sábado, 11 de mayo de 2019

UNA LARGA Y NUEVA SOLEDAD DE DON RAFAEL.


Bueno hubo de todo: soledad de Don Rafael, soledad de Lolo, sesión de fotos que no acababa nunca, excursiones, peligros, vueltas, bocatas y mucha oscuridad.

Eran las 21:50 aproximadamente, cuando me despedí de Juampe, que andaba maquillándose, acompañé a Celia a la Casa Palacio porque le llevaba su mochila,  ya que la pobre entre los moños y la falda con cancán iba muy incomoda, le solté la mochila, le deseé mucha mierda, me fui y empezó mi oscura soledad, puesto que la puerta de la Casa  Palacio estaba más negra que la boca de un lobo. Vamos, más que la visita de la juventud aquello parecía Halloween.
De hecho pensé llamar para decirlo, pero no lo hice porque ya eran cerca de las 22:00 y estarían todos en sus puesto. Debido a la tremenda oscuridad, decidí cruzar por el cenador y no bajar por las escaleras por si me dejaba los dientes en ella.

De lejos vi, en la fuente final del cenador, un pececillo naranja y enorme:" ¡¡ Ay que bonito!! " pensé y me fui a verlo, sin percatarme de los aspersores que me pusieron como una sopa, no veas que chorro... Además cuando intentaba huir, él me seguía.

Después para ahorrar tiempo y camino, me puse a cenar mi sándwich de lonchas de queso y chorizo e intenté tirar por el camino del bosque que es más rápido y seguro, pero me lie y tiré por el intermedio, me di cuenta cuando llegó el momento de cruzar el riachuelo, que cruzaba con Rebeca, pero esta vez me pudo el miedo, estaba aquello más oscuro aun que la puerta de la Casa Palacio, iba con la mochila, el bocata, mi pavo y mi  odio al campo, así que fui sensato y cagón y me di la vuelta otra vez. Esta vez decidí tirar por el camino de la ninfa y comprobar mi posición de salida.

Juampe me sugirió, que como mi nueva salida era frente a la estatua de la ninfa, yo saliera de unas escaleras que hay junto a esta y allí que me fui a investigar, por cierto, al cruzar el puente de la cascada, me encontré nadando plácidamente a una tortuga enorme.

Bueno llegué a la ninfa, busqué la escalera, de nuevo más oscuridad. Para no ser visto, en vez de tirar por el camino del lado izquierdo de la ninfa, que es el que usa el público, decidí tirar por el derecho y empecé a andar hasta que comprobé algo viscoso y resbaladizo en el suelo, ¡¡¡ Era barro!!! y mi sensatez o miedo volvió a mi y de nuevo me di la vuelta.

Una vez que llegué al final del camino de la ninfa, comprobé otro atajo y lo seguí para intentar llegar a mi posición de salida, sin que me viera el publico. Lo hice con la linterna del móvil en la mano, menos mal, porque iba a pisar una rana y allí estuve avanzando hasta que de pronto me encontré con otro riachuelo decorado con piedras para cruzarlo y...¡¡¡ Atentos!!! Ahí fue donde me di cuenta que ese barro que había pisado anteriormente por el otro lado era el aviso de dicho riachuelo, si en vez de volverme hubiera continuado por el barro, me hubiera metido en dicho riachuelo, con la con sabiente, mojada, caída y seguro que daño en el pie. Fue en ese momento donde pensé que me daba igual que el público me viera pero ya no me arriesgaba más.

Me fui a mi Paseo de las Palmeras, me vestí en un tiempo record, bueno cumplí tres records: Uno el de vestirme velozmente, dos el de pesar más que nunca y tres y más importante, pese al record de kilos, el vestuario me estaba mejor que el año pasado y fue un record en comodidad pues me sentí muy bien con el traje puesto.

Ya vestido, decidí irme a mi lugar de salida, pero antes decidí hacerme fotos y entre la luz, los ángulos, los kilos, el disimularme la barba etc, me veía muy raro, el tiempo avanzaba, no tenía donde apoyar el móvil , lo ponía en cualquier sitio y me estresaba que se cayera, así me hice esa larga sesión de fotos de dudables resultados.

Ya vestido, fotografiado y tras acabar las investigaciones, me fui a mi lugar de inicio de actuación , a esperar, a escuchar a Juampe y a pensar en ese momento las frases que iba a decir, calenté el acento, y de nuevo con la linterna del móvil, contabilicé como 4 veces los escalones que debía bajar, ya que con tan magna oscuridad no quería aparecer ante el público cayendo de bruces frente a ellos.

Y allí de pie, esperé, eran las 22:46 y casi 10 minutos adelantados, sonaba la flauta de Juampe y Don Rafael gritaba. Comenzaba la función…





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