaleras de la entrada de este. 

Y ahí mi estrés se paró, me vino un pequeño recuerdo a la mente, me dejé llevar y todo el jardín se llenó de nostalgia. 

Normalmente el último día de actuación hago una especie de balance de lo ocurrido durante el verano. Este año había pasado tan poco que lo que mi mente, de manera inconsciente, me hizo, fue traer recuerdos bellos vividos en ese jardin, a lo largo de los años. Cuando nuestra vida era de otra manera. De esa manera donde me quejaba de todo pero donde era más feliz y todo era más bonito. 

Mi primer pensamiento fue para Steven Lance y ese verano que pasé con él. Nunca he sido más feliz, ni me he sentido más actor que trabajando junto él en la pieza A saco con la psico, luego cuando trabajamos juntos en el botánico todo fue un coser y cantar. Ese verano fue como unas vacaciones. 

Nuestros viajes juntos hasta allí, lo que yo corría para ser puntual y él siempre llegaba primero, nuestras confesiones en el paseo de las palmeras, sus ánimos, nuestras bromas, nuestras actuaciones. En ellas teníamos que hacer un pequeño diálogo, empezamos con todo muy marcado y a media que iba avanzando el verano, comenzamos a improvisar y  cada vez era más larga y divertida. Lo pasábamos bomba. 

Recordé cuando nos poníamos a encender las velas y yo usaba mil cerillas y él solo una, o aquel verano cuando un amigo que hacía mil años que no me hablaba, lo hizo, justo antes de irme al jardín o cuando relajado colocaba las velas, mientras oía música y organizaba, en mi cabeza, los días de juerga que me esperaban. 

Bueno, una vez las velas puesta, me adentré ya en el jardín, pero eso sí sin prisas, paseando, mirando cada árbol, cada flor, respirando aire puro, sin nadie, disfrutando cada instante, cada visión, me recreaba en cada paso que daba y hasta, como me ocurría en mis primeros años, descubrí cosas nuevas. 

Disfrutando de todo, visitando la cascada, fotografiando los nenúfares y las ranas que creo recordar que a Nora les encantaba, llegué al lugar apartado y tranquilo donde me visto y maquillo este año. 

Coloqué mis cosas, me senté un ratito y de pronto oí una voz y alguien que se acercaba. Me asusté y me sorprendí. ¿Quién sería? Pues era mi compañero Dani que ya vestido de Edgar se dirigía a su lugar de actuación.

Como todo esto lo escribo casi un mes y medio después no entiendo por qué si ese día llegué muy bien de hora, apareció Dani tan pronto y yo aún no me había hecho nada. Viendo las fotos del día, lo entendí, ya que hay fotos realizadas a las 20:44 y corresponden al inicio de mi paseo por el jardín, o sea, que entre el paseo, llegar al sitio y colocar las cosas, sin darme cuenta me dieron las 21: 15.

Dani y yo comenzamos a hablar y a hablar y a hablar de nuestro nuevo proyecto en común y los minutos fueron pasando, este me dijo que se acercaban las 21:30 y se iba para su lugar de actuación. Yo estaba muy tranquilito, y como una charla con Dani es algo tan maravilloso,  no quise cortarla y me fui con él. 

Una vez en su lugar de actuación, este estaba tan animado con la charla que aunque hice varios amagos para marcharme no pude. Es más estuvimos hablando hasta que el grupo llegó a donde estábamos y él ya debía salir a actuar. 

Tenía escasos 40 minutos, para vestirme, maquillarme, cenar, guardar, ordenar mis cosas, hacerme fotos y calentar el personaje. 

Pues bien debía ir rapidito, pero con lo que no contaba era con que ya anochecía mucho antes, así que cuando llegué al inicio de la zona forestal del jardín, que es donde me cambio este año porque no hay nadie, no había a penas luz, y cada segundo que pasaba aquello estaba más y más oscuro. En pocos minutos me vi en la oscuridad más absoluta. 

Muchas veces cuento las cosas del blog con un poco de exageración o dramatismo para así generar más emoción en el lector, pero lo que digo ahora es totalmente cierto, entré en pánico, puesto que pensaba que a oscuras no me daría tiempo a hacer todo lo que tenía que hacer, además si algo fallaba (maquillaje o si se me rompía un botón del pantalón...) no podría arreglarlo, también se me podía quedar algo allí olvidado o si podía caer al tropezar con algo en medio de tanta oscuridad. Me quedé unos segundos como paralizado, mirando de un lado a otro sin ver absolutamente nada, no sabía que hacer ni como reaccionar. De pronto lo hice y con una rapidez extrema empecé a disimular mi barba con el lápiz rosa. 

De pie, con la cámara del móvil y su linterna encendida acabé el maquillaje y quedó bien a la primera, menos mal, y luego con el móvil en la mano y de nuevo la linterna encendida, usando una sola mano, me desnudé para volverme a vestir pero ya de don Rafael. 

