Hoy, miércoles 9 de agosto del 2017, el viaje hacía el Botánico y sobre todo lo que ha ocurrido antes de salir, ha sido un autentico paseo o más bien un viaje por el tiempo.
Después de casi cinco días de: trasnochar, de horas y horas en la playa, de comilonas, camperos, días de piscina con Anai y Salvi, juergas con Jorge y las visitas de los dos David, el volver a la rutina era complicado, así que, tras una buena siesta y el calor reinante, me subí a mi dormitorio, puse el aire acondicionado y me tumbé a pensar en nada y de pronto mi móvil vibró y me puse a hablar con alguien.
No quiero, no me gusta, contar aquí cosas personales, pero si esas cosas personales afectan a mi trabajo o mis previos... algo tengo que mencionar en este blog y voy ha hacerlo.
Esa conversación era, con una persona que desapareció de mi vida, sin previo aviso hace tres años y ahora volvía.
Pues, pasé todo ese rato de relax, hablando con esa persona, vamos tanto tiempo que dejé de hablar a las 19: 25 y a las 19:30 tenía que estar y estaba, ya, en el coche camino al Botánico, menos mal que tenía todas las cosas previamente preparadas.
Hoy, en el coche, no nos acompañaba mi mamá, tenía cosas que hacer. He ido delante con papá y con el aire acondicionado, excesivamente fuerte, dándome en la cara.
No iba yo muy charlatán, porque no tenía ganas de volver a la rutina y porque iba haciendo, mi propio paseo por el tiempo, recordando lo hablado y ocurrido con esa persona, también iba respondiendo al móvil.
El camino se me ha hecho muy corto, pero mi cabeza estaba en otra cosa y no en el jardín.
Cuenta, cuenta, cuenta.
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