Lo que viví el pasado domingo, 24 de septiembre del
2017, durante la grabación del corto, La bolsa, en ese garaje de la Avda. de
Carlos de Haya, fue realmente un reencuentro, cargado de recuerdos y un
descubrimiento, cargado de sorpresas.
El reencuentro fue con el cortometrista y director de este
corto, Sergio Sánchez, que según él hacía ya, cinco años, CINCO, que no trabajábamos
juntos. La última colaboración fue en el premiado Tanatria.
El descubrimiento fue con Juan Fleta, protagonista del
corto. A Juan lo conocía, socialmente, desde hacía tiempo. Socialmente quiere
decir que nos habíamos visto en sitios, habíamos hablado, pero nunca ni
habíamos trabajado juntos, ni habíamos hablado en profundidad y ya digo ha sido
un placer y un descubrimiento, como actor, como compañero y como buen tío.
La primera parte de la grabación, la pasamos Juan y yo,
solos, en dicho garaje a media luz. Ya digo lo conocía socialmente pero no con
profundidad y dicha profundidad la pillamos en esos diez primeros minutos de
grabación que Sergio nos dejó allí solos. Veréis por qué.
Cuando llegué, la primera parada fue ir a casa de Sergio a recoger
un foco. Yo aproveché para pedirle un imperdible para sujetar el cuello de mi
camisa, puesto que el último botón, de la misma, se me había roto en la última
noche del Botánico y aun no me había acordado arreglarlo.
Subimos, le pedí el imperdible, lo buscó, no lo encontró y
nos bajamos al garaje. Al llegar se dio cuenta que no había cogido el foco y
subió otra vez, dejándonos, a Juan y a mí, solos en dicho lugar y como no
teníamos nada que hacer, nos pusimos a hablar y creamos un buen rollito entre
los dos.
De hecho me enteré que me había recomendado para un trabajo,
que luego no acepté. Le expliqué el motivo y lo entendió perfectamente.
Me hizo ilusión que me recomendara él, me gustó la forma
parecida que tenemos de ver la profesión, el mismo humor, etc. Por cierto, en
dicha charla me recomendó para otro trabajo. Lo nombraré mi representante.
Durante la recomendación
llegó Sergio y empezamos el trabajo.
Entré en ese garaje a las 12:45 y salí de él a las 15:30 eso
suma...casi cuatro horas de curro.
En cinco años sin vernos, tanto Sergio como yo, hemos cambiado, según Sergio
yo he cambiado para bien o al menos eso dijo. Creo que el cambio está, en que antes
teníamos más confianza y ya se sabe la confianza da asco y yo a veces, era un
poco insoportable, lo reconozco.
Además hace cinco años tenía mucha menos formación y experiencia y cualquier indicación de Sergio que no entendía o
algún gesto de desaprobación de su cara me hacía sentir muy inseguro y torpe.
Esta vez casi lo consigue pero no. Había que grabar una secuencia donde se
proyectaba mi sombra en una puerta y no había manera de que yo cuadrara, en la puerta, mi
sombra tal como él quería. Era una secuencia técnica y física
sin actuación ni nada, pero no me salía. Al final me tuvo que ayudar mucho él ( hasta ahí puedo leer).
En otro tiempo me hubiera sentido muy mal pero, a estas alturas, no.
Además, está era la segunda secuencia que grababa (no sé si
se dice así, en la terminología audiovisual estoy más verde ) bueno, pues como
Sergio también ha cambiado, ahora sus rodajes no son multitudinarios ( con eso
bromeamos mucho Juan y yo) pues al ser más intimista, una vez grabada una secuencia te la muestra para que tu des tu visto bueno. No sé cómo quedará pero lo que vi de la primera secuencia, en
bruto, me encantó, la luz, la posición, todos esos elementos hacían que yo saliera muy bien (
digo, muy bien, porque no puedo dar más pistas). Pues como en esa primera secuencia quedé
tan guai, estaba tan seguro, que el hecho
de cuadrar o no la sombra me daba igual.
Mi participación en el corto es muy pequeña y sin texto. Es
más sabía por Whatsapp de que iba el corto pero me lo explicó, " in
situ", Juan. Pero, vamos, que me daba igual, Sergio, era y sigue siendo muy
quisquilloso, pero es un profesional como la copa de un pino y yo me dejo llevar
por él. A lo que iba, salgo poco en el corto, así que, me dijo Sergio:"
Llegas, cortamos lo que estemos haciendo, grabamos lo tuyo y te vas". En lo mío también salía Juan, pero, al chaval no le importó dejar de grabar sus partes importantes, para que
yo grabara. Veis así se trabaja de lujo. Sergio con los años se ha vuelto muy ordenado y cumplió lo dicho. Llegué, grabé y me fui.NO ESPERÉ!!!¡¡¡.
Rodé mi primera escena y principal, la dichosa sombra, el contra
plano de la secuencia primera, movimientos y dos planos detalles.
No es mucho, pero si tardamos fue, porque Sergio ha cambiado
pero no en todo, sigue siendo igual de perfeccionista y cada plano lo mira con
lupa: "Has sonreído antes, después, muévete más lento, menos, te sale de
la luz, anda en diagonal, ahora anda recto, se desenfoca aquí, se desenfoca
allí, no te muevas, te agachas y te quedas doblado, te has doblado, no te
dobles. etc." En esos años también he aprendido a moverme por las marcas
con naturalidad.
Pues pesé a las mil repeticiones y la calor que pasaba tenía
en frente a un tipo genial, o sea, a Juan, el descubrimiento. Además este chico
sabe idiomas, porque entiende a Sergio a la perfección y sabía comunicarme muy
bien las indicaciones de este. Yo
llevaba mil kilos de ropa y Juan, una carpeta bajo el brazo, con la que el pobre
me hacía aire en cada corte.
Ya digo, fueron cuatro horas, pero de mucha complicidad entre
los dos. Sergio decía:" acción" y ambos lo dábamos todo, en la medida
que podemos, pero al cortar había un buen rollo tremendo.
Hicimos bromas de Sergio, de la ESAD, de la profesión, de
nosotros mismos. Vamos que me lo pasé muy bien. Me hubiera quedado hasta el
final, pero me esperaba un plato de paella y un ensayo en tres horas.
Cuando ya acabé lo mío y me medio cambié, ayudé a Sergio en
la parte técnica del rodaje. Ayudé haciendo efectos de luz con un foco y un
cartón. Yo alucinaba y cuando lo vi en cámara, me quedé muerto.
Como yo ya no tenía calor, ni presión, porque ya había acabado, pues estaba aún más bromista, pero sabiendo mi lugar, porque cuando grabaron
una secuencia difícil, yo no abrí la boca y permanecí en una habitación, enana,
realizando mi truco lumínico.
Acabé y me fui, pero como decía Juan supo a poco.
Sergio
escribe, ya, una cosa para Juan y para mí. Ahm y además que sea cómica.
¿Imperdible? La madre que te pario.
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