Recogí todo como pude y me fui al museo a soltar mis cosas. Extrañado noté que todo estaba mucho más oscuro de la habitual y fue en ese momento donde caí en la cuenta que el paseo de la palmera estaba totalmente apagado. Nadie había encendido las farolas.

Rápidamente llamé a mi compañero, para que lo encendiera pues pronto yo pasaría por allí con el público. 

Cuando mi compañero lo estaba encendiendo yo ya iba camino a mi lugar de espera, antes de la llegada del público, eran las 21:58. 

Me dio tiempo a llegar, hacerme fotos, calentar el personaje y esperar. Incluso llamé a mi sobrina, para decirle que estaba todo controlado, puesto que me llamó en pleno pánico y le colgué, pero previamente le había contado el marrón en el que encontraba. 

Buenos pues unos 10 minutos antes de empezar ahí estaba yo. Menos mal que no falló nada, sino es que no llego. 







domingo, 20 de septiembre de 2020

LA BAJADA DE TELÓN DE RAFAEL ECHEVARRIA, POR AHORA.


Antes de empezar esta entrada he hecho una búsqueda, por Internet, para conocer cuáles son las etapas del ciclo de la vida del ser humano, y según este son 5: Niñez, juventud, adultez y ancianidad, pues puedo decir que todas ellas estuvieron presentes en la despedida de mi participación este verano de 2020 en el  espectáculo, El Origen, del Jardín Botánico de Málaga, el pasado 15 de agosto, sábado. Bueno el espectáculo siguió casi 4 semanas más pero mi participación por este período estival tocó a su fin.

Y debo decir que no estuve para nada triste, al contrario. En este verano tan extraño y horroroso no pensaba actuar en el jardín. Creía que con la situación actual no se iban a hacer visitas teatralizadas, pero al final se hicieron, por tanto, había sido un afortunado y para nada debía estar triste. 

Además, la última vez que hice de Rafael Echevarría lo encerré en el fondo de mi baúl de recuerdos teatrales pues pensé que este amado personaje jamás volvería a vivir, pero este verano lo ha hecho, y eso me colmaba de felicidad, así que en esa despedida era injusto que estuviera triste, solo podía dar gracias a Dios.

Cada año cuanto termina la temporada veraniega en el jardín, es un drama, puesto en las últimas visitas ya hay menos público, ya anochece antes, ya se nota menos calor y todo es como el preludio de que se van a acabar las noches de juergas y fiestas, las largas jornadas de playas hasta el anochecer, los paseos por las tardes,  los helados, los días de azotea con la familia etc. Pero este verano como no ha habido nada de eso y acabé la temporada en pleno agosto pues no me dio ninguna pena. Es más acabé el 15 de agosto, o sea, festivo nacional. Eso vivido otro verano hubiera sido una jornada de protesta, pues sería trabajar el día más importante de la feria de Málaga.

Por todo lo dicho anteriormente me despedí sin pena pero sobretodo estaba contento, porque una semana más yo no hice de Rafael, sino que el personaje estuvo de verdad y fue él, el que vivió en el jardín. 

Como dije antes vino público de todas las franjas de edad, creo recordar que hubo hasta un bebé en el cochecito, pero lo mejor de todo fue que parecía que estaba hecho a conciencia pues estuvieron como agrupados. 

De los tres pases que hicimos, el primer  grupo era joven y la media de edad eran los 30/40, en el segundo proliferaban los niños y y en el último la media era los 60-70 años. 

Eso hizo que Rafael pudiera mostrar todas sus caras y que yo pudiera utilizar mi capacidad como actor, pues con el mismo itinerario, el mismo vestuario, el mismo texto y el mismo personaje pude hacer 3 versiones totalmente diferentes de los pases pero eso sí todos llenos de vida, fiesta y unión. 

Así que creo que fue una gran noche y una muy buena bajada de telón para este verano 2020.

No hay crónicas escritas post-pases porque cuando llegaba al lugar donde esperaba al siguiente grupo, ya estaba allí Celia con el público, y si hablaba para dictar las crónicas al móvil, me podían oír. Así que os contaré lo que recuerdo.



1.-El pase joven mucha fiesta:



Recuerdo la sensación de satisfacción y euforia que recorría mi cuerpo cuando, una vez acabado este pase, iba de vuelta  a mi lugar de partida. 

Ahora mismo, mientras escribo esto, mucho tiempo después, cierro los ojos y puedo sentir como cambiaba mi forma de caminar, pasaba de la de Rafael a la mía y en ese momento, él salía de mi cuerpo. Recuerdo como iba avanzando y viendo, en silencio y soledad, caminos que antes estaban llenos de vida, de personas, de risas, de conversaciones, de compañerismo, de muchas carcajadas y diversión. Iba adentrándome en la oscuridad del jardín, iba ligero, pero mi cuerpo me pedía más, estaba deseando empezar el pase siguiente, para así repetir algo tan mágico como lo que acaba de pasar y mi mente me decía: " Venga Lolo a pasarlo bien". 

