Aunque han pasado muchos días, concretamente 9, quiero
escribir sobre el último Viaje de Don Quijote. Una vez más y debido a
la rotura del ordenador, no he podido hacerlo hasta ahora, pero quiero hacerlo
para no olvidar...
Para ser el último Viaje de Don Quijote no nos dejó un buen sabor de boca.
Sinceramente más que recuerdo fue pesadilla.
Sinceramente más que recuerdo fue pesadilla.
No quiero asustaros. No es el último, así a un nivel definitivo
o al menos eso espero yo, porque se supone que
este proyecto sigue adelante. Pero como veis en mi agenda de próximas actuaciones no
hay ninguna del Quijote, por lo tanto, y
hasta nueva orden, este ha sido su último viaje.
Como otras veces ha ocurrido, el viaje fue una auténtica aventura. Lo que pasa es que esta vez, empezó como aventura pero acabo siendo, como dice mi personaje de Sancho, una desventura.
Después de mucho tiempo sin ver a Juan, ni trabajar con él, tenía muchas ganas de verlo, de nuestro reencuentro, de ponernos al día y sobre todo de servirle como mi amo que es.
Pero no pasó nada de eso.
El viaje de ida fue muy accidentado, es más no había tiempo material para llegar a la hora prevista en el lugar previsto. Menos mal que el ángel de la guarda de este proyecto, Diego, el conductor, una vez más extendió sus alas y nos ayudó.
El viaje de ida fue muy accidentado, es más no había tiempo material para llegar a la hora prevista en el lugar previsto. Menos mal que el ángel de la guarda de este proyecto, Diego, el conductor, una vez más extendió sus alas y nos ayudó.
Yo había salido de la academia, de dar clases, a las 14:00 en punto, pero la combinación de autobuses para llegar al destino era horrible y los tiempos no nos cuadraban. Por tanto, Diego nos dijo que pilláramos el bus normal, pero que nos bajáramos en Los Asperones y allí nos esperó él, nos subimos y nos cambiamos en el teatrobus, llegando a la cita, puntales, maquillados y vestidos. Pero con tanto trajín a penas hablamos.
Aquello era rocambolesco, los dos bajándonos del bus en
medio de la nada y corriendo subiéndonos en el otro bus.
Bueno pues llegamos puntuales pero hasta las 16:30 no
empezamos, o sea, mucho correr y media hora esperando. En ese tiempo repasamos el
texto para refrescarlo.
Pero ¿para que lo hicimos? Ya sabéis el refrán: " la confianza da..."
Pues ese fue el resumen del pase.
Como no quiero líos , ni que esto traiga consecuencias, solo
diré que los niños se movían por el bus a sus anchas sin importar nuestra
actuación, que a Juan le cortaban sus intervenciones para temas personales, que tuvo que llamar la atención a
unos niños que se pasaron con las manitas y las bromas, que no paraban de tocarnos,
pararnos, quitarnos el atrezo y un largo etc.
Tanto es así que el pase, duró una hora como está estipulado,
pero cortamos texto, aligeramos historias y hubo partes que directamente
suprimimos, porque nadie nos estaba
escuchando.
Espero que salgan más pases porque despedimos así es un amargo recuerdo.
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