lunes, 24 de febrero de 2020

EMOCIONES POR ETAPAS EN EL PREVIO DEL "VIAJE DE QUIJOTE".


El previo de la función del ayer, viernes 21 de febrero de 2020, de  El viaje de Quijote para Teatrobus en Teba, fue una montaña rusa de emociones. Parecía como una clase de interpretación, donde yo, actor, pasé por toda una curva de emociones y muy bien diferenciadas por partes.

Todas esas emociones las experimenté desde las 15:10, que me levanté del sofá después de un ratito de descanso tras el almuerzo, hasta las 18:04 que empezamos la función.

Antes de almorzar lo había preparado todo, vestuario, calzado, maquillaje, elementos personales etc. Así que tras el rato de descanso solo debía ponerme los tenis, la chaqueta, cojer los bártulos e irme.

Pero de pronto, al levantarme del sofá, tuve un momento de clarividencia, una luz sabia iluminó mi mente y me dijo que había preparado el equipaje de la forma más inútil y complicada posible, siguiendo los consejos de esa luz, rehice toda la maleta y eso  me llevó a que saliera tarde de casa.

Y yo que había imaginado un paseo tranquilo, oyendo música, mientras llegaba a la parada del bus, tuve que ir corriendo.

Iba enfadado, cabreado, digustado y mil sinonimos más, eso sí conmigo mismo, no sabía cómo iba tan tarde y encima tuve un aluvión de mensajes que me llegaban de mis compis, Ana y Diego con frases como : “Ya estoy”, “¿Por dónde estás? “, ¿Dónde te recojo?”, “¿Dónde me recojes?”, “¿Qué tardas?”, “¿Vienes?” y muchas más… Todo esto hizo que fuera por la calle como aquellos personajes de dibujos animados que veía de chico, que llevaban una nube oscura, echando rayos y lluvia sobre su cabeza. Todo me molestaba, nada me gustaba, ni nada me venía bien, además los mensajes de los compis agudizaban el hecho de que iba tarde y peor me ponía.

Eso sí al llegar a la parada del 38,  el bus no tardó nada en llegar, pero el trayecto, no sé si era porque yo tenía prisa, pero parecía que lo hizo a paso de tortuga. Llegué apuradisimo a Teatinos, que era donde había quedado con Diego, esperé un poco, hasta que vi venir a lo lejos un bus colorado. Le hice seña y me subí.

Me subí en el bus colorado, o sea, en el Teatrobus, lo habéis entendido ¿no? Me subí a un bus, aunque en realidad yo creo que me subí en una lavadora en el momento de centrífugar, pues mi cabeza y mi estómago empezaron a dar vueltas y no pararon hasta que 18 minutos después llegamos a Río Grande a recojer a Anita y seguir el camino.

En cuanto me subí el bus comenzó a caminar, Diego tenía algo de prisa, el olor a cerrado del bus, el venir exitado, las cosas que tenía aún por hacer, la velocidad del mismo, las curvas, el hecho de intentar hacerme unas fotos etc, hicieron que todo empezará a  darme vueltas, Diego quería hablarme y yo hacerlo con él, pero mi cuerpo me exigía descanso y eso hice.

Diego, tan apañado como siempre, me puso el aire acondicionado porque dije que tenía calor, y tumbado entre dos asientos, sobreviví como pude al resto del trayecto.

Cuando se subió Ana, venía un poco tensa y quería desfogar así que empezó a saltar, a correr por el bus, a cantar, a decir tonterías y a desprender una energía positiva alucinante. Me hizo olvidar el mareo, la tardanza y hacerlo todo positivo.

Me pidió repasar el texto y le metió unos tonos, unas bromas y  unas improvisaciones que me encantaron. Y aunque ella cada dos por tres decía que no iba a salir bien yo pensaba que si hacía un 10 % de lo que estaba dando en el repaso iba a triunfar.

Tan divertido era todo que sin darnos cuenta  a las 17:07, llegamos a la entrada de Teba. A las 17:15 estaba prevista nuestra llegada, así que perfecto.

Aprovechamos allí para vestirnos, maquillarnos, hablar con Diego, repasar e improvisar. Ana me obligó a hacerme una foto junto al barranco que hay previo a subir al pueblo. En esa la coordinadora nos pidió subir, ya, a la plaza.

Mientras Ana visitaba un bar, yo me bajé del bus para hablar con Diego, pero como ya iba de Quijote y empezaron a venir niños me subí al bus. Este, por prevención de no quedarnos sin batería, estaba totalmente a oscuras, al rato llegó Ana y allí tumbados, callados, a oscuras y con nuestros móviles, pasamos, modo spa, nuestros últimos minutos antes de actuar.

De pronto entró la coordinadora y nos dijo que ya podíamos empezar y para arriba.



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