Es que realmente, cuando Rafael aparece de verdad, sin que yo haga de él y el público está animado aquello es como una familia, es como si el tiempo se parará. Todos vamos a pasarlo bien y esta vez había ocurrido.

Modifiqué un poco mi salida, que era muy brusca y por ello, creo que se entendía poco y esta vez al suavizarla creo que fue mucho mejor. Luego empecé el pase. La primera parte fue un poco más fria, sobre todo por el tema de mantener la distancia, pero una vez que llegamos al paseo de las palmeras comenzó la fiesta.

Casi todos se conocían y tras la broma que realicé a un muchacho que se llamaba Salva, empezó el cachondeo y ya todo fue una fiesta. Eran personas jovenes, tenían ganas de pasarlo bien, el ambiente era muy abierto y Rafael sacó a la luz su vena más gamberra.

Cada comentario iba con maldad, con doble sentido, con dar caña en general y al chico este, Salva, en particular. Salí a contar el texto, pero sobre todo a hacer reir y así fuimos todo el camino. Fue un poco frío porque al guardar la distancia hice muchos trayectos solo y en silencio, pero en general fue una fiesta donde yo soltaba los " tiros", la gente reía, comentaba, yo seguía y así se creaban momentos muy divertidos.

Me salió el Rafael prepotente, fanfarrón, chulesco, que presume de su dinero y se mete, por ello, con todo el mundo, pero que encanta a la gente ya que el pase acabó con un gran aplauso. 



2.-Pase infantil, corre, corre que te pillo:



En este pase, surgió el Rafael animador infantil, y sobre todo uno totalmente nuevo. Este fue creado de pronto y en exclusiva para este verano tan "genial". 

Tras mi aparición, de nuevo suavizada, me acerqué al grupo y en menos de dos segundos entre la muchedumbre se abrieron paso y se pusieron en primera fila dos personitas y con la misma rapidez que ocuparon el sitio de privilegio, yo me separé, pues ninguna estaba debidamente protegida, llevaban protección pero quitada. 

Tengo que especificar que este acontecimiento monopolizó todo el pase.

Pase que se puede resumir en la siguiente acción:  Responder todas las preguntas de las personita. Tras hacer, a un señor, la broma de que iba a venderle la finca, estas empezaron a pujar y a realizarme distintas ofertas, yo diría que cientos, miles, millones de ofertas que tuve que ir rechazando sistemáticamente. Este hecho en  algún momento impidió seguir el fluir normal de la pieza. Y sobre todo tuve que responder preguntas, sobre la diferencia temporal de esta época y la mía. Esto son, preguntas sobre Internet, euro, ipad, móvil y hasta coronavirus. Por cierto, a veces mis respuestas eran tratadas con poca imaginación e impedían seguir el juego. 

Me encantan los niños y los espectaculos dedicado a ellos, pero debo confesaros que cuando una pieza está programada para adultos y hay que adapatarla en el último momento para niños, no me motiva mucho, sobre todo porque no veo justo que si en un pase hay casi 15 adultos, este se acaba convirtiendo en otra cosa, solo por 2 o 3 y además para ser el último día quería disfrutar de mi Rafael adulto y no del profe. 

Pero sobre todo lo que más preocupaba era mi seguridad y me dediqué a jugar al escondite, puesto que como no había medidas de protección, nos fuimos evitando toda la noche y cada vez que la distancia de seguridad se reducía, que eran muchas veces, yo salía corriendo como alma que lleva al diablo hacia otro lugar y ese fue el Rafael en exclusiva y nunca visto hasta ahora. 

Y colorin colorado el pase infantil se ha acabado. Agobiado, estresado y cansando llegué al lugar de espera del siguiente. 



3.- El pase de la tercera juventud y el cachondeo que esto conlleva



Para recuperarme del pase anterior el karma me regaló el tercero. 

En este no estaba ya para muchos trotes, empecé, de nuevo, suavizando mi salida, y seguimos el caminar. No parecía un grupo muy animado, más bien parecía un grupo muy serio. Hasta que entramos en el paseo de las palmeras. Fueron pasando todos, yo los esperaba, ya dentro. Y por la especie de puerta que realizan dos árboles, apareció él. 

Era un señor delgado de cierta edad, pero creo que tenía y/o aparentaba menos que la que decía, protestando, cogido del brazo de su novia y diciendo que yo iba muy rápido y que si no pensaba en " los viejos" como él, palabras textuales y entonces ya se me hizo la luz, me vino la inspiración y me fui a por él. Tras un comentario de los de Rafael, este señor empezó a reír y  también el resto del grupo y comenzó la juerga, pues la lucha dialéctica entre ambos fue muy grande y a lo largo de todo el trayecto. Rafael, incluso, lo echó de su casa. 

