domingo, 18 de noviembre de 2018

COCINANDO, PERO PARA LA SEMANA.


El jueves, 15 de noviembre del 2018 , volvimos a reunirnos los cuatro cocineros de Saborearte para seguir cocinando nuestro menú de Granada, pero el jueves fue distinto, creo que llevábamos, todos, muchas horas de cocina, estudios, trabajos y ensayos acumulados de toda la semana, así que esta vez, cocinamos  como cuando te toca cocinar, en serie, varios platos de  una vez, para meter en tupper, congelar y luego tener comida para toda la semana, pues así. Dimos lo mejor de cada uno, pero sin mucho amor, sin mucho detalle y sin mucha dedicación o al menos yo. 

Después de una semana laboral intensa, debido a  mis 10 clases dedicadas al flamenco, que se habían realizado tal como estaban previstas y con gran éxito pero que me habían reventado, después de completar los ensayos de las obras de Navidad de dos coles más y después de que temas no laborales ocuparon mi cabeza durante muchas horas esos días,  llego y veo a mis compis leyendo la carta del menú y Elena, la maitre, me dice a bocajarro: “ Este fin de semana lo quiero de ensayos intensos al máximo, quiero todos los días, todas las horas y el viernes también”. Pues yo que venia pensando en otras cosas y agotado, me dije :”¿Cómo cuido con mi sobrina que se queda el sábado en casa?, ¿Cómo preparo mis clases para la semana? ¿Cuándo veo a mi amigo David que viene a Málaga? Y lo más importante iii¿Cuando descanso?!!!".
La maitre, Elena, sugirió iniciar la jornada con un calentamiento, pero cuando terminó su propuesta, yo ya tenía el delantal puesto, el grifo estaba abierto y mientras con una mano encendía el fogón con la otra estaba, cuchillo en mano, cortando la verdura.

Eran las 17:30, la maitre se iba a las 19:00 y había que aprovechar esos 90 minutos que teníamos a la jefa y experta en cocina con nosotros, había que sacarle todo el jugo posible, así que sin calentar, cocinamos.

Empezamos con nuestro plato estrella, el 1, hicimos dos raciones. A  la primera le vi buen sabor, pero se nos pidió una más. Ese plato se ha cocinado tanto que a veces me sabe a lo de siempre, sin emoción, y otras veces jugamos con él, y me sabe nuevo. El jueves me pasó lo segundo. Dos raciones cocinamos también, del plato 2 y ambas gustó mucho a Elena, dando solo indicaciones de algunos ingredientes que variamos , o sea palabras, y ella nos pidió las originales.

Apagué mi fuego, me lavé las manos y me senté. Tocaba cocinar el plato 3 y yo ahí no salgo. Elena me pidió indicaciones y di muchas, creo que demasiadas, me paso mucho, pero es que me doy cuenta y cada vez más, que odio dirigir obras, pero me encanta la dirección de actores, tanto estuvimos jugando, que pasaron los 90 minutos.
La maitre se fue, nos dejó trabajando y eso hicimos. Empezamos a  cocinar el plato 4 donde, de nuevo, no cociné, pero sí comí y opiné.

Por cierto, antes de seguir, se me había olvidado, la maitre antes de marcharse nos ofreció unas magdalenas riquísimas, pero de verdad, que cocinó para nosotros.

Durante el cocinado del plato 4, se trabajó mucho cada paso y cada ingrediente. Ahora que lo pienso…¡Qué pesado soy!, tanto controlé la elaboración del plato, que dejé a los cocineros, Paula y Raúl, tan cansados que decidimos dejar el plato sin terminar y pasamos a otro. El siguiente fue el 5, para lo cual tuve que volver a ponerme el delantal y sudar. Otras dos raciones más se hizo de este plato.

La hora de cierre del restaurante eran las 22:00 horas, pero a las 19:45 ya habíamos cocinado hasta el plato 5 y los otros 5 que quedaban por cocinar no se podían hacer porque o bien debía participar la maitre, necesitábamos su visto bueno o Paula no se sabía bien la receta, así que, por nuestra cuenta y riesgo, decidimos apagar los fogones, echar el cierre e irnos a casa a descansar y todo sin la autorización de Elena, pero es que para poder tenerla, teníamos que esperar casi 60 minutos y decidimos irnos, pero pese a ello, me quedé un rato hablando con Raúl.

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