jueves, 13 de febrero de 2020

DOMINGO TEATRAL Y SIN DESCANSAR II.


Tanto Ana  como yo se lo debemos todo a una pizza de pollo asado. Os lo juro de verdad. ¡¡ A una pizza de pollo asado‼ es que por más vueltas que le doy a la cabeza, lo que nos separó de un mal ensayo  y un gran ensayo, fue una pizza de pollo asado.

La cabeza de Ana estaba un poco en blanco, pero cuando esa pizza entró en su organismo, su mente se aclaró y las palabras, las expresiones y el texto del guión de Viajando con el Quijote fluyó de su mente a su boca de una forma bonita, fluida, fresca y magistral. 

Veréis, mi segunda etapa del domingo teatral y sin descanso, tuvo lugar también en la barriada de Nueva Málaga. Fue salir del ensayo del Auto de la fe, acompañar a mi Luisa a su coche para charlar con ella un ratito más e irme al lugar donde Ana Vigo tenía aparcado su nuevo coche. Hacía calor, sol, de nuevo primavera en febrero y empezamos una  conversación en torno al maletero de ese coche; Javi Zumaquero, Graciela, Ana y yo, con mi pañuelo siempre arrastrando por el suelo. 

A las 16:30 tenía mi tercera cita, por tanto, no podíamos perder el tiempo, pero eran cerca de las dos y aunque había trabajo por hacer lo principal era comer y  fuimos a buscar donde almorzar. 

Días antes Ana me había pedido este ensayo y me dijo que ya se sabía el texto, y muy valiente me propuso  hacer el pase del texto mientras buscábamos donde almorzar. 

Pero aquello fue más bien un monólogo, puesto que yo hablaba, le daba los pies, pero ella no recordaba lo que tenía que decir, poco a poco me di cuenta que no recordaba nada y por tanto, le pedí dejarlo. 

Poder almorzar era lo primero que pasaba por mi cabeza, pero tras ver ese amago de ensayo mi preocupación era otra, lo verde que estaba nuestro próximo viaje. 

Pero vamos veníamos de un ensayo, hacia calor, íbamos andando, buscando el lugar para almorzar, jugando con Graciela y oyendo a Javi, estaba claro que el ambiente no era el más idóneo para ensayar y lo paré. 

Almorzamos tranquilamente, charlamos, reímos, conversamos y tras almorzar, Ana y yo, ya solos, fuimos a su coche, cojimos su guion, buscamos un lugar tranquilo para ensayar, tarea que nos llevó bastante pues no encontrabamos un parque, nos fuimos a un banco en medio de la calle y empezamos. 

Se hizo un primer pase donde Ana le echó algún que otro ojo al texto. Acabado hicimos otro más, donde el texto fluyó magníficamente. Es más aquello sonaba a actuación. 

Hicimos un tercer pase, que estuvo maravilloso, pero tanto, que por mí no hubiera hecho más, pero Ana me pidió aclarar algunas partes y decidimos repetir solo el principio, pero nos salió tan bien que volvimos a hacerlo entero y después repasamos y aseguramos la parte del bálsamo de Fierabras y dimos por concluido el ensayo. 

La verdad que acabé muy contento, ese texto me lo sé más que de memoria pero Ana acabó el ensayo a mi nivel. Creo que ese texto tan fluido y vivo, solo lo había conseguido Juan Luna, y Ana el domingo lo consiguió y para celebrarlo nos fuimos a merendar. 

Si las fases 1 y 2, de mi domingo teatrero sin descanso, tuvieron lugar en el mismo barrio. De hecho separaban un lugar de otro dos calles, la última fue mucho más lejos, concretamente a 16 km. En Alhaurin de la Torre.

Nunca he quedado tan mal para una cita y nunca ha salido mejor. Por WhatsApp Emilio citó a Dani a las 16:30 en comisaría. Yo hasta esa hora no terminaba y me dijeron que al acabar me fuera a la puerta del Hospital Carlos de Haya.

Como no sabía por donde tirar para llegar más pronto, Ana me acompañó y cruzamos un parque por el que jamás había pasado, en el barrio de Nueva Málaga, plagado de perros, casi en vertical, y con unos caminos ilógicos para cruzar de un lugar a otro. Es más, llegó un momento donde ninguno de los dos sabíamos como salir del dichoso parque, una señora nos aconsejó subir un montecito, saltar un muro y salir, pero cuando lo hicimos, nos encontramos rodeados de rejas y tampoco podíamos ver la salida. Tras dar muchas vueltas lo conseguimos y de pronto  nos encontrábamos en un lateral del hospital.

En ese monento iba a llamar a Emilio para ver donde estaban y de pronto oí que gritaban mi nombre, me volví y eran él y Dani que venían en el coche a buscarme.  Yo acababa de llegar y ellos también. ¡¡Qué puntería‼.

Empezaba la tercera etapa...




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