Aquí salió a relucir el Rafael que se hace colega de la persona a la que está chinchando todo el camino, el Rafael del norte que habla muy mal de los del sur y el Rafael antiguo y clásico que se sorprende de lo que hace o dice o como viste el público actual. Y eso al público mayor le gusta mucho porque se ven reflejados, con la problemática ínter generacional que ellos mismos estan viviendo. 

Fue un grupo muy apañado y muy paciente, pues aguantaron muchas barbaridades de Rafael, recuerdo que un señor me dijo que si había venido al sur solo a criticar a los de aquí, el señor delgado le pidió a su novia la mano en el mirador, Rafael iba de un lado a otro un poco como Groucho Marx, metiendo caña y armando el lío allá donde iba. Además el público más mayor es un público muy participativo, muy preguntón, muy juguetón y eso es lo que le da vida a Rafael. 

Fue un pase donde creé polémica cuando llegamos al museo, hicimos el juego en el banco de los enamorados, les dejé que se hicieran fotos en el mirador, pasamos un buen rato delante de las fotos de los personajes ilustres del jardín, comenté cada cosa e hice muchos juegos, porque el público más adulto se presta mucho a ello, a la mayoría los eché de la finca y jugamos mucho con el hecho de que, mis trabajadores del sur, les habían cobrado entradas cuando eran mis invitados. 

Pero no todo era color de rosa, fue un grupo que se dividió como en dos, los que estaban pendientes a la función y otros que iban a su ritmo y a su rollo, pasaban de las explicaciones, iban de paseo, retrasados, haciéndose fotos y claro después de preocuparme un poco de ellos, decidí pasar y disfrutar de lo mío. 

Así que cerré el verano del 2020, con aplausos, risas, comentarios agradables, piropos y recibiendo muchas gracias. 



PD: Ese día fue la única vez, en todos los años que llevo, que asistentes, me han apartado del grupo, para hacerme preguntas, y tuve que salirme de Rafael, para responderles. Y estas iban sobre los Echevarría y sobre el mosaico de los trabajos de Hércules.





  

 

 



sábado, 12 de septiembre de 2020

EN EXCESO HASTA EL CHOCOLATE CANSA.


Una de las muchas razones por las que quise ser actor fue porque me apasionaba la idea de plasmar en la realidad, poner en pie o hacer de carne y hueso ese hombre que el director, antes de que el proyecto estuviera en marcha, tenía en su cabeza o que el guionista plasmó en papel. 




Recuerdo que cuando hice mi primer cortometraje, tanto José Joruga como Fran Kapilla, tenían en sus mentes muy claro como debía de ser mi personaje, Sebastián Gutiérrez, protagonista del corto. Durante la grabación, esa fue mi mayor preocupación y lo que más le preguntaba a ellos era si estaba haciendo el personaje como lo querían. 

Pues bien, con el paso de los años y muchos trabajos a mis espaldas, he descubierto que hay tres tipos de directores, supongo que habrá más pero yo conozco unos tres tipos: 

Los que te lo marcan todo, cada gesto, cada movimiento, frase o palabra. De estos solo tuve algunos en la ESAD, y son los que menos me gustan, porque una cosa es plasmar lo que él desea y otra es ser un muñeco de trapo en sus manos, donde  más que un actor, te sientes un mueble más de la escenografía.




Después están los que tienen todo muy claro, te controlan, te limitan o te marcan cada movimiento, gesto o entonación, porque tienen muy claro lo que quieren, pero cuando ya consiguen lo que buscan y lo que desean del personaje, te dan libertad y te invitan a improvisar, crear, mejorar y aportar cosas nuevas hasta hacerlo tuyo y que este, esté vivo. Son los mejores y los que pocas veces aparecen, tienen claro lo que quieren contigo pero sin exigir, saben como llevarte a donde quieren y luego se hace un tandem maravilloso, donde se trabaja mano a mano con el director y así se va enriqueciendo al personaje y eso está muy chulo. 

Yo de estos he tenido pocos, pero ha habido algunos, y cuando estas con ellos es como levitar. Así está siendo mi trabajo con Paco Cabrera, que pronto se retomará y fue el trabajo con Chelu, con Salva y por supuesto la que fue mi mejor experiencia teatral, ponerme en las manos de Nora Aguirre.



Y por último están los que te dan total libertad. Estos están muy bien, porque es donde tú lo creas todo, donde tienes via libre para aportar, crear y desarrollar casi todo lo que ocurre en escena. Pero también muchas veces te metes tú sólito en cosas que no sabes resolver muy bien y no tienes una guía clara que te digan por donde ir y otras que tiras de tus recursos más habituales o efectivos y al final siempre acabas haciendo lo mismo, y lo malo de todo esto es que a veces se pierde esa esencia o más bien pierdo esa esencia que me incitó a meterme en esto y era el crear de la nada lo que otro quiere. Y mis últimos trabajos estaban siendo de estos. 

