martes, 4 de diciembre de 2018

LA CENA PERFECTA DE LAS EMOCIONES.


Para los que seáis seguidores del blog, esta entradilla os sonará, porque ya la he escrito o repetido más de mil veces, pero es que es muy  cierta, siempre hay que escribir sobre una actuación en cuanto esta acaba, porque es cuando están calentitos los recuerdos y las emociones, ya que con el paso del tiempo se olvidan y no hay tanto que contar.

Os he de confesar que cuando acabamos de actuar y recogimos todo, tenía dos opciones; meterme en la cama, descansar y escribir esta crónica o irme de marcha. Iba ganando por goleada la primera opción, pero tanto Elena como su madre me incitaron e insistieron en que tenía que salir, así que, decidí irme por ahí.

Pero antes de irme dejé los deberes hechos. Mientras Paula se ponía el pijama en el baño, yo me desprendía, en la habitación 106 del hotel, de lo que me quedaba de Víctor Ferrara, esto era su pantalón negro y su camisa blanca, ya sudada y sacada fuera, pues mientras me desprendía de todo eso y me ponía la ropa de Lolo, quise retener ideas, recuerdos, conceptos y sensaciones de la noche, pero es que no me salía nada, todo se reducía a una palabra y es la que da titulo a esta entrada.
Si me pongo ahora, fríamente, a pensar en la cena del pasado sábado en plan delicado, exquisito y detallista podría sacar unos 10 fallos, bueno  o 100 o 1000 o incluso 1.000.000 de fallos pero no solo míos, sino míos, de mis compañeros, de los cocineros, de la música, de los ayudantes, de todo. Pero vamos a ver, es que si queremos ser exquisitos hasta a un espectáculo de Madonna( de la que soy fans) que están medidos, estudiados y ensayados milimétricamente se puede sacar 1000 fallos, pero es que esta vez no era el caso. Mientras recordaba la actuación o intentaba resumirla solo llegaban a mi cabeza ideas como:" Ha ido perfecto", "ha estado perfecto", "todo ha salido perfecto", así que no puedo decir nada más que : PERFECTO.

Creo que como no era la primera vez, los camareros cuadraron cuando servir y recoger cada plato, porque ya sabían como trabajar, la cocina fue de 10 como siempre y pude oír a más de un comensal decir:" ¿Más comida? Pero si ya no nos cabe más", los ensayos previos se notaron un montón y las escenas fueron muy seguras y sonaban a lo ensayado, la reunión previa sirvió para mucho y los ayudantes lo hicieron genial, la coordinación de todos fue estupenda, por tanto, nos fuimos apoyando unos a otros y se creó un engranaje donde , incluyendo al público, todo cuadraba, todo funcionaba muy bien y dio como resultado un producto perfecto. ¿ Se puede este mejorar? Por supuesto. ¿ Hubo fallos? Por supuesto. Pero La cena de las emociones del sábado 1 de diciembre del 2018, celebrada en el Hotel Urban Dreams de Granada fue un 98 % idéntica a lo que planeamos, por tanto, repito por tercera vez fue perfecto.

Lo que le faltó a la noche del sábado fue emoción y que esto no siente mal. Todo los trabajos previos de ensayos y preparación dio muy buenos resultados. Antes siempre llegábamos a las funciones muy apurados y con bastante tensión, con lo cual cada escena era como enfundarte tus mallas, tus zapatillas y salir a hacer equilibrios sobre la cuerda floja y sin red, por tanto, cada vez que acababa una escena y sonaba la música era un subidón de adrenalina y un respirar tranquilo porque habías salvado la vida y esa sensación se repetía 10 veces a lo largo de la noche y acababas muerto, pero esta vez debido a los ensayos y creo que sobre todo a Paula, nuestra nueva incorporación, cada escena se convirtió en un paseo tranquilo por la playa, una soleada tarde de primavera, por eso acabamos menos reventados y todo fue más disfrutado. Cada escena sonó como en los ensayos, ya no íbamos sin red, ya llevábamos una red y bastante fuerte.

Ahora sí, también debo decir que hemos llegado al clímax de la pieza, es decir, a su punto máximo, ya hemos dado todo lo que se puede dar, porque ha sonado a lo que queríamos. Después de este punto máximo pueden pasar tres cosas: confiarnos y que todo se descoloque y retroceda, acomodarnos y que la función sea una rutina para nosotros y para el público o empezar a disfrutarla, esto es, olvidarnos del texto, de los miedos y de las inseguridades porque ya está superado y empezar a jugar, disfrutar y dejar vivir solos a los personajes. Yo creo que empecé a hacerlo metiendo gestos, movimientos y acciones nuevos. Espero que sea la tercera opción y desde ahora cada actuación sea un juego.
Me pidieron no gritar mucho, lo controlé al máximo, pero al día siguiente, Elena, puso un audio de la función y me noté gritado, no sé si lo hice bien o me fui mucho, pero es que también había que proyectar  para llegar a todos. ¡¡ Qué lio!!.

Lo dicho, creo que disfruté a Víctor, aunque no al cien por cien, pero en la próxima función si lo haré.

Mi sensación tras las escenas, sobre todo las primeras fue de satisfacción, me decía :" Joder que bien va esto". Quizá a la 7 le faltó más alegría y en la última el publico andaba muy animado e hizo que la escena perdiera un poco su esencia y yo también.

Otro acierto de la noche fue el principio y el final de la pieza, no voy a revelar nada, pero ahí es donde está la mayor originalidad de la misma aunque siempre las he visto  muy extensas, tanto para el público como para los actores. Raúl y Elena también pensaban lo mismo y tras darle muchas vueltas, lo han mantenido, pero han reducido un montón el tiempo y creo que ha sido todo un éxito.

El publico fue otro de los atractivos de la noche, porque dieron todo lo que se le pedía en cada momento: risas, alegria, dejarse llevar , emociones, silencio o atención.

Quizá lo único que le falto a la noche, que es lo que me hizo acabar con la sensación de que todo fue perfecto y no espectacular, fue el final, pero al hablar del final, hablo del fin, o sea, de los últimos 10 segundos del show.

Algo se nos fue de las manos que impidió acabarlo por todo lo alto, con aplausos a los actores, saludos y demás. Me apuesto lo que queráis que con lo bien que fue la noche si el final hubiera sido por todo lo alto, todos hubiéramos levitado y en vez de una noche perfecta, hubiera sido de ensueño, pero fue un final frio y yo me fui  con esa sensación, fría, de perfección.

No quiero enrollarme más, porque esto es ya enorme, pero no quiero dejar pasar dos sensaciones muy chulas y son: La entrega y el cariño de Paula que a parte de darlo todo como actriz, cada vez que nos cruzábamos, me sonreía, me cogía de la mano o me abrazaba y así da gusto currar y la otra es: Yo salía a actuar por unas escaleras que estaban justo al lado de mi habitación, vamos eso no lo hace ni Antonio Banderas, asi  que yo esperaba en un sofá de super lujo que me avisaran para salir, pero mientras, si necesitaba un pipí, beber agua, retocar el maquillaje o arreglarme la ropa, entraba a mi habitación y lo hacía. No me sentía desangelado como suelen ser los previos a salir a actuar, sino como en casa.

La Agrado decía :" Una es más autentica cuando mas se parece a lo que ha soñado de sí misma". y yo concluyo así: “ La cena de las emociones del sábado fue autentica porque fue muy similar a lo que se soñó que fuera”.

PD: ¡¡¡ Gracias a los miembros de cocina por ofrecernos una vez más unos refrescantes San Francisco!!.





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