Ayer, miércoles 6 septiembre del 2017, fue el último día de
representaciones de Un paseo por el tiempo y por tanto, el último día que Don
Rafael Echevarría enseñaba su casa en el verano del 2017.

Yo no sé si este
hombre era así o no, no sé cuál sería su personalidad, pero yo he creado un Don
Rafael que tiene vida propia, su propia forma de ser, sus propios recuerdos,
historias, ideologías y demás cosas que lo hacen muy especial.


Todo el mundo decía que las visitas de verano, acababan el
jueves, pero para mí acabaron ayer, porque las visitas del jueves y despedirme
de Loring creo que no me dará mucha pena.
Solo hicimos dos pases, nos despedimos solo con dos pases,
dos grupos muy reducidos, pero muy divertidos, muy abiertos a jugar y bromear.
No eran grupos de reír a voces, pero si se oían las risas constantes. Hablaban
mucho y sin sacarme del personaje, bueno a veces si lo hacían.
Ayer empalmé un grupo con otro y no me dio tiempo a escribir
las crónicas post-pase. Os la escribo ahora, pero ya sabéis que no es igual ni
suenan igual.
1.- GRUPO RISUEÑO:
Este fue un grupo muy reducido, ya digo era la noche de los
grupos reducidos, venían un grupo de adolescente, que en cuento llegaron me
dijeron:"hola" y cortaron un poco mi entrada,
pero la hice tal cual está planteada, porque retuve el máximo de tiempo
el volverme y como era un grupo reducido, en cuanto me volví, ya estaban todos
ahí.
En la entrada anterior, dije, que no
tenía muchas ganas de hacer de Don Rafael, pero fue volverme y salirme el
Rafael más grande que nunca, mi voz
resonaba, mi acento sonaba vasco, me
escuché y aunque suene mal me gusté y me engrandecí aún más.
Cuando el grupo dejó a Juampe los oí aplaudir con muchas
ganas pero en cambio cuando yo me volví los noté lentos y serios, tenían ganas
de oír, estaban interesados pero los vi un poco paraditos.
Los adolescentes iban andando por el paseo de las palmeras
y aunque les sacaba información, no me
hablaban mucho.
En el primer monólogo, me escuchaban muy atentos y empezaron a reír, pero ya digo, era un grupo que reía mucho pero sin muchas carcajadas. Eran sonrisas silenciosas y sin mucho aspavientos.

La subida fue más sosa, aunque el grupo andaba rápido, iban
muy separados y tardaban en llegar, fuimos jugando, pero al ir tan separados, solo jugaba con uno o dos y
los demás no me oían.

La bajada fue animada pero de nuevo se me hizo un poco larga porque tuve que forzar las bromas y a veces incluso iba en silencio.
Les dejé hacerse fotos en el mirador e incluso, jugar con el
banco de los secretos.
De hecho el tema de hacerse fotos en el mirador me mosqueó
un poco, porque les di permiso para hacerse fotos y nadie quería y cuando dije
de irse, muchos tardaron en bajar porque empezaron a hacerse las fotos.
2.- MÁS APAÑADO QUE UN JARRILLO DE LATA:
Esa fue la última frase que oyó Don Rafael Echevarría antes
de perderse, en su bosque, supuestamente para siempre. Bueno eso y dos besos
que se llevó Don Rafael de una señora que vino al último pase de Un paseo por
el tiempo y al irse le dijo eso y le dio sus dos besos.
Esta señora venía con una muleta, desde el primer momento la vi, pero vi que andaba a
buen ritmo y pese a tener que subir al
mirador no protestó, sino que subió con ánimo y rápido. Pero en la bajada
pregunté si quedaba alguien y me dijeron que sí que ella y sus hijas y fui a
buscarlas. Como era el último pase de la noche y de la temporada, la cogí del
brazo y la acompañé desde el final del paseo de las palmeras hasta el museo y
fuimos de charla. Ella me lo agradeció al irse con ese gesto. Por cierto, durante
el camino las hijas nos hicieron fotos.


Durante todo el paseo, me decían:" Qué gracioso
eres", "Qué bien lo haces" o comentarios en vascos.
Lo pasé muy bien, era mi último pase y quise disfrutarlo sin
prisas y con ganas, además era el segundo, por tanto, no estaba nada cansado.
También estaba Lola, una señora muy alta y muy amante de la
fotografía que paraba el grupo para hacerse sus fotos. Cuando llegó al mirador
se subió en el templete y no había quien la bajara. La de bromas que le gasté
también y siempre con buen rollo. De hecho pensaba que Úrsula, Amalia Heredia,
era mi esposa y no veas la bronca que le eché. Menos mal que venía Mercedes,una señora que se había enterado perfectamente de la historia y daba instrucciones de la historia a la otra señora..¡Qué bien me lo pasé!
Lo dicho una buena despedida, para Don Rafael, un personaje que me ha dado y me dio una vez más una gran noche.
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