Llevaba 6 días sin parar de hacer teatro, que si ensayos, que si preparativos y 3 días consecutivos de actuación con 4 obras distintas, 3 personajes largos y casi 8 cortos y en todos intentaba buscar y rebuscar desde mis recursos y técnicas, gestos, formas de moverme o posturas corporales diferentes y estaba agotado de tanta creación propia y por si fuera poco el domingo 9 de agosto del 2020 volvía, como ya es tradición, en este verano nada tradicional, al cementerio San Miguel a ensayar, otro personaje, creado desde cero por mí y ya no podía más. Estaba cansado de oírme o de verme actuar, porque aunque algo te guste mucho, en exceso te cansa, hasta el chocolate, y a mí me estaba pasando con tanta creación propia. 




Necesitaba a alguien que me dijera : "Vas muy bien sigue por ahi” o “Que va¿ Qué estas haciendo? Eso es horrible ”, una guía, un control, porque me estaba perdiendo totalmente. 

Es más recuerdo perfectamente como tras charlar con mi Luisa, iba caminado a mi lugar de actuación para empezar el ensayo y el nivel de pereza y la desgana era enorme, y el impulso para marcharme ni os cuento. 

Los ensayos de Eventos con Historia son muy anárquicos y muy libres, pero a mi me gusta mucho aprovecharlos. Cuando llevo algo nuevo, me gusta probarlo y ver la reacción de mis compañeros y si ya lo tengo todo hecho, me gusta usar el ensayo para  afianzar y llegar al estreno con un buen bagaje y cero inseguridad, pero esta vez con los preparativos, actuaciones en Campillos y asentamiento de esos personajes no trabajé lo del cementerio e iba sin nada que ofrecer y para mí un ensayo así es perder el tiempo. 




Pero no solo no llevaba nada, sino que el acento granaíno que quería poner al personaje y que la semana anterior, probé y me salió de forma espontánea, solo, no lo había repasado, ni revisado y claro, lo volví a improvisar totalmente desganado y aquello sonaba a todo menos a granaíno. Además, al haber modificado el texto, me sabía las ideas pero no sabía unirlas pues no lo repasé, vamos que aquello fue un desastre, un cumplir el expediente y listo. 

Hice mis tres pases, pues faltó una anfitriona, lo hice como Dios me dio a entender, pero acompañado de un poco de vergüenza, y tras una charla interesante con mi Luisa me fui a mi casa. 

Me sentía regular por mi falta de trabajo, pero aún me sentía peor porque para poder desarrollar bien mi personaje necesitaba una autorización previa, o sea, alguien totalmente ajeno al montaje debía darme el visto de bueno del personaje. 

Sabía algo de eso por vía telefónica, pero ese domingo se me confirmó de manera oficial. Así que tampoco estaba muy motivado de crear un personaje, granaíno, entrañable, gracioso y bonachón, dotarlo de un acento, expresiones, gestos o movimientos si debía esperar esa autorización, y trabajar para nada no compensa, ese fue otro factor que me llevó a la desgana y la falta de trabajo. 








martes, 8 de septiembre de 2020

JORNADAS CAMPILLERAS: EL TERCER DIA DE VIAJE.

 

El tercer día de viaje a Campillos, fue diferente a los demás, partimos de un nuevo lugar, el garage de Juan, porque el sábado 8 de agosto del 2020, nos fuimos María, Álvaro y yo en el coche de este.

El traslado hasta el lugar de la quedada era más fácil puesto que no había ninguna cuesta que subir, pero si era más lejano, bueno no sé exactamente la diferencia en metros que había entre un lugar u otro, pero al ir cargando con una mochila, una bolsa con 6 cuadros, una camisa, un pantalón y un largo abrigo de invierno no era muy agradable.

Bueno, pues llegué sudado, con los brazos doloridos, pero el primero a la cita y desde el interior del garaje salía una voz que para mí era conocida y tanto, era la voz de Juan que ya había llegado, mientras esperaba que saliera con el coche, llegó Álvaro y ya los tres nos montamos en su coche y nos fuimos a recoger a María.


Al principio, el viaje fue un poco serio, pues Juan estaba un poco seriote algo muy raro en él, pero al segundo puso su musica de verbena de toda la vida y la fiesta del viaje comenzó.

Y nada, hablando de la playa de donde venía María, oyendo una anédocta de Juan donde nos contaba que la noche antes Alvaro había pisado algo que da mucha suerte y hablando de proyectos, de compañeros, de sueños, de ideas, de deseos, de cosas divertidas, bromas y mucha musica, llegamos por tercer día consecutivo y ultimo a nuestro destino el Festival Candilejas de verano de Campillos 2020.

Fue un viaje ameno y tranquilo, ya era el ultimo día y la verdad que por un lado tenía algo de pena pero por otro alegría, pues habíamos completado los tres días sin incidentes, además como en el coche íbamos el grueso del elenco que hacíamos los papeles menores, el nivel de nervios era cero.

lunes, 7 de septiembre de 2020

JORNADAS CAMPILLERAS: EL GRAN PREVIO DE ENSAYO NEGRO.


Dinero negro es una pieza bastante larga puesto que tiene mucho texto, texto que tiene que decirse de una forma muy viva y muy picada. Además el 70 % del peso del mismo cae sobre las espaldas de dos personajes que en nuestro caso lo hacían, Antonio y Celia.

Hay momentos donde coinciden muchos actores o donde hay mucho trasiego de entradas y salidas, por ello para que todo estuviera muy cuadrado, esas partes se habían ensayado mucho, pero habían otros momentos de largos diálogos entre los dos protagonistas que se habían tocado mucho menos, ademas casi todos los personajes teníamos a lo largo de la pieza un texto muy similar. 

En resumen, que al estreno de la pieza, el sábado 8 de agosto de 2020, los protas habían llegado con la lógica inseguridad de un estreno, pero aumentada por el miedo debido a que las partes menos trabajadas eran las que hacían solos, así que tenían muchas ganas de ensayar y afianzar hasta la última coma. 

De nuevo quedamos pronto, a las 18:00 y las 4 horas previas al estreno fue un constante ensayo. 

Pensaréis que nada se diferencia esta tercera  tarde en Campillos, de las dos anteriores, pues todas las dedicamos a ensayar, pero esta tarde fue muy diferente. 

El buen rollo, el buen ambiente, el compañerismo entre todos volvió a reinar pero esta vez ni hubo risas, ni cachondeos, ni charlas, ni ambiente festivo, todo era seriedad, silencio y respeto. 

Como digo Antonio y Celia se lo jugaban todo y los compañeros estábamos para acompañarlos y apoyarlos, así que durante las horas de ensayos, guardamos el máximo silencio y respeto a su trabajo. Todos estábamos muy centrados, muy callados, mimandolos, cuidandolos y dándoselo todo para intentar calmar los nervios, la inseguridad y la responsabilidad de los dos protagonistas, que además eran  nuestros dos compañeros.

María estaba en una concentración extrema como si fuera a salir en cualquier momento, Álvaro a lo suyo, Manu siempre alerta para ayudarnos ante posibles fallos, Juan llevaba el texto, Noe, la técnica, atenta en todo momento a los sonidos y músicas que había que meter y yo pues como no tenía nada que hacer, me senté en la esquinita de una mesa, me hice mi propio rinconcito, con mi guión, mi agua, mi mascarilla, mi abanico y a esperar mi turno, hacerme fotos y a chatear con el móvil. 

Cuando me tocaba, salía y ensayaba. Lo tenía como muy claro y seguro pero en este ensayo no estuve muy fino. 

En los ensayos me sentía como en la cuerda floja, no las tenía todas conmigo, o caminaba por la cuerda sin problema, como el día anterior en el entremés El bulto negro y todo sería un éxito, o me caía al vacio como en el entremés Autoescuela o sea me salía fatal y era un fracaso. Estaba al 50% nada me aseguraba que la función me saliera bien y eso me hacía estar inseguro y con vértigo. 

De hecho el acabar pedí repasar una de mis partes, por cierto, que mi personaje tenía un elemento esencial para la pieza, un maletin, que una hora antes de hacer la función y en pleno ensayo, se le rompió el aguarre, menos mal que Manu, que es muy apañado lo arregló en un instante y súper bien. 

Pero antes de las miles de horas en el comedor de cole, ensayando, ocurrieron cosas, y después también. 

Antes fue el momento dulce, el de admiración y el de descubrimiento, bueno mas bien de aclaración. 

Llegamos pronto, aparcamos en el lateral del colegio, que por segundo día consecutivo, estaba cerrado, pero esta vez no me agobié, los temas personales del día anterior ya estaban casi solucionados y Campillos ya era como estar en casa, por tanto, propuse imitar al primer día y  comprarnos un heladito, y eso hicimos, nos fuimos al quiosco a por un helado. Ya no recuerdo quien más se lo tomó y quién no, pero yo me comí un Negritón, o sea, de los más grande. Esta vez si me gustó. 

Cuando volvimos al colegio, ya había llegado el director, y ya estaba abierto,  entramos, pero antes Juan y yo nos acercamos a su coche a coger nuestro vestuario.

Y allí fue el momento de admiración porque Juan me hizo una consulta que conllevaba una confesión personal bastante importante, que me demostró, como días después se lo hice saber por whatsapp, que es un tío admirable, siempre me ha parecido muy buena gente, muy buen actor, un tío con el que he tenido siempre muy buen rollo pero ese día además me demostró que era un tío abierto, admirable, maravilloso y sencillo.

Pero también me hizo ver o me confirmó algo que yo ya había descubierto el día antes y era que había un compañero al que para nada le gustaba, ni cargar, ni descargar la escenografía, me confirmó lo que yo ya sabía. 

Y tras el ensayo fue el momento de cargar y montar la escenografía. 

Y he de confesar que como ya tenía claro lo del compañero, me pase todo el rato  llamadolo “sin querer” para que nos ayudara y siempre refunfuñaba. En esta obra había que mover muebles, un sofá y etc y si éramos 7 personas porque sólo íbamos a cargar 6. No lo veía justo. 

El resto del tiempo fue para prepararnos, maquillarnos, concentrarnos etc.

Tiempo que yo aproveché, para hacerme con el escenario dando vueltas por él y para hacer mi prueba de sonido, que fue la más larga de la historia, puesto que mi micro no funcionaba, se me iba la voz así que le echaron la culpa a las pilas, luego a la petaca, no sé qué sería, pero aquello no funcionaba y yo no terminaba nunca la prueba.

Bueno acabo esta entrada diciendo que no soy buen  colaborador, ni buen diseñador pero si buen vestidor, ya que colaboré yendo cargado de cuadros de casa para usar en el decorado de la pieza  que al final no se pusieron,  ademas pasamos Juan y yo un rato muy chulo limpiando, decorando  y diseñando un rincón de la escenografía que luego nos quitaron, pero eso sí, con 5 imperdibles conseguí forrar perfectamente con una tela roja, una mesa que para todos era imposible poner, de algo sirve ser cofrade y vestir vírgenes.

Y así llegó la hora de maquillarse, vestirse e irse para el escenario ya eran las 22:00, la función comenzaba.




sábado, 5 de septiembre de 2020

JORNADAS CAMPILLERAS: CRÓNICA DE "DINERO NEGRO".


Sentado en una silla de colegio de las grandes,  que no era muy cómoda, pero agradecía que fuese así porque gracias a ella no me acoplaba, y eso me obligaba a estar siempre alerta. Junto a la silla, una maleta y una botella de agua y al otro lado una puerta. Pese a ser agosto, iba vestido con un abrigo largo de invierno, algo que no sé el por qué pero que en Campillos no importa, porque a ciertas horas de la noche deja de hacer calor y se levanta un viento muy agradable.

En esa silla estaba sentado, con el guion en la mano, así podía estar siempre pendiente a cuando me tocaba salir a escena y con toda mi atención puesta en que el texto estuviera bien dicho y en orden y con ello percatarme si pasaba algo que adelantara mis salidas, además de llevar encima la tensión de salir a escena, llevaba la de estar atento para salir y la de que todo me saliera bien, o sea, muchas tensiones sumadas.

Además de seguir el guion, pasaba el tiempo mirando como los compañeros se concentraban antes de salir a escena y como volvían relajados tras actuar, o mirando al frente, donde veía el filo del escenario y la pared de ladrillos vistos de la fachada del cole y detrás de mí, no lo veía obviamente, pero había una pared de madera y tras esa pared, la escena y mis compañeros dándolo todo ante el público y ante unos focos cegadores


Aunque llegaban reflejos de los focos del escenario, en mi lugar de espera reinaba la oscuridad, el silencio y el cotilleo callado de los compañeros.

Esa descripción es la crónica perfecta y totalmente objetiva de mi actuación en la pieza Dinero negro, el sábado 8 de agosto de 2020, dentro del Festival Candilejas de verano en Campillos.

De la casi hora y veinte que duró la pieza, pasé así, casi 60 minutos, y durante los otros 20, lo que hacía era, levantarme, abrir la puerta de atrezo que había a mi lado, salir a escena, hacer mi aparición, mi actuación, siempre corta, sobre todo en las últimas escenas de la pieza y al acabar, salía por la misma puerta por la que entré y me volvía a sentar en mi silla, a esperar.

Por cierto, una de las veces cuando volví a mi silla entré en pánico, pero en total y absoluto pánico y os cuento el por qué.

Había algunos momentos donde entre una aparición y la siguiente pasaban casi 15 minutos o más, pero otras veces pasaban 1 minuto o 2. Como dije antes yo sabía cuándo me tocaba entrar porque iba siguiendo el texto en mi guion, pues bien, una de las veces, salgo de escena, vuelvo a mi silla y veo que mi guion no está.

Nunca me gustó tener los textos ni encuadernados, ni grapados, o sea, me gusta tener los folios sueltos y así los tenía, pero en una de mis ausencias vino una racha de viento de ese fresquito de Campillos que tanto se agradece, pero que esta vez me desordenó y me esparció el guion  por el suelo, y ahí estaba yo, histérico, sin gafas y en medio de la oscuridad, tirado en el suelo, buscando las hojas y nervioso como un flan, pues podía llegar mi pie, mi turno de salir y yo no darme ni cuenta. Menos mal que Manu me relajaba y me controlaba el texto.


Con todo lo dicho pensaréis: “Pues vaya chollo de trabajo, toda la noche sentado tranquilamente, actuando lo mínimo y encima cobrando por adelantado.”

Pues para nada, ya que estuve toda la noche como un flan.

Recuerdo que hará 15 días mientras me maquillaba en el Jardín Botánico de Málaga, hacía una videollamada con mi sobrina y esta se sorprendía un montón cuando tras preguntarme si estaba nervioso le dije que para nada, que al contrario, pues estaba deseando empezar.

El botánico es un sitio libre, es un sitio que yo controlo, donde yo mando, donde yo decido la velocidad y el ritmo de la actuación. Mis personajes allí estan vivos, además los he hecho ya mil veces. En cambio, mi personaje en  Dinero Negro era un personaje nuevo y para todos esa función era un estreno y todos estábamos igual. 

Siempre ante un estreno la responsabilidad, la inseguridad y el miedo se apodera de uno. Esa sensación se incrementa los 10 minutos antes de salir a escena, pero cuando ya sales, actúas y llevas un ratito sobre las tablas, te haces con ellas y con el público, y ya eres el amo y esa sensación desaparece.

Pero en este caso no fue así, mi personaje salía como cinco o seis veces a escena, pero mis escenas duraban tan poco, que en ningún momento pude acomodarme a nada, ni al escenario, ni a las luces, ni a los compañeros, por tanto, cada vez que salía era como la primera vez.

Mi personaje era un subinspector de policía y estaba planteado de una manera que no me ayudaba mucho. Como dije en entradas anteriores era muy parecido al del entremés La autoescuela, es decir, un personaje serio y solemne que va perdiendo los nervios a lo largo de la pieza. Pero con nervios o sin nervios era serio, dramático y sobre todo muy estático, casi inerte.

Quitando mi primera escena, en casi toda las demás, llegaba, ocupaba mi posición, y ya no me movía más. Como sabéis, los personajes que no se mueven, y están solamente de pie, me provocan muchos nervios y unas irrefrenables ganas de moverme, que desembocan en ansiedad. Cada vez que estaba en el escenario era como sentirme atado de pies y manos y me agobiaba mucho. Estar en escena era una provocación de nervios.

La primera escena, que comenté antes, la hacíamos Celia y yo, esta era en la que más me movía y estar con ella compartiendo escenario y momentos  fue, una vez más, un enorme placer, pero esta acababa de una forma donde no podía moverme nada, tan quieto tenía que estar, que me inventé un movimiento para apoyarme en el sofá, sino no aguantaba más tiempo estático. La segunda era la más larga y la más inerte, y por ello donde lo pasé peor, las demás como eran un entrar por salir, a penas me di cuenta de nada y no os puedo contar mucho. 

Esta pieza era una obra larga, con mucho texto, con mucho juego de palabras y dobles sentidos, todo el peso lo llevaban  dos actores, Antonio y Celia. Ellos eran los responsables de todo y el resto solo éramos unos meros colaboradores, que ayudaban a la realización de los líos y las situaciones cómicas de la historia. Por ello, todos estábamos un poco tensos, pues ya tenían los dos suficiente responsabilidad como para que nosotros, con nuestras partes cortas, nos equivocaramos y los liáramos más, por tanto, cada aparición la hacíamos con un poco de miedo.

Además, al estar detrás del escenario, oíamos, gracias a unos monitores, perfectamente lo que se decía en escena, pero no veíamos nada. 

El día anterior descubrimos que no se oía nada desde la espalda del escenario, por ello el sábado decidieron ponernos unos monitores y entonces lo oíamos todo perfectamente, pero no veíamos nada, absolutamente nada. 

Era imposible colocarnos en las patas, pues el público nos veía, así que estábamos atrás. Eso te impedía ver que sucedía en escena y que cuando te tocaba salir, pasaras de la oscuridad a la actuación directamente,  y claro  todo lo que veías era nuevo, porque  nunca se había ensayado con toda la escenografía y porque  no tenias ni idea de lo que estaba pasando. No sabías donde te ibas a encontrar a los compañeros, ni nada. Por tanto nada más salir necesitabas un momento de ubicación, pero si tu intervención era breve, como las mías, no te habías enterado donde estabas cuando ya te ibas. Es más yo pese a salir poco alguna que otra vez tuve que recolocarme.

Vamos que fue todo muy raro. De hecho cuando salimos para el aplauso final, pensé: “¿Esto ya se ha acabado?, ¡¡Gracias por los aplausos!! , pero… Si yo no he hecho nada.”

 

 

 

 

 

 

 


JORNADAS CAMPILLERAS: FOTOS OFICIALES DE "DINERO NEGRO".

 

Antes de empezar a hablaros de mi ultima noche en el Festival de teatro; Candilejas de Verano en Campillos en el 2020, os muestro las fotos oficiales de la pieza Dinero negro  que realizaron desde la organización del festival o el ayuntamiento, la verdad que no sé quien las hizo pero molan.